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"Somos un minuto de silencio en este mundo ruidoso."
David Sant

La mañana del 28 de Octubre un fuerte rumor recorrió como pólvora cada recoveco en Hogwarts. De estudiante en estudiante pasó la información de uno a otro, algunos reaccionaron con horror y otros con malicia, pronto el mensaje dejó de ser un simple chisme a la aseveración de un acontecimiento cruel en contra de una alumna de sexto año de Gryffindor.

Hermione Granger pálida y temblorosa había aparecido en la enfermería a temprana hora, cargada por un Slytherin que la dejó inconsciente sobre uno de los camastros del lugar, para salir tan rápido como llegó y sin dar ninguna información de lo ocurrido.

—¿¡Que le ha pasado a Hermione!? —a empujones y codazos, Harry Potter y Ginny Weasley fueron los primeros en llegar hasta el concurrido lugar.

Sus preguntas no tuvieron respuesta. Gracias a la masa de gente acumulada en la entrada de la enfermería, Madame Pomfrey había optado por hechizar la entrada, un campo invisible, pero que fungía como una barrera que protegía la entrada. La gente en el exterior podía ver todo lo que quisiera, pero no oír ni entrar.

—¡Por favor, regresen a sus labores! —igual que si arreara a un grupo de ovejas necias, el prefecto y Hufflepuff, Ernie McMillan movía su varita frente a los estudiantes chismosos que impedían el libre tránsito.

No fue necesario hacer mucho, minutos después apareció el director junto a Severus Snape, Minerva Mcgonagall y el profesor Slughor. A pies presurosos los cuatro se abrieron paso entre la bola de estudiantes, atravesando uno a uno la barrera.

—¡Profesora! —desesperado por información, Harry logró pescarse de la manga de su jefa de casa.

—Vaya a clases, señor Potter. —con su tono autoritario Minerva Mcgonagall se acomodó las pequeñas gafas en su nariz y se soltó del muchacho sin decirle más.

Había culpa en Harry. Cuando el grupo de profesores entraron, las puertas de la enfermeria se cerraron dejando en el exterior a la masa de alumnos confundidos que perdieron el interés y comenzaron a dispersarse.

—Ella estará bien. —tratando de calmar al azabache, Ginny colocó ambas palmas en sus mejillas.

—Ha sido mi culpa.

—No sabías que alguien la atacaría.

—Le he pedido que buscara información, se ha metido tanto en ello que ha quedado desprotegida, soy un idiota, Ron y yo debimos estar con ella, debimos cuidarla más

—¿Y a ti quién va a cuidarte? Tú eres al que quiere Harry, si hubieras estado con ella...

—La habría protegido. —terminó por decir alejándose a zancadas. Muy en contra de su mal presentimiento decidió buscar respuesta en otro lado.

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En el interior de la enfermería no fue mejor. El último camastro era ocupado por una castaña al borde de un colapso. Jamás en su vida Hermione había sentido una crisis de ansiedad, no sabía cuales eran los síntomas y en ese momento no recordaba nada sobre ello en los libros que había leído. Un trastorno psicológico tan básico en el ser humano común, que jamás le pareció tan interesante como aprender sobre leyes de protección mágica. Inexperta en las sensaciones mundanas, la falta de aire característica de la ansiedad se hizo presente en cuanto Draco la colocó sobre la camilla y se fue. No fue sino hasta que Madame Pomfrey le ayudó con una bolsa de papel e indicaciones de cómo respirar en pausas que logró calmarse.

Mutismo [En Reedición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora