*William*
Entramos en la cafetería y el aroma a café recién hecho y tostadas nos envuelve. Una de las camareras se nos acerca con una gran sonrisa y dos cartas.-Buenos días chicos, ¿queréis algo?
-Una mesa para dos y un desayuno especial de la casa, por favor- digo antes de que Érika pudiera articular palabra.
-Por supuesto, acompañadme hasta la mesa- extiende su brazo hacia la izquierda y la seguimos.
Érika se queda mirando cada detalle de la cafetería, desde el primer póster colgado a la entrada hasta el estilo diferente de cada mesa y silla del local. Llegamos a la última mesa del pasillo y nos sentamos uno frente a otro mientras la camarera nos da a cada uno las cartas y nos deja a solas. Aparto su carta y la mía hacia un lado de la mesa y comienzo a acariciar suavemente una de sus manos posada en el mantel.
-¿Y esta sorpresa? ¿Celebramos algo en especial?- me mira con los ojos como platos y se lleva las manos a la cara- ¡¿No me digas que es tu cumpleaños y no me he acordado?!
-¡Qué va, no te preocupes!- la risa es incontrolable y, de nuevo, cojo su mano- solo quería desayunar contigo, nada más.
Me mira con cara extraña intentando leer mi mente y queriendo meterse en mi cabeza pero parece que desiste al cabo de un tiempo.
Pasados unos minutos la camarera regresa con una bandeja llena de comida: dos cafés con leche grandes, unas tortitas con miel y frutas del bosque y cruasanes. Su mirada se ilumina al ver toda esa cantidad de comida delante de sus narices como si de una niña pequeña se tratase. Comenzamos a desayunar y a hablar de cosas bastante triviales y empezamos a reír sin importarnos nada de nuestro alrededor.-Estoy bastante llena la verdad- posa los cubiertos dentro del plato y se limpia los restos de comida alrededor de la boca- gracias por el desayuno Will, ha sido todo un detalle por tu parte.
-No hay de qué, enana- guiño un ojo y al instante mira hacia otro lado para evitarme con la mirada- bueno, será mejor que nos vayamos o llegaremos tarde a clase.
Nos levantamos y le doy las llaves del coche para que vaya entrando de la que me dirijo a pagar al mostrador.
-No no, ni hablar, no pienso aceptarlo- niega como una niña y comienza a buscar en su bolso- la mitad cada uno, si no es muy injusto para mí.
-Invito yo, insisto. Además, no vas a conseguir que cambie de opinión- espeto.
-Pues la próxima vez pagaré yo, así quedamos en paz- saca la lengua en un acto de burla y se ríe.
-Espera espera- le cojo sutilmente la mano y la atraigo hacia mi- eso significa que desayunaremos otra vez juntos, ¿no?
-Piensa lo que quieras Will, no pienso repetirlo- deja un beso fugaz en mi mejilla y sale por la puerta antes de que pueda articular palabra.
La amable chica de detrás de la barra, la cual nos atendió, teclea en la máquina para sacar el tiquet de nuestra mesa. Le entrego el billete y miro el reloj mientras espero la vuelta. Maravilloso, cinco minutos para llegar. Me la entrega y salgo con prisas del establecimiento.
-Vamos a llegar tarde por tu culpa Will- sonríe y entra en el coche.
-Perdón, perdón, se me ha echado el tiempo encima- meto la llave en la ranura y pongo música para amenizar el viaje.
Me coloco las gafas y bajo las ventanillas para que haya algo de corriente. Con el tiempo corriendo en nuestra contra, los semáforos parece que se ponen de acuerdo para ponerse en rojo. Un suspiro sale de mí y a los pocos segundos noto una mano posarse en mi pierna. La miro y una cálida sonrisa sale de sus labios. El motor de un coche irrumpe en ese preciso instante y un descapotable azul marino se coloca al lado nuestro. El chico baja el cristal y sus gafas.
-Pero si son Brown y su noviecita- se ríe mientras sus amigos hacen lo mismo.
-Parece que sólo el corte de la ceja y el labio no te sirvieron de mucho. Vamos a tener que volver a partirte esa cara de imbécil que tienes.
-Will, ¿quién es?
-Ian, el capitán de nuestro enemigo en el campo de fútbol. Aunque bueno, ya le conoces, intentó sobrepasarse contigo en la fiesta- no me hacía falta mirarla a la cara para saber que estaba entre alucinando y asqueada.
-Os estaremos esperando para la próxima- arranca en cuanto el semáforo se pone en verde y les perdemos de vista en la primera calle de la izquierda.
Agarro el volante con tanta rabia que los nudillos comienza a ponerse blancos. Pongo la mirada fija en la carretera y no volvemos a articular palabra en todo el trayecto. Dejo el coche a la misma entrada del instituto y se baja.
-¿Tú no entras?- se apoya en la puerta.
-Tengo entrenamiento con los del equipo. Nos vemos luego Érika- me coloco las gafas y avanzo hasta los sitios próximos al campo. Abro el maletero y saco la mochila.
Mis compañeros van entrando a los vestuarios y veo a Lily hablando demasiado cariñosa con Logan, y cuando menos me lo esparaba, Lily le mete la lengua hasta atrás. Parece que esa chica no tiene filtro.
-¡Oye Will!- la voz de Alan hace que deje de fijarme en esos dos.
-Hola Alan.
-Parece que esos dos están compinchados para algo, ¿no te parece?
-No lo sé, pero sea lo que sea, me están dando mucho asco- el silbato del entrenador suena por todo el campo.
-Venga Smith, deja a la chica en paz. Ya tendrás tiempo para refrotarte con ella en otro momento- el entrenador deja algunos balones a la entrada y saca la tabla de jugadas.
-A lo que voy es que hace nada Lily andaba detrás de ti y ahora, que estás con Érika, parece que quiere ir a por Érika cueste lo que cueste.
-En primer lugar, Érika y yo no estamos juntos, sólo es una amiga, y en segundo lugar, no se saldrá con la suya- entramos al vestuario y dejamos las cosas en las taquillas.
-Ya ya Will, cuéntale ese cuento a otro, pero a tu mejor amigo no le engañas capi- me da unos toques mientras se ríe y se cambia.
-Como quieras- pensar en un posible futuro con ella a mi lado hace que una sonrisa se me escape.
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¿A quién tienes miedo?
JugendliteraturÉrika tiene una vida normal de adolescente: estudios, fiestas... Pero todo cambiará cuando llegue William Brown, un chico de ojos verdes endemoniadamente sexy que moverá todos los pilares de la aburrida viva de Érika y es que... ¿Quién no se puede r...