Capítulo veintiuno.

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Decidí levantar la vista para no parecer tan cobarde como soy, aunque no quiero verlo, ni hablarle por la extraña situación que estamos pasando, pero tengo que hacerlo.

Me mira con sus hermosos ojos verdes y me sonríe, aunque aún no suelta me suelta los hombros.

—Nos conocemos, me besas, te quedas a dormir a mi casa, ¿y ahora me tratas por un desconocido?—sus ojos irradian impotencia.

—Andrew—suspiro—. Creo que los dos sabemos que no valió tanto, si alguna vez tendré algo, quiero que sea algo serio.

—Nunca hablé de tener una relación…pero si tú quieres—eleva una ceja.

—Yo no quiero. No quiero nada, simplemente me confundes y no sé qué hacer.

—Sí hay algo que podrías hacer…

—¿Qué?—y me maldigo interiormente por preguntarlo, porque apenas esas palabras salieron de mi boca, me besó, pero lo detuve.

—Andrew…no.

—Amy, no te entiendo. ¿Qué quieres que haga? ¿Que hablé sobre mis sentimientos?—sugiere—. No soy cursi.

—¡Quiero que me digas quién mierda es Anabelle! Si no me lo dices, ¿cómo puedo confiar en ti? Yo no tengo secretos que ocultar, pero veo que tú sí.

Hace una pausa. Me suelta por los hombros y acto seguido mira el suelo.

—Ni yo sé lo que estoy haciendo en este momento—me dedica una última mirada y se va.

¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué fue eso?

¿Cómo quiere que confíe en él si no lo entiendo? Creo que llegó el peor momento de mi vida, el momento que nunca pensé que pasaría. Voy a pedirle un consejo a Lena, sobre un chico… será raro.

Apuro mi paso antes de que sospechen de mi estadía, tendré que inventar una excusa…diré que salí pero me olvidé un libro. Eso funciona y “explicará” mi tardanza.

­­­­ *               *              *               *

Alabada sea Lena, que inventó una excusa para que vaya a su casa.

Sí, no sé qué sería nuestra vida sin excusas, quizás un completo desastre.

—Cuéntame mi pequeña enamorada—dice Lena. No creo que aquel sea un buen apodo para mí.

—Nunca más me llames así. Pero te cuento—dicho esto, le conté cada detalle de la historia, hasta la de hoy.

Creo que aún está procesando todo, asiente repetidas veces, fijando la vista al suelo.

—No quiero deprimirte—dice finalmente y me asusta—. Pero hay algo muy raro. Quizá sólo quiere acostarse contigo pero lo hubiera hecho la vez que te quedaste en su casa…así que no sé, todo es posible. También esta esa tal Anabelle, que está muerta…¿y si era la novia?

—Se me cruzó por la cabeza, pero no creo. En la casa no vi señales de ella, alguna foto o algo. Pero tampoco vi la habitación de Andrew. Si quiere acostarse con alguien ya lo hubiera hecho con alguien de la escuela, él atrae a muchas, en especial a las putas.

—Ajám. Pero qué sé yo, quizá piensa que tú eres mejor en ello.

La miro con ojos desorbitados.

—Pervertida.

—¿Qué? Soy realista. Hago lo que puedo para pensar como un chico para descifrarlo.

—Y logras la mitad.

—Vamos a lo importante, ¿Cómo probarás que el siente algo por ti?

—¿Y si le digo lo que siento por él? No tiene que ser tan difícil.

—Me parece bien, pero promete que estarás bien.

—¿Por qué tengo que prometerlo?

—Porque en estas situaciones te pones nerviosa…

Sin aviso alguno, ya había tomado una decisión. Eso probaría que él siente algo por mí. Además no tiene que ser tan difícil…supongo, al menos lo intentaré. Y si fallo, quizá saldré lastimada, pero estaré más lastimada si él juega conmigo, a no ser que lo esté haciendo.

Lo que importa es que yo sí siento algo por él, pero ni siquiera sé cuál podría ser su reacción si se enterara, ni siquiera sé qué reacción quiero que sea. No quiero imaginarme cosas para ilusionarme, pero tampoco sé si tengo esperanzas.

En un día de San Valentín.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora