*William*
Seis horas. Seis horas desde que Érika está ingresada y sigue sin despertar. Ya me he recorrido todos los rincones de esta estúpida habitación y nada, no hay más noticias del médico.Érika no se ha movido desde que hemos entrado y eso me crea mucha impotencia... saber que no puedo hacer nada para ayudarla... saber que está ahí quieta y que cada minuto que pasa me siento más culpable por lo que ha pasado.
- William...
Me giro y veo a mis padres en la puerta de entrada de la habitación. Como un niño pequeño, me refugio en los brazos de mi madre, como si eso pudiera cambiar todas mis cagadas. Mi madre me acaricia la cabeza para intentar tranquilizarme.
- Todo esto ha sido culpa mía...si hubiera ido con ella...- intento decir entre sollozos.
- No es tu culpa Will - pasa levemente su mano por mi rostro y me obliga a mirarla- siéntate mientras Alan, Andrea y yo vamos a buscar al médico.
Asiento y dirijo mi vista hacia mi padre. Está cruzado de brazos mirando fijamente a la cama sin decir nada. Sé lo que está pensando, y sé que voy a hacer exactamente lo contrario. Mi madre y mis amigos desaparecen por el pasillo y la tensión se puede cortar.
-Me han llegado noticias de lo ocurrido anoche- resopla - no son buenas. Esperaba más de ti - su voz se desgarra al final.
-He hecho lo que cualquiera en esa situación haría- me dirijo a la ventana y apoyo un brazo en la pared-no me vengas con sermones, sabes que conmigo no funcionan.
-Tendrás serias consecuencias en las que ni siquiera yo te podré ayudar.
-¡Me da igual!-mi mano impacta contra la pared.
Su cara de decepción se clava como un puñal en mi pecho. Érika levanta uno de sus brazos levemente, me acerco a la cama y la cojo.
- ¿Do...dónde estoy?- intenta decir mientras se incorpora.
Su piel es pálida, ya no luce tanto como hace unos días. Está apagada, débil, destrozada.
-En el hospital- coloco mi mano en su espalda para ayudarla y ahueco la almohada- tranquila, todo está bien.
-Mamá vendrá enseguida con el doctor- la voz de mi padre es casi inaudible.
Su mano se aferra a la mía buscando algo familiar en este caos. Me mira y me dedica esa preciosa sonrisa que tiene, intentando que me calme yo en vez de ella. Irónico.
-Buenos días - el médico de anoche entra en la sala con la misma carpeta que antes - el lavado de estómago fue bien. No tienes nada de lo que tengas que preocuparte a excepción de una cosa que hemos encontrado en los análisis.
La tensión vuelve a ser palpable. Mi respiración se vuelve rápida y no paro de mirar al doctor y a Érika simultáneamente.
- ¿Qué es? - pregunta tímidamente.
- Hemos encontrado en tus registros médicos que, anteriormente, has sufrido anemia - mira atentamente las hojas.
- Sí, desde los quince años me la diagnosticaron.
- Muy bien...- le devuelve la mirada- te voy a recetar unas vitaminas para que las tomes cada día antes del desayuno.
Minutos después, la habitación queda en silencio, sólo permanecemos en ella Érika y yo sin dirigirnos ni la mirada.
- Lo...siento - murmura.
- No tienes nada de qué preocuparte. Soy yo quien te tiene que pedir disculpas por no estar a tu lado...
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¿A quién tienes miedo?
Teen FictionÉrika tiene una vida normal de adolescente: estudios, fiestas... Pero todo cambiará cuando llegue William Brown, un chico de ojos verdes endemoniadamente sexy que moverá todos los pilares de la aburrida viva de Érika y es que... ¿Quién no se puede r...