Despertando al oso

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El silencio reinó en la mesa, por unos momentos sus ojos estaban apenados, en su rostro se reflejaba la incomodidad de no saber qué decir, era como si se hubiera equivocado en algo y no era así, ella solo buscaba respuestas, a eso que no era capaz de decir en voz alta y que luego de mucho tiempo lo dije.

—Disculpa mi indiscreción, debí tener cuidado—con su mano cubrió su rostro como intentando ocultarse de mí, de mi mirada aunque no la estaba acusando de nada.

—Descuida, debí haber comentado algo hace tiempo—le confesé, ella solo quería respuestas y las tenía, me sentía un poco más tranquilo, aun con un poco de peso en la espalda, pero estaba mejor, saboreaba la libertad, que aun era lejana, pero visible.

—No te juzgo, es difícil hablar de esos temas, más cuando son nuevos, dos años es un tiempo intermedio— era como si estuviera leyendo algo, era fría como si entrara en su papel de doctora— ¿Cómo estas con eso?

—Supongo que mejor— le di una sonrisa—Ahora puedo decir, con seguridad, que estoy en lo cierto.

Le tome la mano y le di un suave apretón, ella vio nuestra unión y solo se medio levantó de la mesa, para estirarse sobre ella y posar sus labios en los míos, como un pájaro en vuelo que decide descansar por breves minutos sobre los cables eléctricos. Ni el pájaro ni los cables, sufren daños, pero aun así obtienen el contacto perfecto para estar juntos.

Como surgió se perdió, breve, pero tan potente que dejo una sensación de cosquilleo en mis labios, no saboree su sabor, no acaricié su piel, solo fue un descanso del vuelo. Me dejó con deseos de más...que el pájaro nunca hubiera regresado en vuelo, y se mantuviera en el reposo.

—Ambos conocemos la pérdida...

—Si, en diferentes amores pero pérdida de un amor al fin y al cabo. —Sus ojos suspiraron como su aliento no lo podía hacer— ¿Puedo preguntar cómo fue?

—Fue una falla cardíaca—existía mucho más detrás de esa respuesta, una historia de gran dolor, mas para Aida, que para mí, o en el trascurso se formaron en mi formas de superación que en ella faltaron, así como ahora me faltan.

— ¿Cuantos años tenía?—su curiosidad iba en aumento, pero su voz demostraba que hablaba como doctora y muy poco como persona—Como para tener una falla.

—Tu edad, veintiséis. — dije simplemente.

—Era joven, pobre...

—Fue algo un poco impactante. —susurre, un día la tenía y al otro ya no estaba, nuca volvería a mí.

La conversación la dejo un poco metida en sus pensamientos, así que Zora guardaba silencio, muy poco compartía conmigo, era como si estuviera nadando en el tiempo, e hiciera crecer una cascara a su alrededor, no entendía que tanto buscaba en su mente, ni cuando me contó lo de su madre se puso así de distante. Tal vez debí guardar silencia con el tema de mi esposa.

— ¿Cómo se llamaba?—su pregunta salió de la nada y poco entendía, ni me veía en el camino solo veía al frente como intentando ver algo que no existía. — La chica, Faris.

—Aida.

—La que regresa.

—Tengo el peor nombre que existe...

— ¿Que ocurre, Aida?

Mi gemstone estaba acostaba sobre la alfombra, era oficial, no le gustaba usar sillas o sillones, ella prefería estar en el suelo, sus cabellos estaban agarrados en un moño alto y desordenado. Estaba revisando unos correos o algo en su celular, pero no se en que andaba, que la puso tan enojada, mientras estaba acostada sobre su barriga y dejaba que sus piernas se entrecruzaran.

—No me gusta el significado de mi nombre, eso pasa

— ¿A qué te refieres?— me acosté a su lado y vi que en su teléfono estaba metida en una página web de significados de nombres.

—Tu nombre significa caballero, tan bello tú como siempre— puso los ojos en blanco y me regalo un simple beso, que me sacó una sonrisa.

—Vamos, Aida— le pedí sosteniendo su cuerpo sobre mi pecho—Deja el dramatismo.

—La que regresa—repitió.

— ¿Qué?

—Eso es lo que significa Aida— sus ojos se me quedaron viendo fijos, esperando que viera el gran problema que abrumaba su mente, bufó cuando se dio cuenta que no captaba—El nombre que mis padres pensaron por tanto tiempo, algo fuerte y con significado es solo la que regresa.

—Eso me gusta es interesante—la apoyé lo que pensé que era su problema.

—No lo es.

—Si algún día te alejas del baile, volverás a el tarde o temprano.

—Una vez pasó eso—me recordó apoyando su cabeza en mu pecho, justo arriba de mi corazón.

—Ya los ves, ahora—le pedí creando otra situación— ¿Si te pierdo regresaras a mi?

—Nunca me perderás—respondió con simpleza y guardando la calma.

— ¿Lo prometes?

—Lo prometo, mi amor

Los recuerdos volvían, me envolvían y me regresaba una y otra vez al pasado, como una batería inmune a cualquier antibiótico, cuando pensaba que estaba lejos, en realidad estaba más cerca que nunca.

— ¿Cómo sabes eso?

—Tengo un libro de significados, e investigo los que no estén— simple sin muchas vueltas, debí suponerlo, el primer día que nos topamos me di cuenta.

—Eso es muy impresionante

—Ni tanto no es un hobby ni nada solo una curiosidad— se encogió de hombros, ni ella lo veía tan especial.

— ¿Qué significa tu nombre?—seguro todo inició con su nombre, un poco de investigación propia.

—Mujer encantadora—susurró con mejillas encendidas.

—Perfecto— encajaba con su personalidad—Solo espero no estar siendo engañado.

—No para nada—su actitud me desafiaba a intentar llevarle la contraria, pero como siempre manteniendo su sonrisa.

Su sonrisa era hermosa, poco a poco me acerque para tener el contacto mejorado de un pájaro en un cable, ella me espero gustosa sus labios se amoldaron de buena manera sobre los míos, caricia sutil y suave, ella era tan delicada como una flor, pero aun así tenia esa belleza simple y totalmente resaltante de las flores, en cambio Aida era una belleza de gema, dura y brillante, sin fragilidad solo fortaleza y belleza con toques de mucha atención.

Suprimir, olvidar y botar a Aida era mi prioridad, no necesitaba más focos de brillos en mi mente solo necesitaba la naturalidad.

Detuve mis pasos, buscando la naturaleza, quise beber agua, como un hombre que está perdido en el desierto y hace mucho tiempo que no prueba el néctar de la vida, sostuve entre mis manos su rostro, pequeño calmado, sin entender mis siguientes pasos.

Atrape mis labios entre los suyos, el encuentro duro lo suficiente para calmar mi sed, lo necesario para sentir que regresaba casa, aunque era distinta la propiedad.

—Hace tiempo que no estoy con otra que no sea ella.

—Me siento afortunada de haber sacado al oso del invernadero

Ahora sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora