Solo vernos

11 1 0
                                    


—Voy a comenzar a pensar que solo estás conmigo por mis ojos— me dijo Aida mientras daba vueltas en la silla que estaba al frente del escritorio, parecía una niña pequeña, pero era algo que hacía cada vez que venía a la empresa y se quedaba conmigo.

—Y yo voy a pensar que es por mi silla— detuvo sus giros y me miró directamente.

—Tú eres el que me tiene en cerrada en su oficina en lugar de llevarme a donde me dijiste— a pesar que su voz sonaba a reclamo, y vaya que lo era, en sus labios había una sonrisa.

—Te dije que será rápido, gemstone—le repetí lo que le prometí cuando veníamos en camino, en parte era culpa suya por eso no se quejó pero igual venir a este lugar un fin de semana no era más o menos agradable.

—Nunca me has dicho porque me dices así—recostó su mejilla en el escritorio y la razón de tu apoyo me veían fijos y expectantes por mi respuesta.

—Y nunca sabrás— aleje mi atención de ella y seguí redactando el correo para los encargados que deseaban la imagen para ayer, pero como terminamos tan tarde no se pudo enviar.

—Está bien te voy a buscar un apodo es injusto que solo yo lo tenga— caminó alrededor

Si ella llegaba a saber el verdadero significado de su apodo, nunca dejaría pensaría que solo me gustan sus ojos, era verdad, sus ojos eran una parte muy cautivante, maravillosa y cuando te veían de noche podías sentir que eras el foco de su atención.

De un movimiento me envolvió con sus brazos desde atrás dejando que su cabello cayera sobre mi cara.

—Vamos Aida, ya voy a terminar— le pedí aun que me encantaba estar entre sus brazos, necesitaba concentración y ella difícilmente me lo podía dar, solo soltó leves risas en mi oído.

—Es sábado y estas aquí— susurró en mi oído, era la primera vez que estábamos tan cerca así que su aliento me erizó todos los vellos de mi cervical.

—Disculpa, tú eras la que me puso en esta situación— no quise verla, ni moverme, porque la sentía tan cerca.

Me soltó y dejó salir una especie de resoplido.

—Claro, porque el fotógrafo solo podía cuando tocaba ensayos, que no podía faltar— me daba la espalda y su cabello le llegaba hasta la mitad de la espalda o poco mas, era tan negro y lacio, que provocaba enredar los dedos en el...Debía concentrarme y terminar rápido.

—Tu aceptaste ser el rostro— le dije terminando el correo y dando los últimos puntos para enviarlo y poder salir de aquí.

—Faris, me escogiste por mis ojos, ves, solo estás conmigo por mis ojos— parpadeó muy rápido poniendo las manos en su mentón.

—Exageras— me recosté en la silla y envié lo que tenía en la pantalla.

— ¿Entonces?— puso sus manos en su cintura y me observó esperando una respuesta.

Me levanté y caminé hacia ella, quería tocarla pero solo me limité a observarla desde una corta distancia.

—Ni me había fijado en tus ojos— le fui sincero, desde donde estaba no podía apreciar su belleza pero cuando la tuve cerca decir que no se volvieron una de mis cosas favorita de Aida era mentir.

—Entonces...— me insistió que continuara.

Quería tomarle el pelo, ella decía que estaba con ella, ya que salíamos en plan de camaradas, porque aun no éramos algo "oficial" en parte porque Aida me ha lanzado indirectas, muy directas, diciendo que salir con un empleador era decir que "usó su cuerpo" pero en falso, nos presentaron y ya estaba decidida su participación en las publicidades.

Ahora sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora