Primer contacto

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Advertencia +18. Escenas explícitas y desnudos.

Habían pasado unos cinco meses desde Hipo y Astrid se enteraron de que iban a ser padres. Hipo estaba muy entusiasmado con la idea, y estaba incluso ansioso por ver a su hijo o hija.

Astrid en cambio, aunque estaba muy feliz, se sentía inútil y creía que no iba a ser una buena madre. ¿Quién le diría que iba a tener niños algún día? A ella jamás se le había pasado por la cabeza hasta que empezó a salir en serio con Hipo. La idea de formar una familia con él se añadió a sus planes, pero la idea de actuar de madre no. ¿Y si no lo hacía bien? ¿Y si le pasaba algo al bebé por su culpa? No lo sabría hasta que llegase el día de su nacimiento. Y para colmo, Gothi le dijo a Astrid que debía guardar reposo al cuarto mes de embarazo, y no hacer grandes esfuerzos. Así que cuando Hipo se enteró, le dijo a Astrid que se quedara en casa. Astrid tuvo una pequeña discusión con él al respecto. Ella quería ser útil y ayudar como siempre había hecho. Pero para Hipo lo más importante en ese momento, era la salud de su esposa y de su bebé.

Astrid descansaba, completamente desnuda, en un gran cubo de agua que usaba para lavarse. Había decido darse un baño de agua caliente para calmar el estrés y la impotencia que sentía por no poder nada.

Astrid llevó una mano a su barriga y palpó el pequeño bulto que ya se notaba y que crecía dentro de ella. Su cuerpo había cambiado, y ella lo había notado. Sus pechos habían crecido al igual que su vientre, y también sus hormonas estaban a flor de piel. Por cualquier cosa se alteraba y tenía ganas de llorar, pero no lo hacía.

Se relajó, apoyando su cabeza en el borde cuando escuchó el ruido de la puerta principal abrirse en el piso de abajo. Debía de ser Hipo. Ahora cada día, llegaba más temprano a casa.

Los pasos de Hipo sonaron en las escaleras de madera y luego en el pasillo de la segunda planta.

—¿Milady?

Astrid al escuchar la voz de Hipo se le erizó la piel. Estaba tan sensible que sólo con oír su voz, y que la llamase de esa forma le ponía el corazón a mil.

—¡Estoy aquí! —gritó desde el baño.

Hipo abrió la puerta, pero no esperaba encontrarse con Astrid desnuda. Eso le incomodó un poco y le hizo ponerse nervioso. No había visto a Astrid desnuda desde la última vez que lo hicieron, que fue hace cuatro meses.

Hipo se dispuso a entrar y Astrid se incorporó. El jabón que había usado le tapaba algunas partes, pero no todas. Su vientre sobresalía en el agua. Hipo se quedó maravillado como todas las veces que lo veía. Era la única parte que había visto desde entonces.

—¿Cómo estás hoy? —le preguntó a Astrid mientras se acercaba más a ella.

—Bien, como siempre. Deberías dejar de preocuparte tanto por mí.

—Nunca dejaré de preocuparme por ti. Y ya lo sabes.

Su respuesta la tomó por sorpresa, pues le hizo recordar aquella vez en el Confín cuando empezaron a salir juntos de verdad. Esos recuerdos la pusieron algo nostálgica. Hay todavía seguían todos los dragones.

—Sí, lo sé. —ella le sonrió. Le echó un vistazo a Hipo y estaba tan guapo como siempre. La barba que le estaba saliendo lentamente le hacía más atractivo. Astrid no pudo evitar desearlo. Hacía bastante que no se entregaban el uno al otro, y ella lo necesitaba ahora muchísimo.

Juntos hasta el Valhalla (Hiccstrid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora