*William*
Gotas de agua resbalan por mi cara mientras entro tras mis compañeros de equipo al comedor. A la otra punta veo a Alan indicando que me acerque a ellos. Realizo una vista general de la mesa y observo a una cuarta persona cuya cara me suena familiar: su pelo es castaño recogido en una coleta alta con dos mechones sueltos que delimitan sus facciones de la cara, impactantes ojos verdes, labios finos y rosados, nariz pequeña, una constitución delgada y una pulsera dorada en la muñeca izquierda bastante sencilla pero que resaltaba con su piel morena. Me quedo pensando sobre esa pulsera; sé que la he visto antes y hace bastante tiempo, pero no sé de qué me suena. Saludo a todos con una sonrisa y me siento presidiendo la mesa al lado de Alan y Érika.
-Gracias por ayudarme a recoger capullo- miro a Alan mientras le saco el dedo corazón.
-Ya te dije que hoy recogías tú- la gran risa de Alan llena el lugar- además, sólo ha sido hoy, no te quejes princesita.
-Bueno, bueno- dirijo la mirada hacia nuestra acompañante misteriosa- perdona por no presentarme, soy Will- le extiendo mi mano.
-Encantada- su tono de voz es casi inaudible- soy Violet, encantada- me estrecha la mano.
¿Ha dicho Violet? Creo haber escuchado bien, pero con el gran bullicio del comedor no estoy muy seguro. Su cara me resulta demasiado familiar, como si la conociera de siempre, no lo sé. Absorto en mis pensamientos, una mano pasa delante de mi cara tan cerca que pestañeo un par de veces para volver a la realidad.
-¡Holaa! Tierra llamando a Will, ¿hay alguien ahí?- Érika posa su mano en la mía.
-Emm... si, si, perdonad, es que tengo muchas cosas en la cabeza- intento desviar mi atención en otras cosas- ¿de qué estabais hablando?
-De que tu novia no va a ir a la fiesta de máscaras- Andrea se cruza de brazos indignada- dila que vaya Will, a ti te hace más caso.
-¿Fiesta de máscaras?- miro a Alan para buscar más información.
-El comité de estudiantes, ya sabes- pasa su mano por detrás de su cabeza- y aquí tu "amiga" no quiere ir y no sabemos el motivo- hace las comillas con los dedos lo que provoca que Érika se ponga algo roja.
-A ver... en primer lugar, tenemos que ir- miro a Érika para confirmar- y en segundo lugar- miro a todos- esa noche antes de ir cenamos todos en mi casa, ¿os parece bien?
A todos les parece una buena idea pero Violet no dice nada, se queda callada observándonos, analizando cada palabra, gesto o mirada que nos intercambiamos. Su mirada y la mía se cruzan tras unos breves instantes pero la baja de inmediato.
-Y tú qué Violet, ¿vienes con nosotros? Entre más gente, mayor diversión- Andrea anima a Violet comentando todos los puntos a favor que puede tener salir con nosotros.
-Está bien, iré pero...- se queda callada un breve tiempo- se necesita pareja para asistir a ese evento y vosotros ya tenéis las parejas hechas, en cambio yo.... no tengo.
-¡Tonterías!- grita Andrea- eso es un cliché que tiene que desaparecer. Ya va siendo hora de que dos amigas o dos amigos o los que quieran puedan ir a un simple baile o fiesta sin necesidad de ir acompañados por otra persona de sexo contrario- se levanta y planta las manos encima de la mesa mientras mira fijamente a Violet- vas a venir con todos nosotros y te lo vas a pasar genial , la mejor noche de tu vida, una noche que no olvidarás y que les contarás a tus nietos- alza su voz hasta tal punto que casi todo el comedor se gira para ver el espectáculo que está montando.
-Siéntate Andrea- dice Érika muerta de la vergüenza mientras se tapa el rostro- entonces que, ¿te apuntas?- todos miramos a Violet expectantes por su respuesta.
-Está bien, iré- todos aplaudimos como si hubiéramos recibido la mejor noticia de nuestras vidas.
Suena el timbre que da comienzo a las clases de por la tarde y nos levantamos dejando la mesa libre para las siguientes personas que venían. Nos despedimos de Alan, Andrea y Violet en las escaleras para ir a nuestras respectivas clases.
-Yo tengo que irme al seminario- dice Érika apuntando con su dedo índice las puertas que dan al otro bloque del instituto.
No quiero que se marche, todavía no. Extiendo mi brazo, la cojo por una de sus muñecas y la dejo encerrada entre mis manos apoyadas en la pared a pocos centímetros de mí. Escucho su respiración agitada y puedo notar su nerviosismo sólo con mirarle la cara. Su perfume me embriaga, huele a jazmín. Me acerco muy despacio hacia su oído y retiro un mechón detrás de la oreja.
-¿Es imprescindible que te vayas?- dejo caer la mano desde su cabeza hasta la mitad de la espalda suavemente- quédate un poco más.
Posa sus manos encima de mi pecho y mueve su cabeza hasta que sus ojos se encuentran con los míos. Su mirada es dulce y a la vez decisiva. Se coloca de puntillas y se acerca a mi oído.
-Si quieres que apruebe este curso debería ir a clase- sus labios rozan mi mejilla.
Una leve sonrisa se me escapa. Bajo el otro brazo a la misma posición que el otro y los dejo descansar al final de su espalda. Quiero y necesito tomar la iniciativa de esto, o es a ella a quien quiero y necesito. Lentamente, me acerco a ella intercalando miradas entre sus ojos y sus labios y parece ser que ella está pensando lo mismo. Sus labios y los míos se unen: al principio, tímidos sin saber qué camino seguir pero, a medida que pasa el tiempo, cogen confianza y se sincronizan a la perfección, al igual que nuestra respiración. Sus manos se deslizan hasta detrás de mi cuello y entrelaza sus dedos para tomar la iniciativa. Sin previo aviso, muerde levemente mi labio inferior lo que provoca un escalofrío desde la espalda hasta la cabeza y me encienda aún más. El beso se vuelve más intenso con cada caricia y jadeo hasta que el sonido tan familiar del timbre nos devuelve a la realidad cruelmente. Sin desviarme demasiado, centro mi atención de nuevo en sus labios, esta vez, más rojos e hinchados. Sin decir mucho más, agarro una de sus manos con firmeza y caminamos por el pasillo hasta llegar a la puerta de los seminarios.
-¿Vas a hacer algo esta semana?- pregunto deteniéndome en el marco de la puerta.
-Seguramente quede con las chicas para comprar los vestidos y todo para el viernes- su mirada esquiva la mía- de todas formas te iré avisando durante el transcurso de la semana.
-De acuerdo- me acerco a ella por última vez y deposito un beso en su mejilla- nos vemos, enana- una pequeña sonrisa se la escapa y se sonroja.
Entra y la pierdo de vista tras el cierre de la puerta de madera. Miro el reloj, 14:37 pm, será mejor que me marche a casa y comience yo también mi búsqueda para el traje. De camino al aparcamiento, busco las llaves del coche en el bolsillo. Abro la puerta y me detengo, una extraña sensación me invade por todo el cuerpo. Me giro y miro en todas direcciones hasta que alzo la vista hasta el tercer piso y veo la silueta de una persona quieta en la ventana. No puedo reconocer su rostro porque el reflejo del sol coincide justamente de mitad de su cuerpo hacia arriba, solamente veo una chaqueta negra con los cordones blancos. Hago un esfuerzo por intentar averiguar quién puede ser pero, en cuanto avanzo un paso, la silueta se da media vuelta y desaparece de la ventana. ¿Quién demonios era esa persona?, y lo más importante, ¿qué narices hacía espiándome desde la ventana? Parece ser que esas preguntas no hallarán respuesta, por el momento. Subo al coche, arranco y enciendo la radio mientras miro fijamente de nuevo a la ventana con esperanzas de que esa persona se asome.
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¿A quién tienes miedo?
Teen FictionÉrika tiene una vida normal de adolescente: estudios, fiestas... Pero todo cambiará cuando llegue William Brown, un chico de ojos verdes endemoniadamente sexy que moverá todos los pilares de la aburrida viva de Érika y es que... ¿Quién no se puede r...