Capítulo 11

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Capítulo 11

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Dominik volvió a agarrarme y comenzó a caminar. Me aferré más a su cuello mientras él intentaba abrir la puerta de una habitación con una sola mano, lo siguiente que sentí fue como el me recostaba en una cama.

Los besos fueron subiendo de tono, sentía mi cuerpo ardiendo, la ropa me sofocaba y necesitaba tocar su piel de una buena vez.

Tengo que ser sincero y admitir que nunca me imaginé en esta situación..., ¡Y mucho menos con mi Dios Griego!

Domink bajó desde mi boca hasta mi cuello y comenzó a morder y lamer, mis gemidos se hacían cada vez más sonoros y continuos.

¡Abby y Wendy jamás me creerán esto!

Mis piernas intentaban mantenerse alrededor de su cadera mientras temblaban por la excitación, mis manos se aferraban a su espalda y al cabello de su nuca... Volvió a mi boca con ganas de más, nos besamos con tal desesperación que sentí que el mundo se acabaría si nos separábamos. Pero no, claro que no, aquello apenas comenzaba.

Despojarme de mi ropa era algo sumamente necesario, el calor apasionado de lo que nos unía surgía de nuestras pieles... Dominik se quitó la polera para luego arrojarla lejos, limitado por la oscuridad de la habitación aprecie su torso desnudo que, hasta el momento, me limitaba a imaginar fomentando el deseo de poder recorrerlo con mis manos y sentir su suave piel, de besarlo, devorarlo y amarlo.

No sé cuál sería mi cara en aquel momento, pero él me sonrió.
No me mires así— dijo— no es la gran cosa

Volvió a cargar su peso en sus manos que posicionó a cada lado de mi cuerpo, en verdad me sentía demasiado seguro junto a él.
Claro que sí es la gran cosa... Eres tú— le dije antes de acercarme y volver a devorar sus deliciosos labios.

No había nada mejor en aquel momento, nada.

Al separarnos él volvió a sonreír, mientras que fugazmente sus mejillas se tornaban más rojas que nunca. Se escondió unos segundos entre mi cuello y hombro y al enderezarse me dio un suave beso en la frente.
Te quiero, Ángel— susurró

Sentí que mi mundo se detenía y juro que escuchaba los latidos agitados de nuestros corazones. También sentí ganas de llorar, pero incapaz de arruinar el momento preferí besarle.
Yo también te quiero Dominik...

Y en ese momento mi móvil comenzó a sonar.

Debo contestar, es mi madre— la pantalla del móvil seguía iluminada notificando la llamada entrante de Emilia. El pelinegro asintió, comprensivo, y salió de encima de mi para luego sentarse junto a mi en la cama.

Contesté la llamada para luego dejar mi mano libre sobre la cama, Dominik aprovechó para tomarla y acariciarla. Juro que nada podía quitarme la felicidad que sentía en aquel momento.

¿Mamá?— pregunté tras descolgar, al otro lado de la línea me recibieron unos sollozos— ¿mamá, qué ocurre?

Su llanto se intensificó, de fondo se oían cosas rompiéndose y gritos.
¡mamá contéstame, qué pasa!

Dominik me miraba preocupado mientras yo apretaba su mano por la tensión...

Tu... Es tu padre, D-Daniel— susurró ella con la voz entrecortada, yo cerré los ojos con fuerza, esto no podía estar pasando— Regreso...

M-mamá... Voy para allá— dije rápidamente, comenzando a temblar por la desesperación que me dominaba— T-Toma a Elizabeth y ocúltate en mi cuarto, juro que no tardaré. Llama a la policía.

Colgué el móvil y me puse de pie, Dominik cogió su polera y me acompañó a la salida, iba a encender mi auto, pero él me lo impidió.
No puedes manejar así, yo te llevo.

Subimos a su moto y él se puso en marcha lo más rápido posible. Iba tan furioso que realmente no me salían las palabras, lo único que podía hacer era aferrarme a la cintura de Dominik mientras íbamos a toda velocidad.

Cuando llegamos frente a mi casa, me bajé de la moto y comencé a caminar rápido hacia la puerta de entrada.
¡Daniel espera, voy contigo!— dijo el pelinegro a mi espalda, bajando de la moto también. Me di la vuelta sobre mis pies y caminé otra vez hacia Dominik.

Me abalance sobre él y lo abracé lo más fuerte que pude, luego besé sus labios fugazmente.
si nos ve juntos nos matará a los dos, voy a estar bien, te lo prometo...

★ ★ ★

Luego de que Dominik se fue, entré a la casa. Francesco estaba de espaldas a la puerta por la que yo entré, tambaleándose y rompiendo cosas.

EL ruido de la puerta al cerrarse llamó su atención y se volteó a mirar.

¿Qué haces aquí?— pregunté enojado, dando unos cuantos pasos, alejándome de la entrada.

Daniel...—dijo hipando— m-mi querido hijo...

Se acercó peligrosamente a mí, yo retrocedí.
m-me en... Enteré de a-algo— volvió a hipar, desprendía un olor horrible— y q-quise venir a... Ver... Verte.

Me mantuve en silencio, observando cómo se tambaleaba y trastabillaba sobre sus propios pies.

H-Hijo mío...— dijo poniendo su mano sobre mi hombro— ¿C-Co...Cómo es eso de que te g-gustan los hombres? D-Dime que... No es verdad.

Me encogí de hombros, incapaz de hacer otro gesto, y volví a mirarle a la cara.
Es verdad, me gustan los hom...— no pude terminar porque su puño impactó contra mi rostro, caí al suelo, de inmediato sentí la sangre saliendo de mi nariz.

— ¡No tendré un hijo gay!— grita furioso, mirándome con ojos rabiosos.

¡Entonces no tienes un hijo!— me puse de pie en un abrir y cerrar de ojos, enfrentándolo como pude.

Él me tomó por la sudadera y me levanto en el aire sin ningún tipo de problema, su mirada me quemaba vivo, seguramente lo dominaban las ganas de matarme.
Repite eso...

Tú. No. Tienes. Un. Hijo

Ya las vas a ver— dijo apretando los puños.

¡Déjalo ya!— gritó mi madre corriendo hacia nosotros y empujándolo por la espalda, Francesco me dejo caer y le dio una bofetada a ella, haciéndola caer. Emilia impactó contra la mesa de la sala.

¡Mamá!— grité yo, arrastrándome hasta su lado y abrazándola de inmediato. Ella abrió los ojos con lentitud, me acarició la mejilla y dijo que estaba bien.

Dirigí mi mirada a ese malnacido sintiendo que la sangre me hervía.

El también me miró, como si fuera un bicho insignificante, y se acercó nuevamente.

Vamos a ver si después de esto se te quita lo Maricón.

Cheonsa  ||  천사 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora