Protegidos por nuestro ángel.

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Repaso los vidrios de la ventana, asegurándose de que el paisaje no fuera opacado por ninguna mancha. Kelly podía ver desde la cocina el patio adornado en flores y pasto perfectamente verde. El cielo azul se tornaba lentamente naranja con la llegada del atardecer. Un gran árbol ubicado a pocos metros de la casa, era el hogar de las aves más bellas. Castiel había sujetado de una de las ramas un pequeño comedero para las aves, que ella se ofreció a pintar con flores.

La casa estaba silenciosa, a sabiendas de que su pequeño bebé no dormía ya, opto por algo de música tranquila para llenar el ambiente. Kelly dejo de lado la elección de la música y el trapo con el que limpiaba vidrios, para voltearse ante los pasos que se acercaban a la cocina bajando por las escaleras.

Recién despierto y con el humor tranquilo, Jack viajaba entre los brazos de su padre. No hacía mucho frio, así que Cas decidió que llevar aquel enterito azul sería suficiente por la tarde. Kelly sonrió al ver entrar a sus dos amores.

- ¿Hora de alimentarse para el dormilón bebé? – Bromeo con el ángel, que sonrió como respuesta.

- Sí, creo que está muy hambriento por cierto. – Señalo al bebé que babeaba su propia mano.

En unos minutos la leche estaba lista. Kelly paso a sostener al pequeño rubio y Cas se apoyó contra la mesada, mirando por sobre su hombro.

- Hay que comprar más suministros. – Recordó el ángel.

- No hables como en el bunker. – Reprendió. – Iré mañana temprano.

- ¿Tu sola?

- Claro. – Respondió con toda tranquilidad.

- Es peligroso. – Advirtió. – Iré yo.

Por mucho que Kelly insistió en que estaría bien sola, Castiel no cedió argumentando que sería peligroso por más que no llevase al bebé con ella. Así que, la decisión fue tomada a la fuerza, los tres irían de compras.

Kelly empujaba el carrito con su lista de compras en manos. Cas cargaba al pequeño Jack en su mochila de bebé pegado a su pecho. El bebé había estado muy atento a las luces y el movimiento en cuanto entraron, pero el balanceo y los latidos del corazón contra su oído, lo transportaron a un profundo sueño. Contrario a la paz del niño, Castiel estaba en modo combate, listo para apuñalar al primer ser que se acercara a su familia con malas intenciones. Analizaba cada una de las personas que llegaban a su campo de visión para determinar si realmente eran humanos inocentes.

La reciente madre noto la tensión en el cuerpo del ángel que, aun a sabiendas de que el bebé estaba seguro contra su pecho, lo aseguraba con un brazo por si acaso. Y aun a sabiendas de que ella no se alejaría mucho de él, se mantenía un paso detrás de Kelly para no perderla de vista. Un papá muy sobreprotector.

- Cariño, nadie va a atacarnos en un supermercado. – Intento convencer.

- No sabemos eso. – Replico Cas, prestándole atención solo un segundo, para continuar con su escáner de gente. – Jack no es un bebé normal, toda clase de cosas querrán tenerlo.

La mujer blanqueo los ojos, no iba a ganar en su guerra por el bebé contra el ángel. Tomo un par de cosas más para hacer pastel que se le antojaba, y dio por terminada la compra. En la fila para pagar, una dulce anciana se les acercó, fascinada por la hermosa escena padre e hijo.

- Mira que dulzura. – Sonrió la mujer, presenciando como el pequeño comenzaba a despertar y revelaba el mismo celeste de los ojos de su padre. – Es igual a su papá. – Adulo.

Kelly se enterneció y agradeció el elogio, sin mencionar que ese no era su padre en realidad. Pero pronto se percató de la mirada de Cas hacia la anciana, totalmente a punto de sacar su espada. El ángel ahora aprisionaba al infante con sus dos brazos, alejándolo sutilmente del alcance de la abuela. Kelly apresuro su pagó, intentando evitar que Cas matara a una pobre anciana inocente en un supermercado lleno frente a los ojos de su hijo recién nacido.

A la salida, Jack fue a parar a los brazos de mamá, mientras Castiel subía las bolsas al auto. Un joven vestido con el uniforme del lugar, salió corriendo del edificio hacia ellos. Kelly sonrió notando la amabilidad del muchacho de traerles un llavero de peluche que probablemente se cayese en su recorrido. Pero Cas no lo vio así, su espada ya asomaba sutilmente de la manga de su gabardina. Se posiciono en frente de la mamá y el bebé, y freno en seco al joven.

- Di-disculpe. – Tartamudeo el empleado, seguro de que seria asesinado. – Se les cayó esto cuando salían. – Ofreció el llavero infantil.

Castiel lo tomó sin decir palabra, y el chico volvió al su trabajo a paso veloz.

- ¿Era necesario? – Se quejó Kelly aguantando la risa por tan exagerada actitud.

- Totalmente. – Afirmó el ángel.

Kelly aseguro el bebé a su sillita para auto, y Cas inspecciono el llavero antes de ajustarlo al alcance de Jack, solo por si acaso.

Cas conducía tranquilo y sin prisa, prestando atención a todo a su alrededor. Y Kelly sabía que esa también era su sobreprotección intentando protegerlos hasta del viento. Puede que a veces el ángel exagerara o sus maneras de cuidarlos asustaban a la gente, pero nunca fue con malas intenciones. Castiel solo quería lo mejor para el bebé de su vida y la mujer de su vida. Sonrió mirando el perfil del morocho. No podrían haber elegido a alguien mejor para su seguridad.

- Gracias. – Dijo repentinamente, descolocando al ángel.

- ¿Por qué?

- Por llegar a nuestras vidas y quedarte así de cerca.

- Yo debería agradecerte. – Sonrió después de tanto estrés, bajando un poco la guardia.

- ¿Sabes? – Tomo la mano del ángel a su alcance. – Soy así de despreocupada porque siempre me siento segura si estás aquí.

Castiel reforzó el abrazo entre sus manos, asegurando que siempre estaría allí.   

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