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"Todos necesitamos un cómplice, alguien que nos ayude a usar el corazón"
—Mario Benedetti.

El hecho sospechoso se volvió aún más controversial cuando Madame Pomfrey señaló a un Slytherin rubio de sexto año y no cualquier Slytherin, sino el mismísimo Draco Malfoy, el cual se había encargado de llevarla de una forma bastante cuestionable.

Fue entonces que todo el profesorado se dio a la tarea de buscarlo. De arriba a abajo el castillo se inspeccionó de cabo a rabo, pero medio día después no pudieron encontrar ni rastro del rubio. El único en dar con su paradero fue Snape, hallando al joven recién bañado y con unas ojeras inmensas debajo de los ojos. 

No he sido yo. —aclaró Draco mucho antes de que el profesor si quiera lo pensase, aunque no era algo que no pudiera pasar.

Snape sabía que la odiaba, sabía la desesperación que sentía Draco por terminar su encargo, todo era posible en la cabeza del antiguo mortífago. No queriendo errar en su juicio y sin previo aviso, le soltó una fuerte cachetada.

La cabeza de Draco giro tan fuerte que incluso escuchó un leve tronar de huesos producido en su cuello. Tan rápido como la mano de Severus, el nuevo mortifago se recompuso regalandole un rostro cínico al profesor de defensa contra las artes oscuras.

—¿En serio?

—No lo creas si no quieres. —escupió el Slytherin con la mejilla ardiente.

—Muevete. El director quiere verte.

Severus guío a Draco hasta la entrada de la dirección, sin decir una sola palabra más durante el recorrido. Cuando el rubio se paró frente al ave de piedra, el profesor lo cogió fuertemente de la muñeca.

—Nos mataran a todos por tus idioteces. —siseó cerca de su oído.

—¿Ya compraste tú ataúd? Mi padre lo hizo después de salir de Azkaban, podrían darte un buen precio por recomendación, se que los profesores no ganan mucho. —respondió irónico, mostrandole la mejilla rojiza por el golpe. 

—Torturaran a tu madre en maneras tan grotescas que vomitaras antes de que vayan a la mitad. Le cortaran la cabeza a tu padre justo frente a ti y créeme, él no dejara que cierres los ojos, cada acción será eterna, él hará que la veas y lo revivas una y otra vez hasta que supliques la muerte.

Sintiendo que las piernas le fallaban, Malfoy busco fuerzas de su soberbia y se soltó bruscamemte del agarre del profesor. Notando una resistencia del joven, Snape estiró su varita y borró el golpe de su blanca piel. 

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Draco ya tenía bien mentalizado lo que diría, lo había practicado en su mente toda la mañana y conforme más lo pensaba mejor sonaba, sin embargo, nada le salió bien. Sentado frente a Albus Dumbledore solo pudo dar un relato sin forma que provocó un rostro inexpresivo en el viejo director. El mago le había dado el beneficio de la duda, permitiéndole relatar los acontecimientos con esperanza de que le dijera la verdad.

—Draco. —suspiro el anciano sobandose la frente. —¿Por qué me mientes?

—Le he dicho lo que sucedió, puede creerme o no, solo se que pierdo el tiempo hablando con usted de una persona que me da lo mismo si vive o muere. ¿Puedo irme ya?

—¿En verdad te da lo mismo si vive o muere? —dispuesto jugar con él, el sabio Dumbledore sonrió para sus adentros al oír el falso desprecio.

—Es lo que dije, ¿Con la vejez ha perdido audición?

—Debo admitir que un poco , pero te aseguro que mi intuición e inteligencia van en aumento. Conozco a la mayoría de mis estudiantes, sé que les gusta y que no, y como se comportan todo el tiempo. Tú no eres una excepción.

Mutismo [En Reedición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora