Lo despertó un sonido que le resultaba conocido, pero no lograba identificar, aunque cuando abrió los ojos ya había parado. De todas formas, se dio cuenta apenas encendió la pantalla del celular.
Once llamadas perdidas. De Sofía por supuesto.
Rodrigo se sentó sobresaltado y la llamó enseguida.
—¡¿Me querés decir qué carajo te pasó?!
Tuvo que apartar el aparato de su oreja para no perder el sentido del oído para el resto de su vida.
—Hola Sofi, yo muy bien, ¿vos?
—¡Dale tarado! ¡Pensé que te habías ido a tirar de un puente o algo!
Rod no pudo contener una risa.
—Ehhh, calmate amiga.
—Decime —suspiró ella.
—Básicamente, salí a caminar a la madrugada y me encontré a Matías hecho un desastre, ahora mismo está durmiendo en mi sillón.
Hubo un momento de silencio, y cuando la chica habló, parecía que la curiosidad le hubiera ganado al enojo.
—¿Cómo que Matías? —preguntó.
—Sí, Matías —. Él sonrió inconscientemente. —Y ya que lo decís, tengo que ir a ver si se despertó para retarlo. Después te llamo.
Cortó sin darle tiempo de contestar, aunque ella igual se había quedado en silencio del otro lado. Pensando en las coincidencias de la vida.
Justo cuando estaba dejando el teléfono y empezando a intentar levantarse, Rod vio a su amigo aparecer en la puerta de la habitación.
Con unas ojeras más negras que su pelo y cara de lunes por la mañana.
—Miren quién se dignó a aparecer —. Ignoró el aspecto del chico, se merecía el discurso estuviera como estuviera.
—Rod...
—Rod nada, ¿me vas a explicar qué hacías solo, borracho, en una esquina a las cuatro de la mañana y con la edad que tenés?
Matías llevó una mano a su pelo intentando peinarse, solo para lograr parecerse todavía más a un vagabundo.
—No hace falta el sermón, Rodrigo.
El aludido se levantó y caminó hasta estar frente al otro.
—¿Sabés que nos podrías haber llamado? ¿Qué pasa si te perdías? ¿Qué pasa si te matabas?
Empezó a elevar el tono sin darse cuenta.
—¿Por qué te preocupo tanto? — El despeinado hizo una mueca parecida a una sonrisa.
La pregunta lo tomó por sorpresa e hizo que se quedara en silencio un momento, lo que solo profundizó la sonrisa de Matías.
—¿Cómo conseguiste el alcohol? —Preguntó por fin el más grande, hablando entre dientes.
—Tengo contactos —. Habló sin borrar su gesto de burla, que desentonaba un poco con su aspecto desastroso y su tono cansado.
Rodrigo aceptó que iba a ser inútil intentar hablar razonablemente y salió de la habitación, apartando al otro chico del camino.
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no lo leas, tiene hantavirus
Fanficsí, es un matsquare, tenés algún problema capo? lo escribo pero porque me pagan o eso espero los capítulos son más cortos que mi futuro pero bue, dale una oportunidad, qué sé yo