Capítulo 15

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A la mañana siguiente, Pedro esperaba a Ashley en la puerta de su casa. Tenía intención de sorprenderla y asustarla a partes iguales.

Nick entraba a trabajar unas horas más tarde aquel día. Parte de sus tareas las haría en casa.

_Nicky, cuando salgas mete a Ana en la jaula. Las otras dos ratas ya están tranquilitas en las suyas. – Le pidió la chica a su amiga cerrando la puerta a sus espaldas.

Ashley sintió a alguien coger su cintura. Se asustó lo suficiente para dar un pequeño grito.

Se dio la vuelta. Era Pedro.

_Por Dios, Pedro. ¿Qué haces? Me has asustado.

No disponía de mucho tiempo para hablar con él, por lo que se puso la coraza de chica fría y distante sin darse tiempo a plantearse nada. Simplemente, siguió caminando hasta el ascensor. Él la siguió.

_Espera, no corras tanto.

­_Voy sin tiempo.

_Solo quiero decirte algo. – El elevador abrió sus puertas en ese instante. – Dame medio minuto.

¿Cómo resistirse a esos ojos oscuros y a la mirada de niño que le ponía en ese momento?

_Dime.

_No me importaría que Nick enseñara cosas malas a mis hijos. Serán, al fin y al cabo, sus sobrinos.

A Ashley le dio un vuelco el corazón. Ese caparazón que se había puesto al verle hacía unos minutos para intentar llegar pronto al trabajo, se había ido al garete. No sabía cómo reaccionar a aquellas palabras sin ser brusca, sin huir, sin caer en ese impulso de besarle en aquel mismo momento.

_Me... me tengo que ir. Hablamos más tarde.

Entró en el ascensor. Nada más cerrarse las puertas, la joven le escribió un mensaje a su amigo.

«Gracias, Nicky. El audio que le mandaste ayer a Pedro me ha metido en un lío. Ya te contaré.

Por cierto, no le importaría que le enseñes maldades a sus hijos, de los que pretendes que seas el tío.»

Antes de la hora de la comida, Nick estuvo en la sucursal. Tras dejar sus cosas en la oficina, fue a ver a Ashley.

Se sentó enfrente de ella, en silencio absoluto. La veía trabajar, ignorarle. Sabía que muy contenta no estaba, aunque tampoco estaba enfadada.

_Hasta que no me hables no pienso ponerme a trabajar.

Siguió sin dirigirle la palabra durante unos minutos más. Le ignoraba. Quería que viese lo disgustada que estaba con aquella situación.

_Vamos, Ash. No se le ve con ganas de jugar contigo. Aunque dejaría que juegues con él.

_Nicky, ¿no lo entiendes? No hay forma de salir bien parada de esto. Si es solo sexo, me sentiré incómoda al verle por los pasillos del edificio. Si hay algo más, ¿qué sucederá cuando regresemos a casa?

_¿Quién dice que vayamos a volver?

_Este trabajo no es eterno. Algún día nos pedirán regresar a Madrid a seguir con nuestros quehaceres diarios.

_Para todo hay solución.

_Anda, ve a tu oficina. Vete a trabajar. – Dijo sin levantar la vista del ordenador. Suspiró. – Te quiero, Nicky, por mucho que me hagas rabiar.

Por fin Ashley tuvo algo de tranquilidad para seguir con su trabajo. Al menos, fue así hasta la hora de la comida.

Nicky había encargado comida china para comer en la oficina. Podían salir a cualquier lugar, a que les diera un poco el aire, pero no le apetecía mucho.

El móvil de la joven sonó. Era un mensaje.

Creyó saber quién era, por lo que no quería abrirlo delante de su amigo. No le apetecía volver de nuevo a hablar del mismo tema.

_¿No contestas a Pedro? – Preguntó el chico.

_¿Cómo sabes quién es? Ni siquiera yo sé quién me escribe.

_Lo que tú digas. Supongo, entonces, que no te importe si veo quién quiere hablar contigo.

Sin esperar contestación, Nick cogió el teléfono y leyó el mensaje en voz alta.

«Esta mañana estuviste un poco fría y distante cuando te fuiste. Espero que no te tomaras a mal lo que te dije.

¿Te apetecería ver una película en mi casa esta noche?»

_¿Qué le digo? Te he traído comida china. – Señaló el chico. - ¿Le podría sugerir unas pizzas? Ya sabes, comida basura al poder.

_¿Por qué das por sentado que voy a acudir a la cita?

Nick se quedó callado. Sabía tan bien como él que iba a terminar acudiendo a ella. No hacía falta que se hiciera la dura.

Como siempre le había dicho, la conoce mejor que a sí misma. Se sentía muy bien con él y no podía ocultarlo.

_Moverás el culo. Llegaremos a casa sobre las siete. Te tienes que arreglar. Le diré que estarás en su puerta a las siete y media si todo sale bien, para que esté listo. – Ashley respondió con un suspiro. – No te pongas así, que vas a ir de todas formas. Le voy a proponer pizza para cenar, algo relajadito delante de la televisión y, aunque te gusta la de cebolla, para una cita como que no va bien. Creo que la de cuatro estaciones será la mejor.

_Nicky...

_Utilizo tu teléfono. Me hago pasar por ti, si no te importa.

El amor de Pedro PascalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora