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Capítulo 30
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Lo primero que hice apenas vi su rostro al otro lado del umbral fue romper en llanto. Estaba en pijama, despeinado y las ojeras ya se hacían levemente visibles en su rostro.
No me di el tiempo de analizar a fondo la expresión de su rostro, pero podría decirse que estaba bastante sorprendido. Me lancé a sus brazos, desesperado, y comencé a besar su rostro como si no lo hubiese visto en mil años.
Él no tardó demasiado en reaccionar y hacer lo mismo que yo mientras me estrechaba entre sus brazos y se apegaba cada vez más a mi— Ya no tan miserable— existencia.
— Lo siento, lo siento tanto— susurró mientras su voz llegaba al punto de quebrarse. Escondió su rostro en mi cuello mientras se aferraba a mi en un abrazo.
— No importa, Dominik— digo apartándome un poco y acariciando su rostro enrojecido por el llanto que comenzaba a apoderarse de él. Seco unas lágrimas que corren por sus mejillas— Ya nada de eso importa, demonios...
Se acerca a mi para besarme con las mismas ganas que en un principio, me devora en un solo acto.
La temperatura de mi cuerpo se eleva considerablemente en cuestión de segundos, las mejillas me arden, me sofoco.
— D-Dominik— Susurro en medio de leves gemidos provocados gracias a las pequeñas y suaves mordidas que él repartía en mi cuello— T-Te necesito...
Se separó de mí y pude ver sus ojos brillantes, tal vez por la excitación del momento o porque había estado llorando hace apenas unos segundos.
Sonreí con malicia, esperando a que saliera de su trance. Él alzó una ceja y me sonrió, se acercó a mí nuevamente mientras negaba con la cabeza.
Comenzó a sacarse la remera, por inercia mis manos se dirigieron a su pecho, recorriendo casa rincón de su torso desnudo. Dios, no había ni una cosa de él que no me fascinara.
Acaricié su mejilla y me acerqué lentamente a su cuello.
— Atrápame...— Susurré para luego morder suavemente el lóbulo de su oreja, él se estremeció.
Me alejé de su cuerpo y comencé a correr en dirección a la habitación mientras escuchaba sus pasos apresurados tras de mí y su leve risa. Sus brazos me rodearon en un abrazo en el momento en que me alcanzó, ambos caímos a la cama producto del impulso, mi espalda impactó contra el colchón y él quedó posicionado sobre mí, apoyando sus brazos a cada lado de mi cuerpo para así no cargar su peso por completo.
Comenzó a reír suavemente, luego depositó un tierno beso en la punta de mi nariz.
— No sabes cuánto te extrañaba, Daniel—susurró llenándome la cara de besos— Ni siquiera te lo imaginas...
Acaricié su cuello hasta llevar mis dedos hacia el cabello medianamente largo de su nuca, tiré de él recibiendo una pequeña mueca de placer por respuesta.
Levanté mi espalda de la cama y lamí su mejilla, después mordí su labio inferior. Me gustaba provocarlo, encender su cuerpo, sacarle gruñidos y sentir cómo su respiración se agitaba ante el más mínimo estímulo que yo le diera.
Sonreí.
— Te amo, mi Dios Griego— susurré en su oído antes de comenzar a dejar pequeñas mordidas por su cuello y hombro.
— Yo te amo mucho más, mi Cheonsa...— Susurra él en medio de jadeos descontrolados. Me detengo en seco y lo miro.
— ¿Qué significa?
— Significa que eres mi ángel, mi jodido ángel salvador...
Con mi ayuda termina de desvestirse y él hace lo propio por deshacerse de mi ropa a la brevedad. Pequeños recuerdos de la inseguridad que sentí la primera vez que estuve con él invadieron mi mente.
Ya no me siento inseguro, ni nervioso, en absoluto. Más bien siento que soy el hombre más feliz en la jodida tierra.
Dominik reparte besos alrededor de mi cuerpo, creando caminos por el mismo. Acaricia mi pecho, mis brazos, mis piernas.
Se dirige a mi entrepierna y no puedo negar que los nervios me dominan por unas milésimas de segundo, pero no tardo demasiado en relajarme. Cuando él comienza a hacer de las suyas mis manos se entrelazan con su cabello mientras mis gemidos resuenan por la habitación, sumida casi por completo en la oscuridad, iluminada en lo más mínimo por un rayo de luz de luna que se filtra por el ventanal.
Las piernas me tiemblan, el corazón me late desbocado y siento que el placer me carcome por dentro.
Él estimula mi entrada y no tarda demasiado en adentrarse en mí. Se me corta la respiración. Los gemidos de ambos se hacen oír casi al unísono.
Me besa con pasión mientras comienza a embestirme, mi rostro quema.
Acaricio su espalda— Dejando marcas con mis uñas cortísimas— y escondo mi rostro al momento en que él me mira con detención, debo parecer un verdadero tomate.
Mi Dios Griego aprovecha la oportunidad para hacer chupetones en mi cuello, se me contra el estómago, arqueo la espalda y digo su nombre entre jadeos.
Sus embestidas se vuelven más rápidas conforme el placer y el calor de nuestros cuerpos aumentan. Juro por todo lo bueno en el mundo que no quiero separarme nunca más de él en mi jodida vida...
— D-Dominik...— susurro con dificultad. Él me mira y sonríe, se le achinan los ojos.
—¿Sí, Ángel?— susurra con la misma dificultad que yo...
— No nos separemos de nuevo— Los ojos me pican, se están llenando de lágrimas. Hago lo que puedo por contenerlas— No quiero volver a alejarme de ti, de verdad no quiero.
Me alejo de él, con el rostro ya empapado en lágrimas, y hago una mueca. Las palabras no me salen.
— Te amo tanto...— susurro al fin, apresando su rostro entre mis manos cálidas y algo sudorosas.
Él se inclina un poco más, pasa sus brazos por debajo de mi cuerpo y permanece ahí, abrazándome fuerte. Sonríe, acaricia mi mejilla con la punta de su nariz y planta un beso en la misma.
— Te amo muchísimo más...
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Cheonsa || 천사 [EN EDICIÓN]
Novela Juvenil•【Cheonsa】• ♥ Daniel McCain cree haber superado todos sus males. ♠ Dominik Blacked llegó a ser su nuevo mal. [EN EDICIÓN DESDE EL 25/08/2019] #2 en Romancegay (21/08/2019)