Solos con los niños

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Castiel tenía que ir al supermercado. Era aburrido para los niños y peligroso (según el ángel), entonces decidieron que mamá se quedaría con los nephilims. Era un día tranquilo, el desayuno estaba listo y los pequeños se supone que ya estaban despiertos.

- Apresúrense a desayunar. – Apuro Kelly.

Los pasitos apresurados se escucharon bajar por la escalera, unos más torpes y otros más rápidos. Jack adelantaba a su hermano menor en una carrera en la que tenía obvia ventaja. Joel intentaba por todos los medios no caer, pero reía intentando atrapar a su hermano mayor.

Se sentaron cada uno frente a su plato, aunque Joel necesito ayuda de mamá para sentarse correctamente, con sus tres años era todo un desafío. Los ojos azules de los pequeños buscaron a su alrededor a su padre, sin mucho éxito.

- ¿Dónde está papá? – Interrogo Jack en voz de ambos.

- Cas salió a comprar, volverá pronto. – Tranquilizo Kelly.

Pero inmediatamente las caritas dulces y sonrientes se volvieron tristes. Kelly revolvió el cabello rubio de su hijo mayor.

- ¿Qué pasa?

- Cometas. – Lamento Joel en voz bajita.

Kelly lo comprendió. Antes de ir a dormir, Cas les había prometido volar cometas afuera dependiendo el tiempo. El viento soplaba perfecto afuera para volar cometas, pero Cas no estaba.

- Pues podemos volar cometas solo nosotros tres. – Propuso emocionada.

- No. – Negó Jack. – Papá lo prometió. – Se cruzó de brazos y su hermano menor imito el gesto.

Mamá sonrió ante la ternura de sus dos pequeños enojados.

- Entonces hagamoslo por la tarde, cuando su padre ya esté aquí.

Los bracitos no se descruzaron, y ahora Jack frunció su ceño, y Joel lo copio.

- No es igual.

Por supuesto que era igual, pero eran niños. Jack y Joel no eran caprichosos, porque a pesar de lo amable que era Castiel, siempre era estricto con las reglas que él y Kelly ponían. El ángel había sido criado como un soldado, y aunque no era distante con los pequeños, pedía respetos a sus padres y las decisiones que ellos tomaran por su bien.

- Que dilema... - Se quejó mamá.



Hoy, Kelly visitaría a sus padres, los que no sabían que su hija tenía dos niños ya y era pareja de un ángel. Por ello, Cas se quedó solo en casa con sus hijos todo el día.

Limpiaba los restos del desayuno cuando Jack y Joel pasaron corriendo a su lado y casi tiran un florero. Agradeció sus reflejos el atraparlo en el aire.

- No corran dentro de la casa. – Ordeno.

La puerta de atrás se abrió y cerro, dando la señal de que estaban afuera. Cas se apresuró, porque no se fiaba del lago a un lado de la casa. Salió afuera, sentándose en los escalones mientras veía a los pequeños correr de un lado a otro. Miraba al lago con odio, como si este pudiese atrapar a sus hijos de la nada y ahogarlos. Bueno, así miraba a todo posible peligro desde que Jack nació.

De pronto, Jack y Joel se sentaron enfrente de él, sobre la tierra. Cas les devolvió la mirada fija, sin decir palabra por varios minutos.

- ¡Papá! – Gritaron de repente.

Cas no veía nada de malo en pasar la tarde mirándose, seguía sin sentir la incomodidad propia de los humanos.

- ¿Qué?

- ¡Nos aburrimos! – Reclamaron a dúo.

- ¿Qué quieren hacer?

Jack puso aquella sonrisa que recordaba tanto a su padre biológico y Joel lo imito, como siempre lo hacía.

- ¡Entrenamiento ángel! – Gritaron a todo pulmón.

No sonaba mal. En el cielo, los ángeles eran entrenados lo más pronto posible después de creados. No usaría su espada aun, pero había otro par de cosas que podían enseñarles.

Cuando Kelly volvió de noche, los niños ya estaban adentro de la casa. Los pequeños se teletransportaban de un lado a otro por toda la casa, mientras Castiel leía un libro en el sofá.

Kelly lo observo con un toque de reproche, que Cas no entendió. Así había logrado entretenerlos durante todo el día. Ser padre no era tan difícil. Mamá pensaba que esto era totalmente injusto. 

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