Capítulo 4

29 4 6
                                    

-Solo olvídalo, olvida lo que dije.

-NO VOY A DEJARLO, QUIERO SABER A QUE TE REFIERES... DIME AHORA

-No es nada. Sólo olvídalo- agarrando mi brazo.

-¿CÓMO VOY A OLVIDAR SI ACABAS DE DECIR QUE SOY UNA  APUESTA?

-Soy un tonto, sí, no sabía lo que decía. Lo siento- mirándome fijamente.

-No te creo nada- miro mi muñeca- ¡suéltame ya!

-No, no voy a hacerlo- tirando de mi brazo para acercarme a él- no voy a soltarte.

-Emilio, suéltame ya. Harás que me enoje más de lo que ya estoy y no te gustará el resultado.

-Ya te dije que no, no te soltaré.

Bien, solo recuerda que tú lo pediste- lo empujo, agarro su muñeca y lo tiro al suelo de un jalón.

-Laura, suéltame

Lo solté haciendo que quedara acostado en el suelo y le dije que no quería que me volviera a hablar, no quería que me dijera una sola palabra. Le di la espalda y me fui de ahí.

Escuchaba como me llamaba, pero estaba muy enfadada con él, una apuesta yo. Debí saberlo desde el inicio. Nunca nadie me ha hablado y si lo hacen es solo para burlarse de mí y criticarme por cualquier cosa.

Creí que él iba a ser diferente, pero no. Todo el mundo es igual. Sólo se burlan de los más débiles, de las personas como yo.

Sin quererlo, una lágrima resbala por mi mejilla. ¿Cómo pude ser tan ilusa? Yo sé que el amor no existe. Nunca ha existido para mí.

Agarro mi celular y conecto mis audífonos blancos. Voy hacia el instituto, sé que no es la mejor idea, pues ya es de noche y puede ser peligroso. Pero no me importa, porque sé que ahí le diré adiós a mis problemas al menos por unos minutos.

Estoy frente a la escuela, pero no me decido si entrar o ir donde vi al chico del parque. Decido ir al parque y ahí veo al chico del parque, sentado bajo el mismo árbol, con sus audífonos del mismo color que los míos. Está con sus ojos cerrados y el mismo gorro negro de la vez pasada.

Me acerco a él lentamente y cuando abre sus ojos me siento, rápidamente, detrás del árbol. Espero que no me haya visto. No quiero que crea que lo estoy acosando o algo por el estilo. Me quedo sentada y le subo el volumen a mi música. Volteo y me topo con los ojos verdes del chico. Sus ojos son como fuego, como un fuego verde muy potente. Me mira fijamente y quiero apartar la mirada, pero no puedo hacerlo. Sus ojos me penetran con intensidad. Pasamos así hasta que con todo el valor que tengo, separo mi mirada de la suya. Y al instante me pongo roja como un tomate, quizá más roja. 

Escucho como se para y cierro mis ojos como si no me importara. Él misterioso chico del parque me toca el hombro y dice algo que no entiendo por lo alto que escucho la música.

-Disculpa ¿qué dijiste?- le pregunto con la esperanza de que me responda.

-Te pregunte que, ¿qué haces aquí?- dice tratando de mirarme a los ojos y por supuesto, yo trato de evitarlo.

-Pues sentarme al igual que tu- le contesto fría.

-Eso lo sé, pero este es mi lugar- dice rodando los ojos.

-De hecho, estás cerca de mi instituto, mejor dicho al lado. Así que tú deberías ser quien se va- le digo mirándolo a los ojos, tratando de parecer ruda o algo por el estilo.

-¿Cómo te llamas?- dice ignorando mi comentario

-Laura ¿por?

-No, nada- silencio -yo me llamo Marlon... Marlon Jenkins. 

-Un gusto Marlon- ahora ya sé su nombre.

-Igualmente, Laura.

Nos quedamos en silencio un buen rato. Nadie sabe que decir.

-Oye- dice Marlon- ¿por qué llorabas hace rato?

-Ah, ¿por qué dices que estaba llorando?- le digo tratando de evitar su pregunta.

-Porque te vi- dice sin más.

-Amm... no lo recuerdo- miento.

-¿Crees que voy a creer que no lo recuerdas? 

Me quedo callada y se me ocurre algo.

-Es una tontería, ustedes los hombres le llamarán drama o no sé- digo- es solo que me... me regalaron un gatito y estaba muy feliz, así que lloré de la felicidad.

-No tienes que mentirme. Sé reconocer que tienen las personas cuando están llorando- dice mirando a la grama.

-Lo siento, Es solo que...- Laura, tienes que armarte de valor para decir esto y no llorar en el intento- fui una apuesta, una absurda apuesta. El chico que me hizo caso desde que entré al instituto, el chico que ha dicho que ha estado enamorado de mí desde que me vio, el chico que decía que me iba a proteger, el chico que decía ser mi amigo me dijo que solo soy una apuesta, que no soy más que una apuesta. Una broma para sus amigos, la chica que creyó todo lo que le decían. Yo... yo- vamos Laura, no llores, no frente a él. No debes llorar frente a nadie. Cálmate, inhala, exhala y habla con normalidad- Yo fui una apuesta. Creí que él iba a ser diferente. Creí que él sería quien iba a tomarme en serio. Que él iba a verme por lo que soy. Yo... yo creí eso. 

Soy una tonta, soy una tonta. Le estoy contando esto a un chico que no conozco. A un chico que solo lo he visto dos veces en toda mi vida.

-Lo siento- dice después de un silencio algo incómodo.

-Tú no tienes la culpa de nada, no te disculpes.

-Bueno... tengo que irme.

-Sí, yo también- nos mirámos unos segundos- Adiós- decimos al unisono.

Veo como se va alejando poco a poco y siento que estoy sola de nuevo. La soledad me invade y siento que las voces de mi cabeza  me atacan rápidamente. 

Tengo miedo. Siempre lo tengo, pero cuando estoy sola y en lugares libres, me atacan más que lo normal. Escucho las pequeñas voces que me atormentan. LAS ODIO.

Estoy tratando de calmarme y lo logro a los minutos. Respiro hondo y me relajo. 

Una llamada estra en mi celular y veo que es Sebástian. Contesto

-Niña ¿dónde estás? ya es muy tarde. Ven para la casa ahora. Estaba preocupado.

-Tranquilo, Sebástian. Voy en camino. No me tardo- cuelgo.

Pido un uber y me lleva a mi casa. Le pago y saco mis llaves, abro la puerta de mi casa y veo a un lindo hermano parado dos pasos detrás del marco de la puerta, con los brazos sobre el pecho, mirándome fijamente. 

-Hola, querido hermano del alma. Te... tengo que ir a mi habitación y descansar porque hoy hice muchas cosa. Te quiero- camino hacia las gradas- Adió...- me agarra del brazo.

-Laura. Me tenías asustado, muy asustado y tu vienes y entras a la casa como si nada hubiera pasado. No es gracioso- bajo la mirada y él me abraza- Ay Laura. No quiero perderte. No a tí. Eres mi hermanita pequeña y eres lo más importante que tengo en esta vida- dice enterrando su cabeza entre mi hombro derecho y mi cabello.

-Lo... lo siento hermano- digo con la voz quebrada- no lo volveré a hacer. Es solo que hoy no tuve un buen día y quería... quería despejar mi mente un poco y así olvidar, olvidar todo.

-Perdóname tú. Porque yo que soy tu hermano mayor, debería apoyarte en todo y escucharte, pero no lo hago por los estudios y enserio, enserio me arrepiento de eso.

Y los dos lloramos. Lloramos porque extrañamos pasar tiempo juntos. Lloré porque mi hermano no se disculpaba muy seguido y a decir verdad, nunca lloraba, al menos no frente a mí. Es reconfortante sabeer que puedo confiar en alguien. En alguien que sé que no jugará conmigo y con mis sentimientos.

LauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora