Es linda

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Unas voces llegaron desde la sala o la cocina, podía escuchar cosas moviéndose y personas hablando, recordé que Zora estaba en casa, pero no había con quien pudiera hablar, sin esperar mucho me puse de pie, para descubrir el segundo invitado.

— ¿Hace cuánto salen ustedes? —esa era mi madre, no entendía su razón de estar aquí, tal vez anoche no la tranquilicé y solo alerté sus sentidos para que viniera esta mañana o eso esperaba.

—Unos meses, ha sido una buena experiencia—respondió Zora, lo más probable es que se haya levantando y comenzara a hacer el desayuno, luego de lo de anoche, seguro me dejó dormir un poco más, sonó el timbre y ella abrió la puerta, pero no me acuerdo haber oído nada.

—Tus ojos son muy lindos.

—Gracias—la voz de Zora salió apenada, me la imaginaba ocultando su rostro tras algo—Es lo único que heredé de mi madre.

—Debe ser una mujer muy bella

—Sí, ella era grandiosa.

— ¿Te gustaría venir esta noche a la fiesta del compromiso de la mi hija?—aunque lo preguntaba sabía que era más una orden que cualquier cosa, no era una sugerencia ni nada, pero llevar a Zora a una reunión semejante era igual que presentarla de forma formal, donde toda la familia iba a estar reunida, mi madre jugaba muy bien sus cartas.

—Su hija se va a casar que felicidad, enhorabuena— nunca le había dicho nada de Gileth a Zora, ella se vieron ese primer día, pero más nada a partir de allí.

—Sí, la pequeña Gileth, es menor que Faris

Gileth aunque se casara seguía siendo la pequeña de la casa, esa que todos protegen, mi pequeña hermana.

Zora guardaba silencia, seguro pensando en todas las posibilidades si aceptaba ir a esa fiesta de compromiso, pero también estará preguntándose porque no le comenté nada y si la quería en tal lugar.

—Ya, me gustaría—dijo con simpleza, como queriendo terminar esta conversación, era mi momento de actuar y salvarla de todo ese desastre y arena movediza que mi madre la estaba hundiendo.

—Madre que sorpresa que estés aquí—la saludé dándole un beso en la mejilla, y un abrazo, quería hablar en privado con mi muy oportuna madre.

Me di cuenta que Zora se veía incomoda en esa situación, traía puesta una de mis playeras, que le llegaba a medio muslo.

—Hijo ¿Cuándo me ibas a contar de Zoraida?—era una acusación más que una pregunta, en sus ojos pedía respuestas.

—Eso, es muy buena pregunta —pongo mi manos se coloca en la espalda baja de mi madre para alejarla de Zora y poderla guiar a la salida— ¿Qué haces aquí?

—Venía a ver como andaba todo

—Me parece raro que te haya dejado pasar—le dije mirando como Zora seguía haciendo cosas en la cocina como si fuera la suya propia, ojala que en un futuro todo se volviera real, y que sea uno muy cercano.

—No lo hizo—sus palabras hicieron que regresa la atención a mi madre—De hecho quedó sorprendida con mi presencia y yo con ella, pero tengo llave, hijo, se te olvida—me mostró las llaves en sus manos.

—Creo que será mejor quítatela—no me iba a poner a jugar con ella, mejor era que las dejara por cuenta propia sin mucho juego.

—Sabes que es por emergencia—me miró recordando todo lo sucedido y cuando más de una vez tuvo que usarlas.

—Dudo que pasen nuevas emergencia—solo miraba a Zora, ella era la nueva luz de mi camino, nueva forma de ver el mundo.

—Es muy linda—susurró, mirándola, ella no se daba cuenta de todo lo que pasaba aquí, era como si estuviera muy concentrada en sus cosas.

—Sí, es grandiosa—la apoyé

—La quiero ver esta noche—exigió tomando sus cosas, me amenazó con una simple mirada, como hacía cuando era niño, no importa el tiempo que pasara, me seguía intimidando—Los dejare solo para que sigan, fue un placer conocerte, linda—susurró la primera parte con una mirada que daba muchas señales y la segunda la gritó para que Zora supiera que era con ella.

—Igual señora—nos dejó solos, rápidamente, me acerqué a la cocina y abrace a Zora por detrás.

—Creo que está en la forma más rara de conocer a los suegros que pudo haber ocurrido—me dijo mientras seguía con sus acciones de cortar y darle vuelta a la tortilla.

—Existen peores, Zora—avisé para que viera que no era tan grave, lo sucedido, aunque no creo que la situación se convirtiera en una muy cómoda, todo se había salido de control

—No lo dudo—me apoyó, lo más probable es que no pensara en una peor situación, pero que existían, lo hacían. Se dio la vuelta entre mis brazos una vez que apago las cocinas—Y ¿mis buenos días?

—Buenos días— le di un beso y la cargué hasta el mesón.

—Espera, ¿qué crees que haces?—me preguntó cuando deslizaba el cachetero por sus piernas.

—Preparando mi desayuno—le respondí, pero ella ya me esperaba gustosa— Me encanta como te queda mi camisa, pero estas mejor sin ella.

Le abrí la camisa dejándola completamente descubierta, baje la cabeza para chupar, lamer y morder, cuando estaba temblando introduje dos dedos mientras con el pulgar daba vueltas en el botoncito del placer, provocando que soltara unos muy tiernos sonidos.

El ruido de unas llaves y una puerta me alerto mire a la dirección y estaban las llaves en la mesa del recibidor, mi madre había entrado y salido, seguro nos cacho, pero somos adultos no había regaño existente, aun así no se volvía mas cómodo.

—Tu madre nos vio...—se comenzó a acomodar, pero ya era tarde, se había ido, como llegó.

—No, claro que no—se puede decir que intenté engañarla para que olvidara, pero no lo iba a hacer.

—Estoy tan avergonzada—me dijo colocando sus manos sobre sus cara para taparse y se termino de recostar en el mesón—No vengas que hay peores situaciones.

—Si las hay—recordé, ella solo quitó sus manos para verme por entre los dedos—Aunque esta debe estar en el top 10.

—Oh, por todos los cielos.—la bese, y le pedí que fuéramos a bañarnos, para luego desayunar e ir rápido a su casa para buscar ropa para esta noche, con eso ultimo cause una molestia por su parte porque me miró con indignación antes de decir en palabras aquello que tanto le molestaba.

—Esperas que vaya—era medio pregunta y reclamo— ¿Con qué cara veré a tu madre?

—Con la que tienes y además es la única. —me empujó hacía un lado para quitarme de encima y bajarse.

—Muy gracioso, te mereces un premio de comedia—remató el sarcasmo acomodando las cosas en el comedor

—Vamos, Zora, no seas tonta, somos adultos—le pedí pasando las cosas que estaban ya listas en los platos.

—Sí, pero igual—se terminó de abrochar la camisa y me esperaba apoyada en la silla, era perfecta para una foto.

—Vente niña quejica vamos por lo que dije—la tomé del brazo para que fuéramos al baño por esa ducha que había comentado antes.

—Si eres mandón—se deshizo de mi amarre y se disponía a sentarse—Vamos a desayunar y luego...

—No creo desayunar tranquilo—la interrumpí mostrándole mi problema entre mis pantalones de pijama, muy notoria gracias a la tela.

—Oh, ya veo por qué quieres la ducha, está bien ganas vamos por la ducha—me avisó, deslatándose la camisa y dejando que esta se deslizara por sus brazos hasta terminar en el suelo.

La tome por la mano para que no tuviera tiempo de arrepentirse y poder tomar la ducha que necesitaba, si no quería bolas azules.

Ahora sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora