Capítulo 1

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No voy a decir que me despierto con la luz del sol, ni con las aves cantando por mi ventana. No me despierto como una princesa. 

Al levantarme de mi cama, veo mi habitación. No es la más grande, tampoco es la habitación de mis sueños. Es una habitación simple, del tamaño necesario. Con un ventanal muy grande que tiene un marco en el que puedo sentarme.

Me dirijo a mi armario, saco lo que voy a usar hoy. Unos leggins azules, un top amarillo que deja ver parte de mi abdomen y mi ropa interior. Agarro las toallas que necesito y me meto al baño, a ducharme. Me desvisto y en mis muñecas veo las cicatrices que hice, hace mucho tiempo. No me enorgullezco de ello, pero tampoco me quedo pensando en el pasado. Ya no lo hago.

Me ducho y me visto. Abro las puertas de mi habitación y salgo, cierro la puerta y bajo las escaleras. Solo para encontrarme con el gran hermano que tengo, notese mi sarcasmo.

-Buenos días Sebástian.

-¿En dónde está mi desayuno?

-Buenos días hermana, ¿Cómo amaneciste? ¿Podrías hacerme el desayuno hoy? Por favor- le digo a mi hermano fingiendo su voz.

-En primer lugar, yo no hablo así. En segundo, Buenos días Enana.

-Ves, no es tan difícil decirlo. ¿Qué quieres para desayunar?

-Me gustaría comer hot cakes, por fisss.

-Bien, hot cakes serán.

A los minutos, el desayuno estaba hecho. Para que no se viera como un desayuno tan sencillo, les dí un toque especial. Crema batida, fresas y miel de frambuesa encima. Mi hermano los vio con cara de cachorro y se lanzó a comerlos. Me dijo que estaban deliciosos y que era la mejor hermana cocinera del mundo. Llevó sus platos al fregadero y salió de la casa directo a la universidad, no sin antes darme un beso de despedida. 

Lavo los utensilios que use para cocinar y los platos de mi hermano junto con los míos. Subo a mi habitación y me peino, me lavo los dientes y salgo de la casa. Cierro con llave y camino a la parada del bus escolar. El bus llega y me subo. Siempre me siento hasta atrás, ya que no tengo amigos y a decir verdad no los necesito. Ellos siempre te abandonan. Saco mi celular y le conecto mis audífonos. Suena Pretending Nightcore y me acomodo en el sillón, viendo hacia la ventana. Al rato, el bus se llena de estudiantes, jugadores de fútbol americano, porristas, nerds y los chicos normales. Todos hacen bulla porque están emocionados de entrar al instituto. Es algo normal.

Llegamos al instituto, guardo mi celular y bajo de último. Camino en dirección a la entrada, pero alguien me agarra del brazo y evita que siga caminando. Volteo y me encuentro con el capitán del equipo de fútbol americano agarrando mi brazo.

-Hola linda.

-Suéltame John, no estoy de humor para tus bromas.

-Creo que no te ha quedado claro que aquí se hace lo que yo digo- mirándome amenazante.

-Y yo creo que no te ha quedado claro que yo no voy a hacer lo que tu quieras.

-Vamos Laura, no quieras hacerte la dura conmigo.

-No me estoy haciendo la dura, es solo que no me interesas- luchando para que me suelte- ¿Puedes, por favor, soltarme? 

-Tarde o temprano serás mía Laura. Quieras o no - me suelta.

-Como quieras- me doy la vuelta y sigo mi camino, entro y veo que todo está distinto. Los trofeos de los partidos que ha ganado el equipo de fútbol están en la entrada, no en el fondo. Se ve más grande y espacioso el lugar, ya que movieron los casilleros a los lados, cerca de las clases. Siento que alguien tiene la vista clavada en mí, me doy la vuelta y no veo a nadie mirándome. Ignoro el hecho de que alguien está mirándome y sigo mirando los cambios que se han hecho. 

Voy a la secretaría y pido mi horario y las llaves de mi casillero. Una secretaria me entrega un sobre manila, en el que viene mi horario y las llaves. Le agradezco y voy a buscar mi casillero. Lo encuentro, dejo mis libros en él y saco mi cámara. No tengo nada que hacer y aún falta mucho para que las clases comiencen. Así que cierro mi casillero y voy a la cancha, que ahora está vacía. Me siento en una de las butacas del fondo y agarro la cámara. Me encanta la fotografía y creo que cuando vaya a la universidad estudiaré fotografía y luego sacaré un doctorado.

Me acerco al barandal que separa las butacas del campo de juego, agarro mi cámara y saco fotografías de la cancha. Sé que no es el mejor lugar para sacar fotografías, pero si ves todo en un buen ángulo, tendrás la foto perfecta. Sigo sacando fotografías hasta que siento unas manos en mi cintura. No puede ser nadie más que Emilio, un chico que ha estado enamorado de mi desde que nos conocimos.

-Hola preciosa- recostando su cabeza en mi hombro.

-Hola Emilio- bajando la cámara- por cierto, prefiero que me llames por mi nombre.

-Lo siento- separándose un poco de mí.

-No importa.

Nos quedamos en silencio contemplando la cancha y recuerdo que el primer día, se celebra con un partido de fútbol y una gran fiesta.

El equipo sale a los minutos y John ve que Emilio está sujetándome de la cintura. Mira a Emilio de una mala forma, como esperando que me suelte, pero él no lo hace. Así que John sube a las butacas hecho una furia y se acerca a nosotros dos. 

-¡Suelta a mi chica, Ahora!- lo mira con enojo, parece que le va a salir fuego por los ojos.

-En primer lugar, no es tu chica y en segundo, tú no puedes decirme que hacer y que no hacer. ¿Entendiste?

-John deja de molestar- le digo molesta, no soy tu chica y no lo seré.

-Laurita, no estoy hablando contigo, así que te pido que no te metas por favor- me dice mirándome a los ojos. 

-Claro que me incumbe, le estás hablando a MI amigo de una manera no muy correcta que se diga- dige haciendo que la palabra "mi" sonara más fuerte- ¿Por qué no te vas a jugar tu partidito y nos dejas en paz?

John se fue muy molesto con su equipo y el partido comenzó junto con la celebración de bienvenida.

LauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora