Capítulo 8 - Un día normal

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Al llegar a casa me sentía muy mal por la desgracia de Camila pero la verdad es que nunca pensé que una mascota fuera tan importante para una persona. Nunca me había encontrado en tal situación a lo largo de mi vida mi única desgracia fue la muerte de mi padre. Tampoco he tenido mascotas así que no se lo que es querer demasiado a una de ellas.

Ya en mi habitación me duché y me preparé para el siguiente día. A la mañana siguiente me vestí y al bajar a desayunar me encontré con la madre de Camila quien me pidió que la excusará, ya que no asistiría por hoy. Al pasar los segundos llegó Max y nos fuimos al colegio. En el camino todo parecía normal, a mi entender todo indicaba que sería un día normal. Debíamos llegar temprano para poder reponer el material del día anterior, ya que nos habíamos quedado con Camila.

Ya en el colegio nos informaron que el día anterior no había dado clases por los preparativos del torneo. Así que Max y yo nos sentamos a esperar que el profesor llegará para poder terminar con este día y poder ver a nuestra amiga. Llegó el profesor y empezó a hablar y de repente llegó alguien que era nuevo para mi vista. Era un chico apuesto, con un poco de músculos y una bella sonrisa. No sé qué me ocurría nunca había sentido esto por un chico.

El profesor le indicó que se fuera a sentar que había llegado tarde y le señaló un asiento en el fondo del salón. el chico vio que lo estaba observando y me sonrió. Yo me sonroje y cambia la mirada hasta el pizarrón donde el profesor tenía escrito los días faltantes para el torneo. Le hago señales a Max para que me observé y le digo:

- ¿Oye Max quién es ese chico que acaba de llegar? - le dije muy interesada en su repuesta.

- Es Rafael, el mejor jugador de baloncesto del colegio, pero es todo un patán. - me dijo molesto por mi pregunta.

- Lo siento pero me resulta atractivo. - le dije sorprendida por su actitud.

- Lo único que quiero es protegerte, el es malo como Rebecca, así que si yo fuera tú no miraría a ese chico que no vale nada. - me dijo aún más molesto.

- Te escucharé porque eres mi mejor amigo, pero no puedo evitar decir que es muy lindo. - le dije ya más calmada.

- Gracias por escucharme, yo siempre tengo la razón. - me dijo riendo a carcajadas que hasta el profesor se giro para ver quién era.

El profesor nos miró muy molesto y nosotros del susto bajamos la cabeza para poder esconder nuestra risa. Luego continuó con la clase y nosotros le prestamos atención. Llegó la hora del recreo y salimos corriendo por el hambre que teníamos. Fuimos los primeros en llegar y escogimos lo mejor de la cafetería. Nos tragamos la comida y volví a ver a Rafael. Era como un ángel su cabello negro, ojos azules y un cuerpo definido lo hacían mi chico ideal.

Max se percató que lo observaba y me miró fijamente con una mirada de halcón. Al darse cuenta que no quitaba mi mirada de Rafael, me dio una patada y reaccioné de mi nube rosa.

- ¡Que te pasa! Me duele la pierna, yo no soy un trapo. - le dije sorprendida por el golpe, sabiendo por que lo había recibido.

- Estaba despistando tu mirada del patán. - me dijo orgulloso de haberlo hecho.

- Ya no vuelve a ocurrir, te lo prometo. - le dije con una sonrisa.

- Espero por que sino estoy listo para patearte. - me dijo con una sonrisa malvada.

Seguimos riendo y dándonos golpes hasta que acabó el recreo. Al llegar a la siguiente clase nos tocaba tomar la clase de Laboratorio, pero había un problema Camila era mi pareja y hoy no asistió al colegio.

- ¿Max con quién me voy a sentar, si Camila faltó hoy? - le dije preocupada.

- No sé el profesor te asignará un compañero por hoy. - me dijo para tranquilizarme.

Ya sentados el profesor empezó a pasar asistencia y al nombrarme le indiqué que mi compañera no estaba. Él señalo a Rafael y le dijo que se sentará conmigo por el día de hoy. Yo me sonrojé y quería que la tierra me tragara, me escondía bajo mi libro pero sabía que me veía como una ridícula.

Al volver a mirar me doy cuenta que hay alguien observándome. Volteó la mirada y me percató que era Rafael riendo de mi actitud.

- ¿Cómo te llamas? - me dijo con una sonrisa angelical.

- Me llamo Catalina - le dije sonrojando mis mejillas.

- Que bello nombre. - me dijo agarrando mi mano.

Solté mi mano de la suya lo más rápido posible. Traté de no mirarlo por el resto de la clase. Lo único que conseguí fue quedarme dormida. Al sonar el timbre de salida, me desperté había dormido como una hora y media. Mientras recogía mis libros encontré una nota que decía:

" Espero volver a verte" Rafael

Me quedé paralizada, no sabía como reaccionar a esa nota. Nunca había pensado que un chico como él se fuera a fijar en mí. Max me dijo que era un patán pero esto lo cambiaba todo, ya sabía que era sentimental. De pronto siento una mano en mi hombro, era Max que me trataba de despertar de mi nube rosa, otra vez.

- No me digas que es del patán. - me dijo indignado.

- Si y espero que ahora entiendas que no es un patán. - le dije un poco furiosa por su actitud.

- Bueno es tu decisión, cuando descubras que es verdad lo que te digo no vengas arrepentida donde mí. - me dijo molesto y se fue sin esperarme.

Se fue y me dejó con la palabra en la lengua, sabía que Rafael lo había molestado por que él me lo había dicho pero eso no hace que Rafael se pueda enamorar de mi o algo así yo creo. Terminé de recoger y me fui a casa sola y pensativa. Durante todo el trayecto pensaba en si era cierto lo que decía Max o era cierto lo que me demostraba Rafael, la verdad estaba muy confundida.

Llegue a casa de Camila para decirle lo que habíamos dado en clase. Subí a su habitación y le di mis libretas para que tomará las notas de lo hecho en clase y llegó una pregunta que no me esperaba de ella ni de nadie:

- ¿Cómo estuvo el día de hoy?, me preguntó por cortesía en su mirada pude ver que Max no le había dicho nada.

- Nada, todo fue un día normal, le dije y me despedí diciendo que mi madre me quería temprano en casa.

Me fui y en el camino me sentía culpable por no haberle dicho lo que en realidad pasó.

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Agradezco los votos y le doy las gracias a todos los lectores que no se han perdido ni un capítulo.

Gracias

Louis Coss

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