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De lo sucedido no se tocó nunca más, incluso tuvimos distancia con Dante yo hacia mi trabajo, él llegaba, me daba mi dinero y me iba tras despedirlo. Solo eso y admito que duele un poco, me duele y hace sentir muy confundida. -Maldición Dante-suspiré hundiéndome de hombros. La hora de ida estaba llegando y Dante todavía no aparecia. -Raro-dije por lo bajo a la vez que me tiraba en el sofá de tres lugares donde Nero juega con su consola. Suspiré recordando otra vez lo sucedido, su rostro cerca del mio, sus labios deseos y yo... -Mierda-maldije cerrando los ojos, sentía el rostro caliente, menos mal que no había nadie. A los pocos segundos me quedé dormida. Habrán pasado segundos, minutos u horas ¿Quién sabe? Pero la puerta principal abriéndose y unas botas pesadas me hicieron despertar y ver a Dante besándose desenfrenadamente con esa mujer de la otra vez.
Que asco.
Pensé frunciendo la nariz pero algo dentro de mi pecho apretaba y dolía mucho, trataba de no prestarle atención. -¿Y llegas tarde por esto?-dije levantándome del sofá, ambos me vieron con asombro. -¿Qué hace ella aquí?-preguntó de mala manera la zo... digo mujer. -____, pensé que te habías ido-dijo Dante y aclaró la garganta. -Me hubiera ido si por lo menos te hubieras dignado en venir, darme el puto dinero y así poder estar ya en mi casa y sin que nadie me joda-respondí secamente. -No le hables así-gruñó la gata. -Esto es entre él y yo, no te metas-dije sin siquiera mirarla. -Ve arriba-ordenó a la rubia que miró confusa a Dante-en un rato voy ¿Si?-la miró y regaló una sonrisa que a cualquiera derretiría, incluso a mi maldición. -Esta bien cariño-asintió apenas la desconocida, le doy un beso en el cachete y al pasar por mi lado me fulminó con la mirada. -Uff, si las miradas mataran-dije alzando las cejas en cuanto ya estaba arriba. -¿Es necesario todo esto? -¿Todo qué? Ya son las 11 de la noche y yo ya me tendría que haber ido hace mucho. -Lo hubieras hecho ¿O qué? ¿Querís verme? -¿A ti?-y solté una carcajada.
Si.
-En tus sueños. Que mentirosa que soy, me va a crecer la nariz como pinocho. -Vamos, no te pongas celosa por ella-sonrió de lado-tengo lugar para ti. ¿Estaba oyendo bien? No, no puede ser. Lo esperaba de todos los hombres pero ¿De él? Jamás y dolía mucho. Abrí la mano y se la di en la mejilla derecha lo bastante fuerte para hacerle correr el rostro de lado. -Que te quede en claro que no soy un objeto-fruncí el ceño sintiendo un nudo en la garganta-idiota. Pasé por lo lado, abrí la puerta y la cerré detrás de mi con fuerza, quería irme de allí lo más rápido posible.
