Los accidentes nunca terminan mal.

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Jack corría y jugaba con su padre enfrente de la casa. Cas le había comprado una pelota nueva y el pequeño de tres años estaba muy feliz por ello.

Las risas afuera llamaron la atención de Kelly que preparaba la ropa para lavar. Encendió la lavadora y bajo lentamente las escaleras. Tomo un abrigo liviano del perchero a un lado de la puerta. Se topó con la gabardina de Castiel, busco señales de necesitar un lavado, pero no era así.

Salió para ver a su hijo y su ángel jugar con la nueva pelota. Jack la saludo desde lejos sacudiendo su manita y Cas le sonrió, mamá respondió el saludo de la misma manera. Una bonita tarde de primavera necesitaba ser disfrutada afuera. Las flores de su jardín crecían fuertes y bellas, el sol de la tarde comenzaba tornarse anaranjado y las aves revoloteaban en el celeste cielo. Busco el asiento a un lado de la puerta, y se sentó con delicadeza, no soportaría estar parada un minuto más. Acaricio su hinchado estomago de 8 meses y cerró los ojos un minuto para relajarse. Su bebé se movió un poco como reacción a sus caricias, provocando una sonrisa en mamá. 

- ¡No, Jack! – Escucho gritar a Castiel.

Kelly abrió los ojos asustada, sin saber que pasaba, y solo apreciando al ángel desaparecer a un lado de la casa.

La pelota de Jack había rodado lejos, y el pequeño se apresuró a perseguirla, corriendo hacia el lago. Castiel corrió tras él y Kelly también, sin saber que pasaba. La pelota subió el pequeño barranco y término precipitándose entre las rocas al agua. Jack la persiguió hasta que sus pies no tocaron suelo. Justo antes de caer junto a su regalo, los brazos de su padre lo sujetaron contra él, evitando que siguiera corriendo. El alma volvió al cuerpo de Kelly al ver a Jack seguro en brazos de Cas.

- ¡Mi pelota! – Grito Jack, viendo hacia abajo como esta se marchaba con el agua, su rostro se llenó de lágrimas.

- Te comprare otra. – Aseguro Cas, abrazándolo con fuerza. – Solo no vuelvas a hacer eso.

Kelly apareció y abrazo al pequeño todo lo que su embarazo le permitía. No se había dado cuenta de que ella también estaba llorando.

- Ten más cuidado, cariño, no puedes correr sin mirar así. – Reprendió.

- Pero mamá, tengo un ángel cuidando de mí. – Objeto usando las palabras de su madre en contra.

Cas y Kelly rieron ante la defensa innegable.

- Pues tu ángel no va a querer darte más regalos si te pones en peligro. – Amenazo mamá.

El pánico inundo el dulce rostro empapado en lágrimas. Él quería regalos de su papá, saber que no los recibiría más era una tragedia.

- ¡Me portare bien! – Juro volviendo a retomar su llanto. 

La vida perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora