ARISTÓTELES

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La Ciudad Luz

Las vacaciones que Aristóteles había planeado no habían iniciado con buen pie, ni parecía que tuvieran las intenciones de mejorar. La discusión que había tenido aquella mañana con Bruno a penas era una muestra de lo que vivían a diario en la cuidad, allá, lejos de la vista y oídos de sus familiares, los insultos y los gritos eran comunes, la mayoría por motivos tontos, opiniones encontradas y donde siempre "Temo" salía a colación aunque el pobre no tuviera vela en ese entierro. Que discutieran casi a diario Aristóteles lo consideraba un ejercicio sano, el problema empeoraba en cuanto Bruno tocaba el tema de Cuauhtémoc, no entendía como una persona viva podía sentir tanta inseguridad por una persona que lleva ocho años en una urna.



A su regreso a la colorida ciudad se percató enseguida que no sólo Oaxaca había cambiado ligeramente, también lo había hecho la mecánica de la familia, antes numerosa; ahora aquellas reuniones casi diarias en el apartamento que fuera de su abuela rara vez se daban. Su familia había pasado de ser una sola isla a convertirse en un grupo de islas que flotaban a la deriva y en direcciones distintas.



Ahora, ni siquiera Linda, la única de sus primos con la que tenía una relación estrecha, vivía en el mismo edificio, hacía seis años había empacado sus cosas y vivía junto a Iker y Axel su propia historia de amor.



Su madre vivía en el mismo departamento de siempre junto a su hermano Arquímedes y Eduardo con quien estaba casada desde hacia ya dos años. La pareja había ocultado la relación por cuatro largos años, puesto que su madre tenía la idea errónea que él o sus primos se opondrían a que estuvieran juntos, al mejor estilo de una telenovela, nada más lejos de la realidad, ya que para Aristóteles, que su madre contara con alguien que velara por ella y su hermano en su ausencia, significaba un gran alivio.


Tal como se lo había imaginado Diego, Polita había preparado chocolate para después de cenar, por lo que estaba sentado en la pequeña mesa junto a la familia, tenía en sus manos una taza del humeante chocolate y un pedazo de pan dulce en un plato a un costado. Él y Arquímedes apenas se sentaron a la mesa se enfrascaron en una pequeña guerra lanzándose los guisantes, la diversión les duró a los cuatro hasta que Polita las llamó la atención. El resto de la cena estuvieron ablando tranquilamente de cosas sin importancia, bromeando entre si, comportándose como una familia. Eso a Aristóteles no le extrañaba, al final habían deja de buscar a su familia luego de cuatro largos años de esfuerzos infructuosos por lo que Diego los había terminando adoptando, no como un remplazo, sino por el cariño que le habían demostrado.



--¿Cuándo te irás de gira con Ramiro? --le preguntó a Diego, mientras remojaba un trozo de pan en el chocolate aún humeante.



--No sé, no me gustaría sentirme cómo el llaverito que lleva a todos lados, bastante tengo con los comentarios maliciosos que hicieron en uno de esos programas basuras el año pasado luego de los "Grammy." ¿Recuerdas? --respondió, sin dejar de masticar el pedazo de pan que tenía en la boca y todos asintieron aunque la pregunta sólo había sido para Aristóteles --¿te parece si subimos ya? --él también tenía preguntas por hacer y sentía gran curiosidad por la relación extraña que mantenía su amigo.



--¡Estaré en la azotea con el llaverito de Ramiro ma'! --se burló, antes de salir seguido de Diego que protestaba reído por semejante agravio.



--¿Y bien? --preguntó Diego después de un rato de estar los dos en silencio sentados en la vieja banca de la azotea --Te gusta hacer drama Aristóteles.



--¿Bien qué? --preguntó, fingiendo confusión.



--¡Ay no te hagas el menso, Pendejósteles! ¿Ahora por qué Bruno y tú discutieron está mañana? --preguntó desesperado --Creía que las cosas habían mejorado entre los dos.

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