capitulo 13

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Sus pasos resonaron sobre el suelo de madera del vestíbulo de la casa. Los rayos de luz se colaban por una serie de estrechas ventanas, y el aire olía a verbena y menta.
   La casa era muy diferente a la de Anita. Con una decoración más sencilla, daba más sensación de estar habitada. También había varias macetas con orquídeas repartidas por la sala
   Una mujer de pequeña estatura  y piel oscura vestida de negro salió a recibirlos con una sonrisa en los labios, en una actitud muy distinta a la de Sancha,pensó Naru con alivió.
– Ésta es Elena – dijo Sasuke al verlo, sonriéndole–. Elena ,este es el señor Uzumaki. Un ....amigo mío.
– Bienvenido, señor– dijo la mujer con una inclinación de cabeza–.¿ Quieren tomar algo?¿Un café?
–Mejor zumo de fruta–respondió Sasuke–. Y té con hielo,por favor. Estaremos en el invernadero.
– Sí,señor– dijo la mujer,y se alejó.
– Ven, te enseñaré un poco la casa– dijo él.
   Un amplio espacio diáfano desde el vestíbulo daba acceso a un espacioso salón con suelos de mármol.
   Naru no pudo evitar dirigirse hacia los amplios ventanales que daban a un patio exterior,dónde había varios sillones de mimbre alrededor de una mesa de cristal y, más allá, una piscina sobre cuya superficie cristalina se reflejaban los rayos del sol. A la derecha , había una hilera de cabañas de madera donde los invitados de Sasuke podían cambiarse de ropa ante o después de bañarse.
    Naru se pasó la lengua por el labio superior. Nunca se había imaginado algo así. Villiers,la casa de sus tíos en Īnglaterra,era preciosa, pero no sé podía comparar con Montevista.
– Es una casa preciosa– comentó el con admiración cuando Sasuke se acercó a su lado–.¿ La compraste estando casado con Ino.
  Sasuke apretó los labios.
–¿Por qué se te ha ocurrido eso?
– No lo sé– Naru se encogió de hombros, muy consciente de su presencia tan cerca de el–. Pensé que te lo había podido decir Anita. Después de todo,ella vive en la misma zona.
–Montevista lleva generaciones en mi familia– le informo él con paciencia–. La construyó mi bisabuelo como refugio de verano para mí bisabuela. En aquellos días no había aire acondicionado,y aunque ahora no lo parece, el aire de la mañana es más fresco. Incluso puede llegar a hacer frío. De vez en cuando tenemos que encender la chimenea.
–¿O sea,que tú no eres el propietario?
–No – dijo Sasuke frotándose con impaciencia el muslo dolorido–. Digamos que es un buen lugar para recuperarse.
     Naru lo miró y entonces se dio cuenta de que debía de dolerle la pierna.
–Después del accidente,¿no?– imaginó el.
    Sasuke torció los labios.
–Sí– se volvió a mirarlo y le hizo un gesto,para que le siguiera hasta el salón contiguo,dominado por una mesa formal de comedor y una docena de sillas–. El invernadero– añadió innecesariamente indicando una enorme extensión acristalada al otro lado de unas puertas correderas de cristal.
   A pesar de las ventanas, el invernadero mantenía una agradable temperatura gracias al aire acondicionado. En grandes macetas había arbustos y plantas enredaderas que daban una especial fragancia al  lugar.
– Si no te importa....
   Sin pensar, Sasuke se sènto en unos de los sillones y estiró aliviado la pierna dolorida. Sabía que se estaba esforzando demasiado,pero le irritaba que el fuera testigo directo de su debilidad.
–Claro que no – dijo el volviéndose hacia él desde el naranjo que estaba estudiando con interés . Después se sentó en un sillón a una prudente distancia de él.–. ¿ Te duele la pierna ? He visto que antes te la gritabas.
– Ha estado mejor– respondió él, sin querer entrar en el tema–. Por fin, aquí está Elena. Deja la bandeja junto a el señor Uzumaki,Elena, por favor.
    La mujer así lo hizo y después miró a Sasuke.– ¿Almuerzo para dos,señor? –preguntó la mujer solícita.
–Me temo que no– respondió Sasuke–. El señor Uzumaki tiene que volver a Porto Verde. Quizá otro día.
–Sí, señor.
   Elena desapareció sin hacer ruido y Naru estudió la bandeja que les había preparado: una jarra con zumo de frutas y otra con té con hielos, vasos altos de cristal helados y un cuenco de hielo.
–¿Qué quieres?– preguntó Naru a Sasuke.
–Yo nada– respondió él–, pero tú sírvete el que te apetezca.
    Naruto se  sirvió un vaso de zumo, consciente en todo momento de los ojos de Sasuke clavados en el.
    Cuando lo probó,comprobó que era una deliciosa mezcla de zumo de pera,granada y maracuya,y ni siquiera el tensó escrutinio de Sasuke le impidió disfrutar de la refrescante bebida.
–¿Está bueno?
–Mucho– Sasuke se recostó en el sillón, poniéndose más cómodo–.¿ Por qué me tienes miedo?
–No te tengo miedo– respondió el dejando el vaso en la bandeja–. Quizá sienta un poco de aprehensión– añadió–. Me gustaría saber qué es todo esto.
–¿Todo qué?– preguntó él–.¿ Venir aquí?¿Disfrutar de un vaso de zumo? ¿Qué?
–Tú ya me entiendes– respondió el,levantándose nervioso y paseando por el invernadero–. No sé por qué me has traído aquí, ni qué piensas hacer con Emma. No entiendo por qué quieres destrozar mi visa. Yo no te he hecho nada.
–¿ Tú crees?– Sasuke se incorporó en el sofá y se inclinó hacia el–.¿ Por qué no te sientas? Estarás más cómodo.
   Naru se dirigió de nuevo a su sillón, pero él señaló con impaciencia el sillón que había junto a él.
–Ahí no– le dijo–. Aquí. Sentarte tan lejos de mí no cambiará la situación.
    Naru dejó escapar un suspiro de frustración,pero obedeció. Además ,tampoco le tenía miedo. Lo único que tenía era ser vulnerable al innegable atractivo masculino de Sasuke,que no era poco.
–Bien,¿por qué dijiste que tenías pruebas de que Emma era hija tuya?
– Porque las tengo– dijo él.
   Del bolsillo de atrás del pantalón sacó la cartera y la abrió. Al hacerlo, una pequeña fotografía cayó en el sofá a su lado. La fotografía cayó hacia arriba y Naru la miró inmediatamente.
¡Cielos,era una fotografía de Emma!¿ Los habría estado siguiendo?¿ Cómo si no la había conseguido?
    Con dedos temblorosos Naru buscó la foto y se la enseño con gesto de rabia y dolor.
–¿Cómo has conseguido esto?¿ No sabes que es un delito seguir a la gente,y mucho más a una menor?– le interrogó furioso, disparando las preguntas una tras otra sin darle tiempo a responder–¿ Por qué tienes una fotografía de mi hija?
     Sasuke lo contempló divertido unos segundos.
–No es una fotografía de tu hija– dijo por fin con una calma que resultaba enervante–. Lo que tienes en la mano es una fotografía de mi sobrina, Caterina.
–¿Qué?
   Naru miró la foto con incredulidad. El rostro infantil que lo miraba era prácticamente idéntico al de su hija, pero había algunas diferencias,y Naru se dió cuenta de que Sasuke decía la verdad. No era Emma. Aunque las dos niñas tenían el pelo del mismo color, los tirabuzones que enmarcaban el rostro de la niña de la foto eran más largos, y además Emma no tenía ningún vestido como el que llevaba Caterina.
    De hecho Emma era  mucho más chicote, y siempre solía vestir pantalones,camisetas y botas para ayudar a su tía Oliva a limpiar los boxes de los caballos y darles de comer. Cierto que alguna vez se ponía vestido, aunque no tan elaborado como aquél.
El vestido de Caterina te de seda,y su estilo mucho más sofisticado y formal que los que usaba su hija.
   Naru levantó la cabeza y vio que Sasuke lo observaba. Con las mejillas encendidas dijo:
–Es cierto,no es una foto de Emma. Me he equivocado–hizo una pausa–. Pero no quieras hacerme creer que no lo has hecho a propósito.
–¿Qué he hecho a propósito?– pregunta él inocentemente.
    A  Naru le enfurecía su actitud.
–Dejar caer la foto para que la viera.
    Sasuke recogió la fotografía y la guardó de nuevo en su cartera.
–Sea como sea,creo que deja clara la verdad.
    Naru suspiró.
–Está bien – dijo por fin ,sabiendo que no conseguiría nada discutiendo con él–. Eres el padre de Emma – reconoció por fin, clavándose las uñas en las palmas–. Pero eso no importa.
–¿Cómo que no importa? Dios mío,Naru,¿no se te ha ocurrido pensar que yo tenía derecho a saberlo?
–¿A saber qué?– Naru estaba temblando,pero se negaba a dejarse intimidar–.¿ Que habías dejado embarazado a un doncel con el que te acostaste una vez en uno de tus muchos viajes a Londres?
    Sasuke maldijo en voz baja.
–No fue así y lo sabes.
–Entonces dime cómo fue. Dímelo tú– insistió el–. Me sedujiste, Sasuke. Oh, reconozco que no puse muchas objeciones. Fui un temerario, lo sé, pero no finjas que era una relación duradera.
–No sabes de  qué estás hablando.
–Claro que lo sé– exclamó el poniéndose de nuevo de pie,y mirándolo  desde su altura con ojos acusadores–.¿ No te acuerdas de lo que dijiste, Sasuke? Me prometiste que volverías. Insististe que lo nuestro no había Sido una aventura de una noche, pero han pasado tres años y, hasta que me hiciste venir aquí, no he sabido nada de ti.
– Puedo explicarlo.
–¿Así, sí?– Naru no quería excusas–. Yo te creí, Sasuke. Estaba convencido de que volvería a verte,pero ahora me he enterado de que te casaste en cuanto regresaste a Brasil.
– No en cuanto regresé a Brasil– le contradijo Sasuke poniéndose en pie y mirándolo desde su altura–. Cuando te dije que no sabías de qué estabas hablando, me refería al accidente. Mientras tú,sin duda ,estabas odiándome en Londres,yo estaba hospitalizado en Río de Janeiro, en un estado que no me permitía ponerme en contacto contigo ni con nadie.
    Naru respiró profundamente. O sea, que tenía una excusa.
    Sin embargo, el no era el culpable del accidente, y desde entonces él había tenido tiempo de sobra para ponerse en contacto con el.¿ Por qué lo había buscado ahora, después de tanto tiempo?
   Naru retrocedió un par de pasos. No quería que él se diera cuenta de lo mucho  que su cercanía le afectaba.
– Pues lo siento. No sé qué esperas que haga ahora.
   Sasuke dejó escapar una maldición.
–¿ Qué no lo sabes?– repitió él dando un paso hacía el–. ¿Crees que  al reconocer que Emma es mi hija quedas totalmente absuelto de toda responsabilidad de lo que ocurra en el futuro?
–No,pero no puedes fingir que sientes algo por una niña a la que ni siquiera has visto.
– Ya lo creo que la he visto.
–¿Has estado en Inglaterra?
–No a verla– dijo Sasuke , reconociendo implícitamente  que había estado en Londres–. Pero no es difícil recibir fotografías por Internet.
–Pero tú dijiste...
–¿Qué dije?
–Me hiciste creer que no tenías ninguna foto de Emma.
–¿Yo?
–Sabes perfectamente que sí–dijo Naru tratando de ordenar sus pensamientos–.¿ Me estás diciendo que has estado siguiéndome?
    Sasuke se pasó una mano por la cabeza,alisándose el pelo.
–Para tu información, te diré que mi empresa tiene contratada una empresa de detectives para controlar nuestras operaciones en Europa. Trabajan desde las oficinas de Londres,y le pedí a unos de ellos, un amigo mío llamado Andrew Hardy , que te buscara.
     Con cada nueva información Naru estaba más y más perplejo.
–¡No me lo puedo creer!– exclamó furioso–. ¿Por qué?
     Sasuke se encogió de hombros.
–¿Por qué no? – sus labios se torcieron al recordar lo mucho que había meditado su decisión antes de dar el visto bueno a Andrew–. Quizá tenía curiosidad sobre ti. Después de todo, compartimos algo que el menos a mí me pareció que merecía la pena revivir.
–No–Naruto se alejó de él y esta vez Sasuke vio el desprecio en sus ojos–. No intentes convencerme de que sentías algo por mi. Te casaste con otra mujer, después de estar conmigo.
Por favor no insultes mi inteligencia fingiendo que nuestra relación significó algo para ti– le pidió–. Porque no lo significó entonces,ni tampoco ahora.
    Sasuke apretó la mandíbula.
–Ahora no, en eso estoy de acuerdo– dijo con amargura –. No soy tan tonto.
–¿Qué quieres decir?
–Ya lo sabes–dijo él con desdén–. Lo veo cada vez que me miras,cada vez que te alejas cuando me acerco a ti.
–¡Eso no es verdad!– Naru no podía permitirle que pensara aquello–. Es que .....es que....
      Se interrumpió,incapaz de decir en voz alta algo que no estaba dispuesto a reconocer ni siquiera para si mismo.
    ¿Cómo decirle lo que de verdad sentía? Atrapado en la emoción del momento, sería muy fácil pisotear las promesas que se había hecho, por no hablar de arriesgar innecesariamente el futuro de Emma.
–¿Lo ves?– dijo él con dureza, malinterpretando su vacilación–. Lo supe ayer cuando te tuve en mis brazos. Puedes negarlo si quieres,pero no puedes negar que estabas impaciente por alejarte de mí.
–Anita estaba allí– protestó Naru.
–¿O sea, que no te resulto repulsivo?
–¡Claro que no!
–¡Claro que no!– repitió él burlón,arrastrando el talón de la mano sobre la cicatriz que le cruzaba la mejilla–.¿ No me irás a decir que te sientes atraído por un hombre como yo?¡Porque no lo creo!
–No lo entiendes.
–Lo entiendo demasiado bien– dijo él acorralándolo contra la celosía de su espalda.
–Sasuke.
   Pero sin dejarlo responder, Sasuke lo silenció cubriéndole la boca con la suya.
    El beso no tenía nada de tierno ni delicado, ni tampoco él lo abrazaba con la sensibilidad y el calor del día anterior. De hecho,ni siquiera intentó abrazarlo.
   Era como si quisiera castigarlo.
–¡Maldita sea!– masculló sobre sus labios. Casi con rabia lo sujetó por las caderas y lo pegó a su cuerpo excitado.
–Te deseo– dijo con la voz ronca–. Quiero estar dentro de ti– se retiró unos centímetros para mirarlo–.¿ A que es de idiotas?
–Sasuke.....
    Alguien se acercaba, con pasos más pesados que los de la doncella que había llevado la bandeja de zumo. Sasuke se volvió hacía el recién llegado con lo que quiso pensar que era alivio.
–Carlos– dijo al ver a su amigo en la puerta–. Llegas justo a tiempo. Creo que nuestro invitado quiere ver los establos.








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