Capitulo 14

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Le gustó la excursión al rancho de Sasu?
Era la tarde siguiente y, a pesar de que Naru había regresado a Villa Mimosa con tiempo de sobra para pasar la tarde con Anita Silveira y comenzar la entrevista,la escritora no lo llamó.
    Según Ricardo Vicente, la escritora había sufrido una de sus migrañas, pero Naru no pudo evitar pensar que quizá no fuera más que otra de sus excusas.
    Ahora Anita lo observaba con interés, y Naru sintió que se le ruborizaban las mejillas.
–Oh, sí, señora. Mucho– dijo, sin saber si Sasuke había hablado con su suegra desde su regreso.
    O si la había visitado. Él no tenía forma de saberlo.
–¿ No le pareció un poco aislado, estando tan lejos de la ciudad?– insistió Anita.
–No– Naru no entendía dónde quería llegar–. Me pareció un lugar precioso.
   Anita chasqueó la lengua con impaciencia.
–Por lo visto a usted todo le parece precioso– le reprochó la mujer–. Mi casa le parece preciosa, los jardines le parecen preciosos. Espero que el artículo que quiere escribir no esté lleno de eufemismo.
–No son eufemismos, señora– dijo Naru a la defensiva.
–¿ No?– dijo Anita con escepticismo–. ¿ Es usted de esas personas que dicen lo que cree que su interlocutor quiere oír?– la mujer entrecerró los ojos y lo observó en silencio unos segundos–. ¿ Cómo fue su relación con Sasu en Londres? Dígame,¿vino aquí sólo para verlo?
–No–Naru no entendía el cambio de conversación ni la agresividad de la mujer–. Claro que no.
– Quizá haya cambiado de opinión desde que llegó– sugirió Anita con frialdad–. El Sasu que conoció en Londres no debía de parecerse en nada al que se ha encontrado aquí.
– Yo no sabía que Sasuke fuera su yerno– protestó Naru,sin entender qué podría haberle dicho Sasuke para suscitar aquella reacción.
–Pero eso no responde me pregunta– insistió Anita–. ¿ Le molesta su aspecto? Es evidente que no sabía nada de su accidente, ni de que sus lesiones fueran tan graves .
   Naru sacudió la cabeza.
–Señora, preferiría que nos concentráramos en asuntos menos personales.
    Pero Anita hizo caso omiso de sus protestas.
–¿Por qué intenta congraciarse con la familia con tanto ahínco?
–Yo no....
–Cualquiera pensaría que , como madre  o Papi , debería tener muchas ganas de volver con su hija.
–Las tengo.
–¿Qué edad tiene su hija,señor Uzumaki? No creo que sea muy mayor,¿ me equivoco?
   Naru se tensó.
–¿ Por qué dice eso?– preguntó sin darse tiempo a pensarlo.
     Anita apretó los labios.
–Porque por lo que sé, cuando mi yerno y usted se conocieron usted no estaba casado, señor Uzumaki. Y eso fue,¿ cuándo ? Hace tres años,¿no?
–Emma tiene casi tres años– dijo Naru, aunque no era exactamente la verdad, y permaneció un momento en silencio–. ¿ Cree que podemos continuar con el asunto que nos ocupa?
–¡Éste es el asunto que nos ocupa! – le contradijo Anita con una sonrisa–. Quiero saberlo todo sobre usted, señor Uzumaki. Antes de abrirle mi alma, tengo que estar segura de que sabrá comprenderme.
   Naru se irguió de la silla. Estaban en la biblioteca,donde por lo visto Anita solía trabajar. Una amplia estancia llena de libros y con un ambiente un tanto opresivo, como el resto de la casa.
    En el centro de la sala había un escritorio cuadrado de caoba, tras el que  estaba  Anita sentada en un cómodo sillón de piel. A Naru le había reservado una silla de comedor, de respaldo recto, sin duda para ponerlo en su lugar.
–Estoy seguro de que mi vida no es ni la mitad de interesante que la suya, señora– dijo con esperanza de distraer  a la mujer–.¿ Podemos hablar de su primer libro? Tengo entendido que lo escribió mientras se recuperaba del nacimiento de su hija, Ino.
–En realidad,el nacimiento al que se refiere es el de mi hijo, Miguel– le espetó Anita–. Murió a las pocas semanas de nacer. Yo me estaba recuperando de su muerte, no del nacimiento de Ino.
–Oh.
Eso Naru no lo sabía. De hecho, en toda la documentación que logró recabar sobre ella no se hacía mención a ningún hijo en ninguna parte,pero quizá eso explicaba el tono sombrío y desgarrado del libro.
–Lo siento mucho, señora. No era mi intención importunarla– Naru se mordió el labio–. Continuando con su primer libro, señora, supongo que sabe que se ha sugerido que utiliza la interpretación del Ricardo lll de Shakespeare como fuente para su personaje, Alonzo.
–¿Cuando se casó,señorito Uzumaki?
    Una vez más Naru quedó perplejo ante la insistencia de la escritora, más interesada en su vida privada que en la entrevista. Era evidente que Anita no tenía la intención de continuar respondiendo a sus preguntas hasta que estuviera satisfecha con las respuestas de Naru.
–Hum, a los veintiún años– respondió el  con sinceridad, y enseguida se dio cuenta de que no era la respuesta que Anita esperaba.
–¿Veintiuno?– repitió la escritora sorprendida–. Entonces estaba casado cuando conoció a Sasu– apretó los labios–.¿ Lo sabe él?
     Naru suspiró.
–Me divorcié dos años más tarde–  le dijo resignado–. Mi matrimonio con Neji fue un fracaso, y él murió en año después de nuestra separación en un terremoto en Indonesia.
–¿ Se volvió a casar?– insistió Anita–. Emma no puede ser hija de su difunto marido.
–No– Naru no sabía adónde quería llegar la escritora,pero no le gustaba el rumbo que estaba tomando la conversación–. Llevo soltero seis años.
–Ah– la escritora se humedeció los labios con la lengua con expresión de satisfacción–. O sea, que su hija es hija ilegítima,¿no?
   Esta vez Naru abrió la boca escandalizado. Estaba tan furioso que apenas podía hablar.
–Creo que eso es asunto mío, señora– exclamó conteniendo a duras penas su irritación–. Y si piensa continuar perdiendo el tiempo hablando de mi vida privada, creo que será mejor que dejemos la entrevista.
   La actitud de Anita se tornó más melosa.
–Oh, señor Uzumaki ,no era mi intención ofenderlo.
   Naruto lo dudaba ,y mucho.
–Discúlpeme, soy escritora– continuó Anita Silveira–,y me interesan las vidas de las personas que conozco– su sonrisa parecía arrepentida–. Por favor, no se ofenda.
     Naruto sólo quería levantarse y marcharse. Pero su tío dependía de el, y el se había enfrentado a entrevistas mucho más difíciles. Si al menos supiera cuáles eran las intenciones de Sasuke.

cicatrices de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora