Prologo

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--Yo te amo Aristóteles, yo te amo-- dijo Temo con una sonrisa nerviosa, mientras miraba fijamente al que consideraba el amor de su vida.

--Entiendo tu silencio, lo entiendo porque se todo lo que has pasado en estos días y el miedo a lo que tu papá piense de ti, ¿si?-- continuó hablando el más chico cada vez más nervioso. Aristóteles, por otro lado, sólo guardaba silencio, nervioso, intentando procesar todo lo que hasta ese entonces su mejor amigo le decía.

--Podemos unirnos para defender lo que somos, Aristóteles.-- finalizó, para luego cerrar los ojos y en un ultimo acto de valentía, se acercó al rizado, buscando sus labios, sin saber que dicha acción daría pie a una serie de desdichados eventos.

Esperaba encontrarse con los delgados labios de Aristóteles al final del camino pero segundos después estaba sentado en los adoquines húmedos del parque, aturdido y con un gran dolor en la mejilla izquierda, al caer había oído como algo se quebraba.

--"Entonces ese es el sonido de un corazón al romperse"-- pensó, sacudiendo la cabeza; aún escuchaba un pitido en su oído izquierdo producto del golpe que le había dado Aristóteles. A sus pies, la alcancia, que minutos antes había ganado y regalado a Aristóteles, yacía hecha añicos.

--¡No vuelvas a acercarte a mi nunca más, marica!-- le gritó Aristóteles de pie, su rostro carente de toda expresión semejaba una máscara de arcilla.
--¿Has entendido? ¡Me das asco!-- escupió al suelo y echo a correr sin importarle las lagrimas que en ese momento brotaban sin parar de los grandes ojos de Temo.

La lluvia había comenzado a caer pero a Temo no le importaba, aún después de cinco minutos seguía sentado en el suelo del parque, abrazando sus rodillas, dejando que la lluvia y sus lagrimas se mezclaran lavando su dolor; en ese momento el golpe que le había propinado Aristóteles dolía menos, mucho menos, que las palabras que le había dicho después, aquel "Marica" y el "Me das asco" se repetían una y otra vez en su cabeza. ¿Cómo podía haber sido tan tonto y haber confundido la manera en que lo trataba Aristóteles, con amor? ¿Tan necesitado estaba de cariño que con sólo el buen trato que le había brindado el chico más alto, había caído rendido a sus pies? Es que si lo pensaba bien que podía encontrar Ari atractivo en el.

-"Soy demasiado delgado, de toda la clase soy el más pequeño y sin contar que soy muy blandengue, la pubertad no me ha tratado tan bien como a Ari, su rostro es perfecto, en cambio el mio cada mañana amanece con un granito nuevo pero de todos mis defectos el peor es que soy hombre, y después del golpe que me gané definitivamente Ari, jamás se fijará en mi, Ari no es gay."-- pensaba Temo, mientras a duras penas se levantaba con ayuda de la banca, donde momentos antes se le declarara a su ex mejor amigo. Se quedo mirando los restos de la alcancia, donde había depositado todas sus esperanzas.

La lluvia había apretado, ya su ropa estaba empapada y se pegaba como una segunda piel a su cuerpo; y pronto se haría demasiado tarde, su papancho no demoraría en regresar a la casa y no tenía ánimos de hablar con nadie y mucho menos explicarle por que llevaba un golpe en su mejilla izquierda.

Se dirigió al edificio de los Córcega derrotado, sus desgracias no habían hecho más que comenzar.

Como habrán notado la historia varía de la original. Lo más probable es que el único dialogo que aparezca igual que en la historia original sean las líneas de Temo al inicio de este prologo.

Espero les guste.

P.D. Temo disculpame si te hago sufrir demasiado.

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