—Mi amor, ya es hora de despertar— me susurra con su dulce voz, dejando que su aliento rozara la piel de mi mejilla.
—Aún no, tengo tiempo— rezongo intentando tocarla aún con los ojos cerrados, pero no logro tocar su suave piel, por más que me estire ¿Qué tan lejos se encontraba?
En realidad no quería abrir los ojos y poder seguir disfrutando de sus dulces caricias un poco más.
—Sabes, mi amor— murmura acariciando mis cabellos — Algún día me debes dejar libre.
Sus palabras me tocaron como un balde de agua fría, pero aún me negaba a abrir mis ojos para darle la cara y plantarme sobre la cruda y dura realidad.
—No puedo estar a tu lado para siempre— habla rozando sus labios con mi frente.
Ese gesto se sentía tan real, algo tan característico de ella, que la piel me quedó ardiendo...igual que antes.
Era algo impresionante como la mente te podía jugar tan malas pasadas, en momentos tan pesados y triste como estos.
Sabía que no podía retrasarlo más así que abrí mis ojos los cuales se toparon con la fría y solitaria habitación... ella no se encontraba aquí...nunca lo estuvo y esa era la más pura verdad.
Pero sus palabras se repetían de manera constante e insistente en mi cabeza, como un eco que nunca tenía fin, porque el mismo se regeneraba.
Estaba en lo cierto, la debía dejar libre, por ella y por mí, ambos lo merecíamos, era un deber una obligación de mi parte, pero existía un pequeño detalle, un gran problema para lograr lo que ella quería.
—Yo no sé hacer eso, mi amor— respondo a sus palabras, dejando que la fría brisa de la mañana se las lleve, como se llevó a mi Gemstone. —No puedo acceder a dejarte ir. No porque no quiera, si no que no sé como...
No seguí mi línea de pensamientos, en realidad no había nadie para escuchar y mis mentiras se quedaban conmigo en la oscuridad. Apenas era la madrugada, era tan temprano que ni el sol había salido, pero no faltaba mucho para que eso ocurriera.
Me acerqué a la ventana de la habitación y admiré como la densa oscuridad abrazaba a todas las hermosas plantas de jardín. Era tal que sentía el peso de las sombras donde la casa quedó acobijada, si así se veía la casa, un material, no quería saber cómo me veía desde afuera, ¿igual de sumergido? ¿Peor? Lo más seguro, es que sea peor porque en mi existía ese conocimiento de su falta.
Desde que ella se fue la casa quedo como ahogada en una oscuridad eterna...y como no, si ella era luz, alegría, esperanza, dulzura y...sabor, ella era el sabor de mi vida.
No estaba seguro del tiempo que pasé admirando el patio pero el sol comenzó a tomar presencia en el lugar, alumbrando todo lo que sus rayos podían tocar.
Una melodía rompe con el silencio que reinaba en la casa, me tomó cierto tiempo darme cuenta que era el teléfono.
—Hola, madre— respondo al ver e identificar el número que brillaba en la pantalla.
— ¿Cómo estás?— pregunta lo mismo de siempre antes de decir cualquier cosa.
Era una pequeña rutina no planeada, luego que el fatídico día ocurriera, creada por mis familiares y amigos cercanos. Aunque solo mi familia sigue soportando tanto, algunos de mis "amigos tiraron la toalla.
—Igual que siempre— respondo en modo automático. Pero me di cuenta que esas palabras podían tener una interpretación errónea a lo que quería decir. —Bien, madre.
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Ahora sin ti
RomancePuedes agarrar el pasado tan fuertemente a tu pecho, que deja tus brazos demasiado llenos para abrazar el presente, Eso es lo que sufría Faris un chico que no encontraba como salir adelante, porque avanzar requiere mucha fuerza para tomar grandes ca...