Capítulo II: Huida al bosque.

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Tal y como los pensamientos Flora la tricionaron, Crystal bajaba del carruaje con un vestido pegado corte sirena amarillo con diamantes en la parte de arriba, zapatillas del mismo color, con un abrigo azul cielo, aretes de diamante y peinada con una trenza de lado, maquillada sencillamente.

Escuchó que la puerta se abría y como alguien gritaba: ― ¡La futura reina de Linphea está aquí! ― no le dió mucha importancia, suspiró y miró el regalo de Layla que tenía en sus manos. Una pequeña sonrisa y un rayito de esperanza se dibujó en su rostro, aún quedaba algo de la fiesta que la podía sentir especial y amada por sus amigas.

Tomó las escaleras y justo cuando estaba punto de ir hacia sus amigas se detuvo en seco, Crystal estaba rodeada de los especialistas y de sus amigas, incluyendo de Helia, Layla y las pixies. Crystal le entregó a la cumpleañera una caja adornada de un papel dorado con un moño azul y una nota de cumpleaños, no se movió, sentía curiosidad por saber que era ese regalo que le trajo Crystal a su mejor amiga.

Layla lo abrió luego de leer la nota y agradecerle a la princesa de Linphea, quitó el papel blanco y sus ojos se abrieron de par en par al ver las hermosas zapatillas de ballet que venían, eran doradas, hermosas y únicas para la visión de la morena. A Flora se le humedecieron los ojos cuando Layla sacó aquel hermoso par de zapatos. ¿En qué estaba pensando? Ella no podía compararse con Crystal, ella las había probablemente comprado hace unas horas y ella... Ella había ahorrado todo su dinero para que al final quedará como una mal amiga y una copiona frente a todos.

¡No lo iba a permitir! Con dolor en su corazón fue a la puerta principal y la abrió, corrió alzando su vestido y cuidando de que el regalo no cayera pero fue inútil, se interno en el bosque dejando que ahora sus ojos verde esmeralda liberarán las lágrimas saladas de dolor y traición. Tiró el regalo el cual se abrió pero ya no le importó y siguió corriendo sin mirar a donde iba.

La luna y las estrellas miraban su dolor de la morena clara, unos minutos más tarde Flora sentía como su corazón quería escapar de su pecho de tanto dolor y adrenalina, quería arrancarselo, quemar ese sentimiento de traición por sus amigas, ni quiera su novio le había dirigido la palabra más que esa acción de abrazo. No le preguntó cómo estaba, o lo hermosa que se veía, ni siquiera la miró a los ojos...

― Desearía que fuese una pesadilla ― susurró la chica mirando a la luna, los árboles se movían con el viento. Secó sus lágrimas un poco con el dorso de su mano ―. Luna, dime que eres testigo de lo que pasó está noche... Qué ellos me traicionaron, que no soy nada para ellos, y que.. ― nuevas lágrimas brotaban ―. Helia no me ama en realidad... Por favor... ― suplicó la joven.

Cayó de rodillas al suelo, ocultando su rostro con sus manos, esperanzada por poder regresar y que sus amigas estuvieran preocupadas por su regreso, que Helia le dijera que la amaba y que todo fuese como antes.

― Soy testigo.. ― una voz cálida y amable hizo que Flora secara sus lágrimas y se pusiera con lentitud de pie. Sabía que había escuchado una voz. ¿Pero de dónde? ―. Soy testigo... ― volvió a repetir.

― ¿Quién está ahí? ― cuestionó la chica con un poco de miedo pero con voz firme ―. Vamos, sal de donde estés escondido ― miró a su alrededor y sólo veía la obscuridad y los árboles que aún seguía moviéndose con la brisa nocturna.

― Por aquí mi niña... ― Flora miró a la luna y está tomó forma de una humana con un brillo que dejó que Flora no pudiera ver debido a su intensidad, la mujer era de piel nivea y blanca como la nieve, ojos azules claros, cabello negro con puntas azul marino, un vestido del mismo tono con botas altas negras, y peinado real, portaba una capa elegante con una capucha. Al terminar su transformación estaba en el suelo sin ningún brillo alguno. Quitó la capucha de su cabeza y miró a Flora con cariño y algo maternal.

― ¿Quién... Eres? ― susurra el hada de la naturaleza mirando con asombro a la mujer de unos centímetros más alta que ella.

― Soy Moon, y tú eres Flora, no hace falta presentaciones estrella ― dijo la mujer tomando un poco el rostro de la chica observando que todavía estaba húmedo por las recientes lágrimas de dolor ―. Has sufrido mucho esta noche, ¿no es así estrella?

Flora bajó la cabeza, y no soportó más. Las lágrimas hicieron su trazo y abrazó a esa mujer que se hacía pasar por la Luna. Moon la tomó en brazos y acarició con suavidad la cabellera castaña de la chica.

― Ya. Ya. Ya... Déjalo salir todo... ― Flora se sentía cansada, quería seguir luchando por sus amigos pero... ¿Qué motivos les daban? Lo único que quería era un abrazo y esa mujer se lo había dado. Se separó con cuidado y Moon la miró, tan inocente y pura... Quizá podría... ―. ¿Te sientes mejor estrellita?

― ¡No! ― chilló Flora negando ―. Mis amigos no saben que existo, mi novio no me dirije la mirada y es como si no existiera para nadie... ― soltó de repente.

― Oh, estrellita. Realmente lo siento, debe ser duro para ti soportar esto durante estás semanas... ― dijo Moon preocupada.

― ¿Cómo lo sabes?

― Te veo, eres testigo del dolor y sufrimiento desde que esa muchacha llamada Krystal entró a tú grupo de amigos... No es divertido ocupar la posición de la menos deseada, ¿verdad? ― Flora negó ―. Te propongo algo, haré que olvides tú dolor, todo lo que eres, a tus amigos, tu vida aquí. Serás alguien nueva...

― Pero... Mis padres, mi hermanita... ¿Qué hay de ellos? ― Moon acarició el cabello de Flora.

― No te preocupes, ellos serán los únicos en tu existencia. ¿Qué te parece si vamos a mi reino? Es más cómodo y cálido que estar platicando aquí en el bosque a mitad de la noche ―Flora asintió y Moon pasó su capucha por los hombros de la joven hada y ambas se encaminaron al castillo de Moon.

El castillo de Moon quedaba en los cielos, así que la reina utilizó un carruaje para llevar a Flora, no quería que desgastará su magia y que tampoco volará, ya en el castillo Moon le entregó un pijama calientita a Flora de color azul marino con estrellas blancas, le pidió que pasara a la sala de estar y que entrara en calor junto a la chimenea. Flora asintió y así lo hizo, mientras trataba de que sus manos y sus pies entrarán en calor se preguntó a si misma que estarían haciendo sus amigos, si ya se darían cuenta de que no estaba, y la saldrían a buscar...

― Te he traído esto estrellita ― Moon llevaba en sus manos una taza de chocolate caliente para su invitada ―. Sé que a los humanos les gusta ― se hincó junto a la joven.

― Gracias... ― Flora tomó la taza con pequeños malvaviscos, sopló y luego bebió un poco. Sabía muy bien.

― Estrellita, ¿gustas algo más? ― Flora negó.

― Moon... Dijiste que podías ayudarme... ¿Cómo?

― Es muy fácil estrella, sólo haré que tus recuerdos se borren... Pero necesito algo a cambio.

― ¿Algo a cambio? ― susurró Flora mirándola fijamente.

― Tus alas Flora. Quiero tus alas ― dijo seria Moon.

― ¿Por qué mis alas?

― La mayor parte de tu magia se centra ahí, si me das tus alas, yo haré que olvides todo de tu pasado ― explicó Moon.

Flora se quedó pensativa. Por una parte amaba ser un hada, desde pequeña siempre soñó con estudiar en Alfea, entregar todo de sí y enamorarse, pero... Por otra parte quería olvidar lo que sus "amigas" le había hecho. Ellas les demostraron que Crystal, alguien de la realeza era más importante que ella, una chica común.

Sí ellos no querían saber nada de ella, entonces ella tampoco. Estarían a la par y eso era sano en una relación.

― De acuerdo ― dijo firme.

Moon la miró sorpresivamente, pero sonrió.

― Mañana en la mañana comenzará tú nueva vida.. ― se acercó a ella ―. Mi hija. Mi Star ― y plantó un beso en la frente de la chica.

𝔽𝕣𝕚́𝕒 𝕔𝕠𝕞𝕠 𝕖𝕝 𝕙𝕚𝕖𝕝𝕠 ❆╎𝒇𝒍𝒐𝒓𝒂 & 𝒉𝒆𝒍𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora