Ya habían pasado dos meses desde que Hipo y Astrid se casaron, y se habían convertido en la pareja real de Nueva Mema. Y por ahora eran unos jefes notables y a los que todo el mundo admiraba.
Su vida como casados, y viviendo juntos la estaban llevando mejor de lo que habían imaginado. A pesar de que no se veían tanto como querían por las tareas de jefes, pasaban todo el tiempo restante juntos. Sobretodo, se entregaban mucho el uno al otro casi cada noche. La verdad era que, era tal el amor que había llegado a rebosar tras la boda, que no querían que la llama se apagase nunca. Esa era la unión que habían necesitado para afianzar y consumir todo el amor que sentían.
Astrid llegó a casa al anochecer, después de haber estado todo el día ayudando a varios vikingos a hacer unos arreglos en sus casas y de haber estado patrullando. Cuando abrió la puerta vio que el fuego estaba apagado. Hipo todavía no había llegado.
Se agachó un poco para dejar el hacha al lado de la puerta y esto le causó náuseas. Llevaba todo el día un poco rara, y no sabía por qué, quizá se estaba poniendo enferma.
Unos golpes en la puerta recién cerrada le sobresaltaron. Abrió la puerta y vio a su suegra, Valka con una olla de comida en las manos. Astrid se le quedó mirando confusa hasta que recordó por qué Valka estaba allí. El otro día ella e Hipo la habían invitado a ir a su casa a cenar, pues hacían bastante que no cenaban los tres solos.
—Oh, perdóname, no me acordaba de que venías. -se intentó disculpar Astrid.
—No te preocupes, querida. Lo he supuesto por tu cara, y además sabía que Hipo y tú estaríais tan ocupados que nos daría tiempo hacer de cenar. Así que he traído algo de la Gran Sala, aunque hay que calentarlo un poco.
—Oh, gracias Valka. Me alegro de que lo comprendas.
Astrid le hizo un ademán para hacerla pasar y Valka se dirigió directamente hacia el fuego y puso la olla en las brasas.
—Claro que te comprendo. Yo también he estado casada y he sido jefa, aunque haya sido por corto plazo.
Astrid sonrió y se acercó al fuego para encenderlo. La luz del fuego iluminó toda la habitación, e iluminó los rostros de ambas vikingas. Valka destapó la olla, y se sentó en una de las sillas de madera junto a la mesa. Astrid se sentó a su lado.
—Seguro que lo hiciste mejor que yo.
Valka rió y negó con la cabeza.
—No te creas. No era muy popular, y ya sabes por qué.
Astrid cayó en la cuenta.
—Ah sí, por ser la defensora de dragones.
—Exacto. Pero eso ya es pasado. Toda la aldea habla de los buenos jefes que sois. Yo también lo pienso. Estoy orgullosa de lo que habéis construido mi hijo y tú.
Astrid se sonrojó un poco.
—Gracias. Lo hacemos lo mejor que podemos.
Astrid se levantó y cogió una de las velas para encenderla y ponerla en el centro de la mesa, junto a algunos vasos y cubiertos de madera.
—Por cierto, ¿qué tal está Hipo?
—Bueno, últimamente está algo cansado, y le obligo a descansar, aunque él no quiere. Ya sabes como es de cabezota.
Terminó de poner los cubiertos y se volvió a sentar.
—Jajaja sí que lo sé. Es igual que su padre. Pero no te preocupes, es normal. Tú también lo estarás.
—La verdad es que sí, pero yo sé que él lo estará aún más pues, hace el doble que yo.
—Tener responsabilidades es así. Ya veréis cuando tengáis niños.
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Juntos hasta el Valhalla (Hiccstrid)
FanficDespués de Cómo Entrenar a Tu Dragón 3, continúa la vida de Hipo sin Desdentao. Ahora ha empezado una nueva vida con su esposa Astrid, lo que conlleva el crecimiento de su familia y la incorporación de sus dos hijos. La familia Haddock estará más un...