Sonreía de nuevo

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Poco a poco la luz volvió a mí, sentían los parpados pesados, la garganta seca, y una leve molestia por todo el cuerpo, era extraño, era una sensación muy sumergida en mi, desde el interior de mi cuerpo, nunca había tenido esto.

Al mover la mano tenía una jeringa en la vena dándome suero, miré alrededor y estaba solo en un cuarto de hospital. ¿Cómo había llegado aquí?, ¿Qué había pasado en la noche?, decir que la desesperación iba en aumento era poco, literalmente me estaba volviendo loco.

Solo recuerdo la constante voz de Aida y mis deseos de dormir, descansar pero más nada, todo era blanco, o mejor dicho, negro, la oscuridad tan sofocante que tenía luego de haber...tomado las pastillas, tal vez estaban malas vencidas y no sabía, llevaban una temporada en la casa, tal vez debí revisar la etiqueta a mas profundidad.

La puerta se abrió y apareció mi hermana, los ojos los tenía con un leve color rosado alrededor del iris, al verme quedó en estado de shock, sacó la cabeza para avisar con un grito que me encontraba despierto.

— ¿Estás bien?— se puso a mi lado, pude apreciar sus ojeras, tal vez lo rosada era a causa de lagrimas derramadas,

— ¿Dónde estoy?

—En el hospital...—miró a otro lado como teniendo miedo de decirme las razones de mi estado actual, pero necesitaba respuestas con urgencia y esto no se iba a quedar en medio de silencios.

—Eso lo sé, Gileth— le tome la mano y en mi dorso estaba la vía., mi mirada se perdió en ella, pero mi hermana me subió la mirada. — ¿Qué hago aquí?

—Mi mamá te encontró. —una caricia recibí de ella, su mirada me daba pena, no estaba equivocado, yo le daba pena.

— ¿Me encontró? — recordé un timbre, pero era de teléfono cuando estaba de cierto modo sumergido en la oscuridad.

—No recuerdas— sus lágrimas caían rápido por sus mejillas— intentaste suicidarte

Los recuerdos de esa noche llovieron y caían sobre mí, como grandes ladrillos lanzados desde arriba, muy arriba

—No intenté suicidarme— le aclaré.

—Tenías una sobre dosis de diasepam en tu sistema, y no tratabas de suicidarte. —no me estaba explicando nada, era su forma de ver si las conclusiones sonaban lógicas puestas todas juntas, mi hermana tenía razón no había nada cuerdo en eso, pero la sobredosis fue accidental.

—Me quería dormir y no surgía el efecto deseado lo suficientemente rápido. — miré a otro lado, pues en ese momento no pensé en nada, solo quería callar mis fantasmas, literalmente— Se que no era lo idóneo pero no era para tanto mi error

—Las secciones no funcionan—Sentenció poniéndose de pie, y cruzando sus brazos, se veía molesta, ella sabía que le estaba ocultando cosas, algo había que estaba callando y no le revelaba a nadie.

—No puedes culpar a mi psco...

— ¿En serio? Veamos, no habías tratado de suicidarte antes—comenzó a enumerar para que viera con claridad todo lo que pasaba y de las cuales no me percataba o no prestaba atención.

—Te repito que no fue intencional

—Sigues pensando en ella

Ay, cuñada es más que eso—intenté buscar a Aida que otra vez hablaba solo que esta vez no estábamos solos.

—Han pasado años, hermano, Aida está muerta. — cuanta verdad y mentira en una frase.

Mis ojos se fueron al ramo que estaba al lado de mi cama, eran rosas rojas brillantes, tan vivas como no lo está ella, mi amor, mi gemstone.

Ahora sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora