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El timbre de clases sonó y Betty se levantó pero un chico pasó por detrás de ella y la empujó—. Ups, lo siento — se burló.

Betty bajó la mirada y no hizo nada más  que agacharse a juntar su libro que estaba en el suelo que habían traído tras empujarlo.

—¿Cómo está todo en casa?— se burló.

—Basta, Archie— habló Betty mientras veía al pelirrojo burlarse de ella, como lo hacia siempre día tras día.

—Oh vamos, ni que tu familia estuviera en el hospital... oh, aguarda, ¿Tú hermana si lo está, verdad? Oh, cuanto lo siento. Pero dios, cualquiera hubiera pagado por ver como el auto pasaba sobre su-

Y Betty no escuchó más porque el dolor estaba ahí, así que solo se volteó sin siquiera escuchar más para salir de clase.
Una vez que llegó a su casa, entró y vió a su madre en un círculo de personas.— Elizabeth, has llegado.

Betty la ignoró y subió a su habitación con el propósito de cambiarse la ropa e ir al hospital a ver a su hermana. Suspiró mientras se sentaba su espejo y se peinaba.
Una vez luego, salió de su casa ignorando a su madre y caminó hacia el hospital. Mientras se dirigía  a la habitación de su hermana, pasó por la de Jughead y lo vió a él intentando limpiarse nuevamente la herida del vientre.

Esté suspiró rendido al darse cuenta que nunca en su vida había aprendido a limpiar esa herida que le causaba la aguja.

—¿Necesitas ayuda nuevamente?

El chico levantó su mirada y suspiró— Odio admitirlo, pero si— suspiró mientras se sacaba de su nariz la cánula.

—¿Puedes respirar sin eso?— preguntó mientras se acercaba y tomaba la gasa.

—Algo— confesó.—¿Cuál es tu edad?— preguntó mientras veía las manos de la rubia recorrer su abdomen.

—Diecisiete— confesó sin mirarlo completamente a los ojos.

—Bueno, yo también tengo diecisiete— dijo mientras la miraba a los ojos, pero ambos se distrajeron hasta que Jughead soltó una mueca y un leve grito de dolor.

—Diablo, lo siento— dijo Betty mientras tapaba la herida.

—Está bien— dijo Jughead dándole  una sonrisa.

Betty observó la pared— ¿Dibujas?— preguntó señalando una hoja.

—Así es— habló él y luego la observó unos minutos— ¿Crees que pueda dibujarte?

—¿Qué?— preguntó Betty mirándolo—Oh no, claro que no—dijo negando.

Jughead sonrió—Oh vamos, por favor— pidió.

Betty negó— Sería extraño.

—Bueno, acepta una cena junto a mi,— pidió — aunque tendría que ser en mi habitación— dijo girando sus ojos.

Betty lo miró sonrojada— ¿Por qué me pides esto?

Jughead  frunció sus cejas— ¿Acaso  nadie te ha invitado a una cita?— preguntó—. Porque así funciona la cosa.

Betty bajó su mirada avergonzada—No.

—Me extraña,¿Por qué nadie lo haría?— preguntó y luego negó—. En fin, yo no puedo salir de estas cuatro paredes aún, pero me gustaría que me tomes mi cita, en mi habitación. Hoy, en la noche.

Aprendiendo a Vivir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora