*William*
Al llegar a su casa, miro a Érika dormida, con la cabeza apoyada en el asiento del copiloto. Salgo del coche y llamo al timbre de su casa. ¿No hay nadie? ¿Nadie? ¿A las cinco de la mañana? Increíble. Voy hacia la puerta de Érika, la abro y miro en su bolso para coger las llaves de casa. Mierda, no las tiene. Lo único que se me ocurre a estas horas es llevarla a mi casa y que mañana no la de un infarto por despertar en mi cama.Meto el coche en la cochera, cojo a Érika en brazos hasta la puerta de mi casa, abro y subo las escaleras lo más despacio y en silencio que puedo. Al llegar a mi habitación, enciendo la luz y la dejo encima de mi cama mientras me quito la ropa. Escucho unos pasos por el pasillo y abro la puerta para comprobar quién es.
-Perdona Will, me he levantado porque no podía dormir. ¿Acabas de llegar a casa?- pregunta mi madre con voz ronca.
-Sí, acabo de llegar aunque, me ha surgido un imprevisto...- susurro- he tenido que traer a una amiga porque en su casa no hay nadie.
-¡Cómo que una amiga!- se extraña, entra en la habitación y suspira- si si, amiga sobretodo- comienza a reírse en bajo- ten cuidado anda.
Menos mal que mi madre confía en mí, si fuera como mi padre me hubiera obligado a echar de casa a Érika a estas horas de la noche. Le quito la ropa empapada por la espuma y la dejo en los radiadores de mi habitación para que seque durante toda la noche. Abro el armario y escojo una camiseta para ponérsela para dormir.
Madre mía, si no fuera porque están mis padres y porque está dormida...me puedo imaginar cualquier cosa con ella. A ver William, céntrate y relájate. Me meto en la cama con ella y apago las luces.
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Los rayos del sol que entran por mi ventana me despiertan, me giro y observo a Érika durmiendo dándome la espalda. Me levanto de la cama para correr las cortinas y escucho a Érika moviéndose, me acerco a ella, la aparto el pelo suavemente y la doy un beso en la mejilla.
-Buenos días enana- susurro en su oído- es hora de levantarse.
Érika abre los ojos lentamente y empieza a recorrer la habitación con la mirada hasta llegar a mí, se queda pálida y comienza a mirar bajo las sábanas.
-Esto...dime...que tu y yo...no...- comienza a ponerse roja y a llevarse las manos a la cabeza.
Empiezo a reírme sin parar a su lado, llegando incluso a llorar.
-Eres muy graciosa- continúo riéndome.
-¡Dime la verdad Will!- se coloca encima de mí y me separa las manos de la cara.
-Créeme, si lo hubiéramos hecho lo sabrías- me acerco hasta su boca- además, no haría nada si no estas consciente de todo lo que pasa.
Empieza a tensarse con el contacto de mis manos en sus piernas y a empezar a respirar más pausadamente. Pasa sus manos alrededor de mi cuello y a jugar con mi pelo entre sus dedos. Dios, es que me vuelve loco lo prometo, cada centímetro de su piel, cada sonrisa, cada mirada...me enloquece.
-Deberíamos bajar a desayunar- interrumpo.
-Creo que sí- se aleja de mí y se levanta de la cama- ¿están tus padres en casa?
-Por las mañanas no, están trabajando- abro la puerta- ¿tienes miedo a que te encuentren en camiseta?- sonrío.
-La verdad que no, al que le tiene que importar es a ti- se acerca y me mira desafiante.
Bajamos las escaleras entre risas hasta la cocina, abro el frigorífico y saco la botella del zumo de naranja junto a la de leche y fruta.
-Vamos a preparar el desayuno entonces.
Érika prepara los vasos de la leche y la pequeña fuente de fruta mientras yo hago unos huevos fritos con bacon. Se sienta encima de la isla a mirar el móvil y pone música.
-Ya están listos los desayunos señorita Miller- la sirvo el desayuno.
-Oh, muchas gracias señorito Brown- se ríe.
Me siento a su lado y mientras desayunamos oigo la puerta de la entrada abrirse y cerrarse, me giro y vi a la última persona que habría imaginado.
-¿Qué haces aquí?- pregunto cortante apretando los puños.
-Yo también me alegro de verte hermanito- se acerca sonriente- y, ¿quién esta chica tan guapa?- le agarra la mano a Érika y me pongo por medio.
-¿Saben mamá y papá que estás aquí?- espeto.
-Tranquilo hermanito, sí que lo saben- sonríe- voy a dejar mis cosas en mi habitación.
Hace años que no le veo y tiene la vergüenza de presentarse aquí. No sé qué pretende, pero no me gusta nada, no voy a permitir que pase lo de la última vez, ni en sueños lo va a volver a conseguir. Me dirijo a la cocina y me apoyo en la encimera, escucho a Érika entrar, extiende sus brazos y me abraza por la espalda. Su tacto me tranquiliza lo suficiente como para no subir y mandarle a la UCI.
-Si quieres te llevo a casa, tu madre estará preocupada de dónde estás- digo.
-No tengo prisa, pero si quieres que me vaya lo entiendo- susurra.
-No es eso, solo que ahora no es el mejor momento para presentarte a mi hermano. Perdona- la abrazo.
Subimos hasta mi habitación y me siento en la cama mientras ella se cambia de ropa.
-Cuando estés listo, cuéntame que ha pasado- se acerca y se sienta en mis piernas.
Asiento con la cabeza y bajamos las escaleras, la puerta se abre y entran mis padres hablando.
-¿Ya os vais?- pregunta sorprendida mi madre.
-Sí, es que está esperando su madre- contesto cortante.
Mi madre me mira y por la expresión de mi cara ya sabe lo que ha pasado. No dice nada y se van los dos al salón hablando. Salimos de mi casa y decidimos ir andando ya que no hay mucha distancia de su casa a la mía.
-Mañana lunes...- suspira.
-Sí, y lo mejor de todo es que tengo entrenamiento antes de las clases- resoplo y miro hacia arriba.
Érika se para enfrente de mí y me coge la mano.
-Me gusta verte entrenando, te sienta bien la equipación- se muerde el labio.
-Sabiendo eso ya voy con más ganas a entrenar- la acerco a mí y la doy un beso en la boca.
Al llegar a su casa, me despido de ella y marco el número de Logan a toda prisa.
*Llamada telefónica*
-Logan, tenemos un problema.
-Tío, son las diez de la mañana, ¿qué ocurre?- pregunta con voz de dormido.
-James ha vuelto- respondo cortante.
-¿Me estás vacilando? No me gustan las bromas por la mañana, y menos ese tipo de bromas- espeta.
-No. No sé qué está tramando ni el por qué ha vuelto pero tenemos que estar atentos.
-De acuerdo. Ahora llamo al equipo, estaremos alerta.
*Fin*
Tengo que contarle a Érika toda la historia, toda la verdad, y no quiero que se aleje de mí, es demasiado importante. Tengo que asumir ese riesgo, aunque eso conlleve que ella me juzgue y no quiera saber nada de mí. Ahora tengo que alejar a Érika de mi hermano antes de contarle la historia, porque, si no es así, todo lo que me importa, habrá desaparecido.
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¿A quién tienes miedo?
JugendliteraturÉrika tiene una vida normal de adolescente: estudios, fiestas... Pero todo cambiará cuando llegue William Brown, un chico de ojos verdes endemoniadamente sexy que moverá todos los pilares de la aburrida viva de Érika y es que... ¿Quién no se puede r...