Tus primeros errores.

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Jack reclamaba su dinosaurio de juguete de vuelta, pero el pequeño hermanito de seis se negaba a soltarlo, alegando que hoy le tocaba jugar a él.

Castiel y Kelly preparaban la cena de navidad cuando escucharon la pequeña discusión de Jack y Joel volverse agresiva. Mamá les advirtió que pararan. Un minuto de silencio fue la antesala de un estrepitoso grito del pequeño de la familia. Castiel corrió inmediatamente, dejando a la mujer con el pollo en las manos atónita.

Cuando llego, Jack miraba asustado a su hermano menor lloriquear en el suelo, repitiendo que lo sentía como una máquina. Joel tenía la mano de su hermano marcada en el brazo y su juguete se había roto. Cas tomo al pequeño entre sus brazos, curando su quemadura un poco grave y secando sus lagrimitas.

- Está bien. – Susurro a Joel, que poco a poco aminoraba su llanto. – Ya paso.

Mamá apareció, uniéndose al abrazo del moreno. Inmediatamente, Joel se lanzó a sus brazos. La mirada del ángel ahora presto atención a Jack, se acercó y cuando el pequeño cerró sus ojos esperando que le gritara, Cas lo abrazo para apaciguar su miedo. El rubio estaba aún más aterrado que su hermano, sus poderes nunca habían salido del control de su padre y, aunque sabía que era más fuerte que Joel, el lastimarlo lo había impactado.

- Lo siento mucho. – Lloriqueo contra el hombro de su papá.

- Joel está bien, no te preocupes. – Tranquilizo. – Estas cosas son las que tienes que aprender a controlar.

- Quiero aprender. – Suplico con el rostro empapado. – No quiero hacerle daño.

Los hermanos se disculparon por el juguete y la quemadura, y bajaron a cenar. Pronto volvieron emocionados a la cama, deseaban que la noche pasara muy rápido y así, recibir sus regalos de navidad. Kelly los arropo, deseándoles buenas noches.

A la mañana siguiente, los niños sobrepasaron a su padre bajando las escaleras. Los regalos bajo el árbol, en celeste y amarillo, esperaban a ser abiertos. Entre juguetes y otras cosas, el regalo favorito de Joel fue un libro sobre ángeles y nephilims; en cambio, el mejor regalo de Jack fue una espada de ángel.

Kelly se había opuesto a regalarle algo así a un niño, pero Cas argumento que debía empezar a entrenarlo en todas las habilidades que el ángel conocía, además de enseñarle a controlar sus poderes. Con nueve años, Jack era más poderoso que su padre y sabían que eso atraería cada vez más a seres indeseables. Y el pequeño rubio desbordaba de felicidad, Cas se había tomado la molestia de agregar su nombre a la espada, y eso la hacía aún más especial para el niño.

Esa misma mañana, empezó el entrenamiento en el jardín. Jack observaba a su padre manejar sus poderes celestiales con maestría, y ya quería llegar a tener ese control.

Mientras tanto, Joel leía su libro junto a su mamá. Kelly lo escuchaba atenta, sin entender ni un poco de enoquiano con el que estaba redactado el dichoso libro, pero tenía a su hijo de traductor.

La noche llego pronto entre la emoción de los niños, Cas y Kelly se recostaron agotados. Sus hijos dormían por fin, y el día les pasaba cuenta a los padres.

- Necesito vacaciones. – Reclamo Kelly.

- No he tomado vacaciones en más de 300 años. – Replico Cas, dándole mucha pena a su mujer. 

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