Despertar hambriento

6.7K 227 123
                                    

Advertencia +18. Escenas explícitas, sexo y desnudos.

Astrid se despertó con la primera luz del sol, y vio que Hipo dormía en su pecho desnudo. Se quedó mirándolo durante un rato y sin evitarlo le pasó la mano por su pelo castaño haciendo que abriera los ojos. Hipo movió la cabeza para mirar a Astrid y le dedicó una sonrisa somnolienta.

—Buenas días milady.

—Buenos días, ¿te he despertado? —le preguntó Astrid sonriendo de oreja a oreja. Estaba muy feliz, y sabía exactamente porqué.

—Más o menos. Estaba encantado durmiendo en tu pecho.

Hipo se alejó del pecho de Astrid y se incorporó de un codo para mirarla mejor desde arriba. Él no pudo evitar dejar escapar una gran sonrisa al ver a Astrid con su melena dorada toda despeinada encima de la almohada, y con sus pechos al aire. Parecía que, ya le daba igual que la viera, o no se había dado cuenta.

Sin pensarlo, Hipo llevó una mano a la cara de Astrid y le recorrió con los dedos el rostro mientras seguía el camino de sus dedos con la mirada. Estaba tan feliz de estar casado con ella por fin. No podía estar más enamorado.

Astrid llevó su mano a la cara de él e hizo lo mismo. No podía creer que estuviera aún más maravillada de su chico, ahora su marido.

—Oye, ¿te sientes bien?

Astrid soltó una risita mientras ponía los ojos en blanco.

—No te preocupes Hipo. Ya me lo has preguntado muchas veces y ya te he dicho que estoy bien.

Hipo se sintió un poco abrumado por sus palabras. ¿Era acaso un pesado?

Astrid se dio cuenta de la cara que puso Hipo y de lo que estaba pensando, y reaccionó al instante. Se incorporó de la cama y se destapó para ir a parar a horcajadas encima de Hipo.

Una corriente sacudió los cuerpos de los recién casados cuando sus cuerpos volvieron a rozarse. Tenían las hormonas a flor de piel.

Astrid ignorando el calor que estaba empezando a sentir, llevó sus manos a la cara de Hipo y la sujetó entre ellas. Hipo intentó concentrarse en ese toque precisamente. No quería parecer un desesperado.

—No eres, y nunca serás pesado. Siempre te has preocupado y has cuidado de mí, y eso lo entiendo. Pero ahora me toca a mí asumir ese papel, pues ya somos marido y mujer.

Hipo sonrió ampliamente y llevó sus manos a sus muslos, haciendo que Astrid suspirara con su toque.

—No tienes que asumir nada tú sola. Estamos casados y debemos preocuparnos, cuidarnos, afrontar y vivir la vida juntos.

Astrid se aguantó las ganas de derramar una lágrima y se inclinó hacia delante para besar a Hipo con fuerza. Hipo le correspondió al beso gustosamente, llevando esta vez las manos a sus caderas. Mientras que Astrid acariciaba el pecho de Hipo con sus manos. Él suspiró fuertemente.

Astrid inconscientemente, empezó a moverse encima de su miembro, que estaba tapado por la manta. Astrid terminó el beso mordiendo el labio inferior de Hipo, mientras jadeaba. Hipo también jadeó ante la fricción de su sexo sobre el suyo, aunque no fuera directamente.

Hipo empezó a ponerse nervioso y llevó sus manos a los pechos de Astrid para tocarlos suavemente, mientras ella seguía moviéndose. Hipo le empezaba a corresponder. Por probar, con sus dedos índice y pulgar, tiró de los pequeños pezones rosas de Astrid, haciéndola soltar un gemido.

Hipo se asustó al ver la reacción de Astrid. Creía que le había hecho daño.

—Per-perdona, ¿te he hecho daño?

Juntos hasta el Valhalla (Hiccstrid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora