Capítulo 3

787 43 14
                                    

*Érika*
Al llegar a casa, subo a mi habitación, pongo la música a todo volumen y me cambio de ropa.
Miro los chats de mi grupo de amigos, y sobretodo, el de mi padre. No me sorprende que no me devuelva ni las llamadas, desde que se divorciaron casi no hablo con él.
Abandono la idea de intentar contactar con él y tiro el móvil a la cama.

Empiezo a darle vueltas al encuentro que tuve con Will. Ese chico es como todos, el típico machote guapo capitán del equipo de fútbol que puede conseguir a cualquier tía con chasquear los dedos. En resumen, un idiota como todos.

Escucho unas voces que proceden de la parte de abajo. Abro la puerta y me asomo a ver por qué hay tanto alboroto.
Bajo las escaleras y entro en la cocina.

-Hola cielo, ¿qué tal te ha ido todo?- pregunta mi madre con una sonrisa en la cara mientras recoge unas bolsas de la compra.

-Sin más, otro día aburrido en ese instituto aburrido- respondo abriendo el frigorífico.

-Ya verás como todo mejora cariño.

-Eso espero- digo con voz cansada.

Al llegar a la altura de las escaleras suena el timbre, me acerco y abro la puerta. No sé qué hacer en ese mismo instante. La explicación es la siguiente: William Brown con una camiseta básica negra, una sudadera blanca, unos vaqueros y unas playeras se encuentra delante de la puerta de mi casa. Se me queda mirando unos cuantos segundos con esa sonrisa tan característica de él.

-¿Quién es, Érika?- pregunta mi madre acercándose a la puerta- ¿es un amigo tuyo?

-Conocidos más bien- digo apoyándome en la puerta- ¿a qué has venido? Si puede saberse.

-Quisiera saber si Érika puede venir a una fiesta que organiza el instituto como bienvenida a los nuevos alumnos- dice William metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón.

-No creo que eso se buena idea, ya si eso mejor otro día- contesto intentando cerrar la puerta.

-Vete a pasarlo bien un rato, así de paso conoces a gente nueva y desconectas- insiste mi madre.

Miro a los dos sin saber muy bien que decir. Parece que los dos se pusieron de acuerdo para ponerme en esta encerrona.

-Está bien, pero no voy a estar mucho tiempo.

-Lo que tú quieras- dice con una sonrisa de oreja a oreja William.

Me doy la vuelta para ir a mi habitación y cambiarme de nuevo de ropa. En estos últimos días mi vida se resume en ir al instituto, mirar el móvil y cambiarme de ropa. Cojo unos pantalones grises de vestir con una blusa blanca y unos botines acompañado de una chaqueta de cuero negra. Me miro al espejo por última vez y salgo. Entramos en el coche y William pone música.

-Comienza la noche, enana- me sonríe.

Desvío la mirada hacia la ventana del coche para observar la calle y las casas. La parte que más me gusta de todo el día es, por encima de todo, la noche, y sobretodo si son noches de verano. Ese momento en el que abres la ventana en una de las noches calurosas y te llega una brisa suave mientras escuchas los sonidos del bosque es lo más agradable del mundo.

En poco menos de diez minutos llegamos a nuestro destino. Chicos y chicas enrollandose en todas las esquinas habidas y por haber, litronas de cerveza, tequila, vodka por todas partes y vasos rojos de plástico tirados por el suelo. Definitivamente, así se describiría una fiesta universitaria en caso de estar en una de ellas.

William se acerca a unos chicos que están al lado de la casa y se saludan. Al cabo de unos minutos, William se gira y con un gesto me manda acercarme.

¿A quién tienes miedo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora