Cartas a Naoa

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Naoa estaba perdido en el rostro de un hombre a metros de él, alguien alto, apuesto y con una sonrisa en el rostro, estaba ocupado bebiendo con otros hombres, jugando, haciendo hermosos gestos. 

Se encontraba en un club ilegalmente pues con tan solo 16 años estaba con su mejor amigo con identificaciones falsas. 

Naoa lo veía con admiración, no podía apartar la mirada de aquel ser tan masculino. 

-¡Ey!-alguien le dio un codazo a su derecha-Naoa despierta-su mejor amigo comenzó a reírse. 

-Lo siento-contesto. 

-¿A quién ves?-le dijo su amigo mirando hacía la misma dirección -No sabía que te gustaran los hombres mayores Nao. 

-No lo estaba viendo a él idiota-se rió con vergüenza-¿Estás bien? Ya has bebido mucho. 

-Realmente creo que no estoy bien-de hecho su aspecto era el de un enfermo-vamos mejor a casa ¿No?

-Vamos a llamar a un taxi.

El mejor amigo de Naoa, Daniel, acepto. 

Ya estando afuera con el frío atropellándolos, el más bajo estaba colgando del brazo de Daniel, este intentaba parar un auto pero estos se iban sin siquiera detenerse un poco. 

-Mejor llamo a mi hermano.

-No Nao, si descubre que te traje aquí me va a matar y ya jamás volverá a dejar que te me acerque ¿Sabes lo mucho que le tengo miedo a tu hermano?

El pelinegro se río con ganas. 

-Mi hermano es un amor.

-Contigo. 

Daniel le dedico una sonrisa a su amigo, su fiel amigo, quien lo ha acompañado en sus locuras más extrañas y esta era una de ellas, era la primera vez que entraban a un club de élite, uno de los más caros, todas las bebidas que consumieron fueron regaladas por el establecimiento, ya que uno de los familiares de él era dueño del lugar, pero eso no significaba que tenía permiso de estar ahí. 

Naoa suspiro sintiendo como el frío entraba a sus pulmones. 

Su vista viajo de lado a lado y parecía que no habría más taxis, se llevo un dedo a la boca mordisqueandolo poniéndose nervioso porque no sabían como volver a casa. 

-¿Se perdieron niños?-de repente una voz masculina y profunda los azoto, sorprendiendolos poniendolos temerosos. 

Los dos con nerviosismos voltearon para ver de quien se trataba, era el mismo hombre el cual Naoa veía atentamente hace unos minutos dentro del club. 

-Pues... nosotros-contesto Daniel nervioso-esperamos a alguien. 

-¿Por eso están pidiendo taxi?-dijo el hombre esta vez sonriendo, demostrando así sus filosos dientes, sus colmillos resaltaban de su hilera de perlas perfecta. Le daba un toque carnívoro y eso intimidaba mucho.

Dani miró a su acompañante sin saber que hacer, esperaba que algo los pudiera salvar de la situación. 

-Se me hacen conocidos-decía el extraño-¿Qué tú no eres de las empresas King?-apunto a Daniel-la gran familia que adopta extranjeros, pero bueno esta vez solo se fueron a china contigo ¿No?

-Si...

-Debrían irse a casa, pronto. Aquí es muy peligroso ¿Saben?

Los dos chicos seguían temerosos por la situación. 

Aquel hombre se dio la vuelta y pidió a uno de los cuidadores que trajeran su auto. Este miraba de vez en cuando a ese par, se le hacían unos niños tontos, pensaba en que tal vez acababan de cumplir la mayoría de edad y aprovecharon para venir y jugar un rato. 

Se volvió hacía ellos.

-¿Quieren que los lleve?

Se miraron dudosos. 

-No les haré nada-dijo-solo quiero que vayan a casa seguros, es muy tarde-suspiro-además no quieren que algún pervertido venga por ustedes ¿Oh si? 





Un mes antes de la muerte de Naoa.

"Hey Yong-Nam, fuiste el hermoso hombre que me salvo de una noche helada...









Hola. 

Esto ya lo tenía desde hace un tiempo, solo les quería decir que lo siento. Debo hacer tantas cosas, me volvió el alma al cuerpo al escribir. 

Los amo. 

-Naoa.


LA EMPRESA PARK JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora