Capítulo 52 (final)

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Incansables, los meses fueron pasando. Pedro había tenido que salir pocas veces por trabajo durante estas semanas. Alguna gala, algún casting, algún videoclip. Poca cosa. El trabajo que estaba teniendo era en la ciudad o cerca, lo cual alegraba a Ashley.

Al fin llegó la ansiada boda. Habían sido unas semanas un poco estresantes tanto para la novia como para el novio.

Cuatro días antes del evento, Agustín regresó a Estados Unidos. Se quedó en casa de su hija y de su futuro marido durante aquellos días. En cambio, la familia de Pedro al completo se alquiló una casita no muy lejos del bloque de apartamentos donde vivía el actor.

Iba a ser una boda un poco "hippy". Se había preparado una ceremonia al atardecer en la orilla de la playa. Apenas eran treinta invitados por las dos partes. Querían algo pequeño e íntimo.

Las sillas estaban distribuidas a partes iguales tanto a la derecha como a la izquierda. Eran blancas y sus respaldos estaban adornados con flores de colores. Pedro y Ashley firmarían su contrato nupcial en una plataforma elevada. Esta tenía un arco llena de flores con los colores del arcoíris. En medio, un atril donde un juez les decidiría que, a partir de un momento determinado, eran matrimonio.

A la hora acordada, viendo bajar el sol, Pedro se colocó en su lugar, al lado del juez. A Ashley la acompañaría tanto Agustín como Nick. Serían ellos los que "la entregarían" a su futuro marido.

A un lado de esa tribuna, un saxofonista tocaría la marcha nupcial de Mendelsohn. Esto sería una sorpresa por parte de Pedro para su chica.

Ashley se había puesto un vestido de color blanco, no muy largo. Su longitud era cuatro dedos por encima del tobillo. Llevaba escote estilo neckline con pequeños brillos sobre los hombros. Los zapatos que se puso eran planos y, en sus manos, un ramo de lirios morados.

Pedro la veía ir hacia él del brazo de Agustín y Nick. Estaba preciosa.

_Pareces un ángel. – Le dio cuando Ashley se alejó de su padre y le cogió a él de la mano.

La ceremonia fue corta. No duró más de media hora. Tras esta, fueron al salón de fiestas a celebrar la boda.

La decoración era sencilla. Ashley quería que el color verde estuviera por todos lados. Verde esperanza, verde vida nueva.

Contrataron a dos bandas para que tocaran en directo. La primera amenizaría la cena y la segunda la fiesta en sí.

Agustín veía a su hija brindar por primera vez con su marido, cortar la tarta de bodas. No podía dejar de llorar por la emoción. No se había dado cuenta de cuánto había crecido. ¿Cuándo se le había escapado la vida de su hija? Ella comenzaba una vida totalmente distinta y alejada de él.

El primer vals, en cualquier boda, abre el baile, la fiesta.

Ash y su padre empezaron a bailar. Pedro comenzó con su hermana.

A los pocos minutos, Agustín y Javiera se juntaron para seguir con esta actividad dejando a los novios bailar entre ellos.

Unas horas después de haber comenzado la fiesta, Pedro y Ashley se retiraron al hotel. En la tarde del día siguiente viajarían a Italia para pasar allí la luna de miel.

_El blanco te queda muy bien. – Señaló el actor dejando a su esposa en la cama. Como mandaba la tradición, la había cogido en brazos para entrar en ella.

Ash dejó caer su vestido. Al ser vaporoso no le costó quitárselo. Pedro se la quedó mirando. Únicamente llevaba como ropa interior unas bragas. Y era transparente.

Ella, insinuante, se sentó en la cama. Se quitó los zapatos tomándose su tiempo.

Pedro no podía hacer otra cosa que resoplar mientras se desvestía con cierta rapidez.

La ayudó a quitarse el zapato que le quedaba medio puesto. La tumbó con suavidad sobre la cama y le quitó la braguita.

Ashley empezó a gemir sin necesidad de que su marido le hiciera nada. Solo necesitaba sentir su aliento para disfrutar.

El actor no pudo aguantar más con el deseo de saborear el sexo de aquella chica que tenía tumbada sobre la cama.

Poco a poco fue subiendo, recorriendo con la lengua su vientre, rodeando su ombligo. Se entretuvo en sus pezones.

_Pedro, Hazlo. – Rogó ella. – Quiero que... - Sabía lo que quería. Entró en ella. – ¡Ahg! – Gritó de placer.

Aquella noche recordaron todas y cada una de las posturas sexuales que habían hecho durante su noviazgo. Las que se podían confesar y las que era mejor guardar en secreto.

No durmieron en toda la noche. Cosa normal por ser la que era. Pasaron toda la mañana siguiente disfrutando el uno del cuerpo del otro. Se les olvidó desayunar y apenas comieron. Por un despiste, casi pierden el avión a Italia.

Durante todo el vuelo estuvieron riendo. Ninguno de los dos podía creerse que hubieran estado al punto de perder el pasaje hacia Italia. No era propio de ellos. Menos aún de Ashley, a la que le gustaba tenerlo todo bien atado cuando se trataba de estas cosas.

El matrimonio empezaba bien, empezaba feliz.

Pedro no se lo podía creer. Estaba casado con una chica a la cual adoraba y que le amaba con locura. Había hecho algo que jamás se había planteado. Aquella chica, con su inocencia, locura, fuerza y ternura, le había cambiado de una forma que nunca había imaginado.

Por su parte, Ashley, estaba agradecida. Había encontrado a un chico con el que compartir un proyecto de futuro. Su marido era alguien en quien podía confiar y lo sabía. Era su amigo y su amante. ¿Qué más podía pedirle a un hombre?

Hacían una bonita pareja.

El amor de Pedro PascalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora