Hey nena - Capítulo 3.

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A la noche siguiente me encontraba en aquel lugar que odiaba tanto a estas horas

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A la noche siguiente me encontraba en aquel lugar que odiaba tanto a estas horas.
-Maldición-maldije por lo bajo, me sacaba de quisio los hombres que andaban de lanzados o incluso los que eran casados y venían a acostarse con otra mujer ¿Con qué necesidad? No lo sabia-que esta noche pase rápido-chasquee la lengua viendo el reloj de pared que recién marcaba las una de la mañana. Suspiré pesadamente y pensé en ese albino burlón fanático del helado de fresa.
-¿Dónde estará?-pregunté por lo bajo mientras limpiaba la barra.
Hoy no lo vi porque no trabajé en el turno de la mañana pero ¿Habrá venido?
Salí de mis pensamientos en cuanto la puerta principal se abrió y mostró algo que me dejó helada.
-¿Dante?-pregunté al verlo cubierto de heridas y con las ropas un poco desgastadas.
-Así que volviste-me sonrió.
-¿Qué te sucedió? ¿Estás bien?-ignoré sus palabras e iba a cruzar la barra pero una mano de Dante sobre la mía me detuvo.
-Estoy bien, no te preocupes-dijo sentándose ante mi.
-¿Seguro?
-Si mujer-respondió rodeando los ojos-¿A estas horas sigue en el menú los helados de fresa?
Sonreí negando con la cabeza levemente, estaba herido y solo pensaba en comer.
-No, pero puedo hacer una excepción para ti-comenté apartando la mano de la suya y pude ver sus ojos brillantes de la emoción.
Le preparé una copa con tres bochas de helado, le puse crema y por último sobre todo ello una fresa.
-Ten-se lo entregué-la casa invita-le guiñe un ojo. 
-Gracias-sonrió tomando la copa-voy a venir más seguido de esta forma.
-Tampoco te pases-reí apoyando los brazos sobre la barra y lo observé detenidamente.
¿De qué trabajaba? O capaz que habrá tenido alguna pelea, quién sabe.
-¿Qué te paso para que llegues así?
-Una pelea-respondió llevando la cuchara en la boca.
-¿Y no eres capaz de ir a curarte esas heridas?-en respuesta alzó los hombros aún con la boca ocupada por la cuchara-¿Al menos me dejas curar de esas heridas?
-No te preocupes-quitó la cuchara de su boca-ya te he dicho que estoy bien.
No le hice caso, busqué bajo la barra una pequeña caja dónde tenía todo tipo de medicamentos e incluso vendajes por las dudas si algo malo sucedía.
-No-negué, tomé la caja y crucé la barra para quedarme ante él.
-Eres pesada-suspiró, fruncí el ceño y extendí la mano.
-Dame tu brazo-ordené en cuanto vi que parte de la piel de allí estaba bastante herida.
Bufó y cedió extendiendo el brazo, poco a poco fui vendado sus heridas, por alguna extraña razón sentía sus ojos sobre mi y eso en parte me hacía sentir un poco nerviosa ¿Yo nerviosa? ¿Qué me sucede?
-Listo-terminé y aparte para ver que la mayoría de las heridas estaban cubiertas.
-¿Feliz?-alzó una ceja y asentí sonriente como respuesta.
Borré la sonrisa en cuanto vi entrar a dos personas, ambos hombres de cabello negro al igual que sus ojos.
-Debo trabajar-avise a  Dante,  quien tenía la mirada en ellos.
Crucé la barra nuevamente y me acerqué al dúo.
-Buenas noches-saludé sonriendo-¿Qué van a tomar?
Ambos estaban cabizbajo, no podía ver sus ojos pero uno susurró algo que no llegué a oír.
-¿Qué?-me incliné apenas hacia adelante-¿Me lo puedes repetir? No llegue a oírlo.

Sangre.

Me hele en cuanto alzaron sus rostro y mostraron unos ojos rojizos como las mismas llamas del infierno.
-Tú sangre-gruñó uno sonriendo, sus dientes eran deformados pero afilados como cuchillas capaces de desgarrar cualquier cosa que interviniera en su camino, y esa era yo.
Tragué fuerte dando un paso hacia atrás, ambos comenzaron a moverse, se podían oír sus huesos crujir y como mostraban su verdadera forma.
-¡Dame tu sangre!-gruñó la bestia de un tono azul oscuro. Se lanzó hacia mi, lo único que pude hacer es cerrar los ojos esperando lo peor pero alguien me sostuvo en sus brazos y alejo de allí.

¿Pero qué?

Abrí los ojos y vi a...
-Dante-nombré asombrada.
-Ella no está en el menú-comentó un burlón peliblanco.
-Danos a esa mujer-ladro el acompañante.
-¿Acaso no saben que a las damas hay que tratarlas bien?-ignoró las palabras del otro mientras me bajaba suavemente de sus brazos-y claro, no comerlas-agregó dando un paso delante de mi para protegerme.
-Maldito-maldijo la bestia azulada y se lanzó a él.
De manera impresionante lo tomó del cuello y sonrió de lado.
-No me subestimen- y lo lanzó hacia una habitación en donde jugaban poker, la gente que estaba dentro salió horrorizada.
-¡Cuidado Dante!-advertí al ver al otro lanzarse hacia él pero fue en vano porque de una patada lo metió a la misma habitación.
Los que estaban allí viendo la escena gritaban horrorizados y corrían por sus vidas fuera del lugar.
-Bien nena-dijo Dante caminando a paso lento hacia la habitación-será mejor que no veas esto-agregó sonriéndome, se metió en aquel lugar y cerró la puerta detrás suyo.
El silencio invadió en el lugar, observé que la barra estaba destrozada y ni quiero ver el infarto que le va a dar a mi jefe al ver que todas las botellas caras de alcohol que compró hace poco estaban en el suelo hechas añicos.
-Mierda-maldije tragando fuerte, voltee al oír disparos y gruñidos dentro de la habitación.
¿Qué estaba sucediendo? Con solo pensar en esas dos bestias se me helaba la sangre pero pude notar que Dante fue capaz de retenerlos ¿Quién mierda es? No conozco a ninguna persona que sea capaz de hacer lo que él hizo, de ninguna manera.

Hҽყ ɳҽɳα.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora