BRUNO

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Doce años atrás...

"--¡¡¡Qué no mamá!! ¿Cómo puedes estar apoyando esta desfachatez?! ¿Cómo se le podido ocurrir semejante locura a Bruno? --escuchaba a su hermana Julieta gritar desde la sala --¡No. ¿Cómo puedes decir eso? Claro que lo acepto y lo apoyaré siempre! ¡¡Cada quien es libre de amar a su manera pero el problema no es que este enamorado de un hombre, Catalina, por favor!!

--¿Entonces, cuál es el problema según tú, que todo lo sabes? --preguntó el muchacho saliendo de su habitación luego de haber reunido el valor suficiente para enfrentar a la más temperamental de su familia.

--¡¿Estabas aquí?! --preguntó apenada, girando hacia él y luego hacia su madre, buscando una explicación.

--La última vez que revise, sí, aún sigo viviendo aquí --dijo con un marcado sarcasmo.

--¡Muy mamoncito, eh! --respondió algo más calmada pero en sus ojos pudo distinguir aún el enojo que la había llevado a presentarse a casa de su madre.

--Aún no respondes "Juli" --¿Cuál es el problema que le encuentras a que tenga una relación con él?

--¡¿Por Dios Bruno es qué no lo ves?! ¡Aris sólo tiene dieciséis años! Si Audifaz descubre esto, no quiero ni imaginar lo que sería capaz de hacerte en el caso que seas correspondido, de por sí ya ve con malos ojos que se la pasen tanto tiempo juntos.

--Pero Aris me gusta, hermana, me gusta bastante --respondió afligido al no sentirse comprendido por la mujer que más admiraba después de a su madre --¿Qué puedo hacer?

--¿Sabes tan siquiera si a Aris le atraen los chicos? O sea, yo le veo cierto aire pero no me parece que sea el caso --preguntó Julieta y él sólo pudo mover la cabeza de forma negativa.

--¡Es que...

--Siempre has planeado ir a estudiar a Europa ¿no? --dijo Julieta lentamente, mientras en su cabeza una idea se iba fraguando poco a poco y veía a se hermano sentarse derrotado en el sofá.

--¡Si... pero!

--¿Entonces, piensas llevarte a Aris dentro de una maleta o tener una relación a distancia? --le cuestionó, deseando internamente que su hermano no estuviera planeando dejar sus estudios por un mero capricho adolescente.

--Bueno, es que... yo... estaba pensando que...

--¡Ni lo pienses Bruno! Ve, prepárate y regresa cuando hayas acabado, si Aris es tu alma gemela estarán juntos cuando regreses, ahora él es sólo un niño, déjalo madurar y que él solo descubra su propia identidad, creo que ni siquiera se ha preguntado que es lo que le gusta, a estas alturas sus preocupaciones son sólo cumplir con las expectativas exageradas a las que lo tiene sometido el testarudo de su padre.

--Pero...

--¿Has pensado en qué ocurriría si resulta que no es gay y no puede corresponderte?

--¿Y si se consigue a otro? --preguntó, claramente ese era el motivo por el que estaba decidido a cometer semejante locura.

--Entonces no era para ti --le contestó su hermana con simpleza, esperando que su hermano le entendiera y entrara en razón.

--¡Está bien! --dijo resignado --esperaré, iré a Europa, estudiaré y cuando regrese haré lo que sea necesario para estar con él --aseguró.

--Sí aún está soltero y Aris resulta ser también gay, hasta yo te ayudaré a que estén juntos --le prometió Julieta.

--¡Lo que sea Juli!

Diez años atrás...

"--¡¡Te lo dije Julieta, no te debí hacer caso, nunca debí de haber venido a estudiar a España!! ¡¡Todo esto es tu culpa!! --Le gritó Bruno a través de la pantalla de su laptop --¡lo perdí por tu culpa, por escucharte!

Julieta no tenía que preguntarse como era que su hermano se había enterado de la noticia, estaba segura que su madre, Catalina, había corrido a llamarlo en cuanto su había enterado del pequeño rumor que corría en el edificio.

--Bruno, por favor no te pongas así, era mejor que ocurriera de esa manera, es otro chavito de su edad, quedamos en que lo ibas a dejar crecer, que tenga su primera relación con un chavito de su edad como lo es Temo, forma parte de eso, de que madure como persona.

--¿Cómo te enteraste? --pregunto furioso --¡¡¡¿Qué como te enteraste, Julieta?!!! --volvió a preguntar aún más exaltado cuando vio a su hermana dudar, si contarle lo poco que sabia.

--Los escuché hablar hace unos días, Aris me esperaba para una sesión de fotografía en Cklass y este chavito, Temo, lo fue a acompañar, mientras esperaban el turno de Aris Temo se le declaró --contó sin poder ocultar su emoción, hasta que recordó que hablaba con su hermano.

--¡Ojalá se muera, maldito escuincle!

--¡Bruno, santo cielo! ¡No digas eso ni en broma! --chilló Julieta escandalizada.

--¿Y es que a ellos si los estás apoyando? --preguntó al verla tan emocionada como lo estaría una fan.

--¡No, no, no, cómo crees? --respondió su hermana, aquello no era del todo cierto, Julieta apenas y había escuchado una parte de la conversación de Aristóteles y Cuauhtémoc, lo que la hizo creer que los adolescentes eran pareja. Sin poder contener la emoción, no hizo más que ver a su esposo, Robert, para contarle la supuesta novedad.

Seis años atrás...

Bruno regresó a Oaxaca cinco años después de haberse ido, regresó con un diploma dentro de su equipaje y la determinación de cumplir su sueño de ser pareja de Aristóteles.

La historia de Las victimas de "Los Extraviados"  había trascendido  el Atlántico, tras semejante escándalo de trata de blancas, no sólo había caído los varones de la familia dueña de la hacienda, si no también, ministros de estado, empresarios y hasta su profesor de literatura. La investigación consecuente reveló que "Los Extraviados" a penas era una mínima parte de un monstruo aún mayor que extendía sus tentáculos más allá de las fronteras mexicanas.

Por eso al llegar, estaba enterado de todo y a vio el duelo en el que aún se encontraba Aristóteles sumido como una oportunidad de sortear sus defensas y poder conquistarlo más fácilmente. Todo parecía sencillo en su cabeza pero lo que no esperaba era no encontrar al muchacho en Oaxaca.

Su segundo obstáculo fue enfrentarse a Polita que no lo miraba con buenos ojos. No lo quería como yerno, así se lo confesó una tarde cuando cansada de la insistencia de Bruno para que le revelara su dirección en la ciudad de México, estalló para que lo dejara en paz.

Encontrarlo por sí solo en una ciudad tan inmensa como lo es la Ciudad de México sólo fue su tercer obstáculo en su pequeña epopeya.

Por un año insistió una y otra vez para que Aristóteles le permitiera entrar en su corazón pero el chico se mantenía firme tras su largo asedio, había aceptado reanudar su amistad tras esos años que estuvieron separados pero nada más, según sus propias palabras, para él su corazón había sido convertido en cenizas junto al cuerpo de Temo.

Pasado un año, Aristóteles por fin acepto ser su pareja pero no fue debido a los constantes obsequios que le solía dejar en el lobbie del moderno edificio donde vivía el chico junto a Ramiro cuando este no estaba de gira o follando como conejos como solía decir Aristóteles. Esos regalos eran donados o regalados más atrás; tampoco fueron las innumerables invitaciones a restaurantes lujosos, que lo único que provocaban era que Aristóteles gastara en ropa nueva cada vez que iban a uno; mucho menos las canciones dedicadas en la radio, ni la manera creativa como Bruno le hacía la misma pregunta cada vez que consideraba que el de rizos le podía aceptar; pero la única y verdadera razón no fue más que el gran fastidio que la constante insistencia de Bruno le había generado. Por lo que esa fue la única solución que encontró para que el chico lo dejará en paz de una buena vez y dejara de acosarlo.

Un año después lo pudo convencer para que pudiera mudarse junto a Aristóteles al apartamento de Ramiro. Fue luego de que tomaran esa decisión que los primeros problemas en su relación mal ensamblada comenzaron a aparecer. Las discusiones y los insultos eran comunes luego de que Bruno intentara seducirlo, con la misma insistencia que había utilizado para convencer a Aristóteles de que fuera su pareja, sin embargo, lo único que conseguía  era una negativa aún más férrea por parte del rizado para entregársele.

Sólo tuvieron que pasar seis meses para que Bruno instalara una "app" de encuentros en su celular y tras esa primera vez siguieron una y otra, hasta que se volvió una costumbre, entrar a la "app" después de cada discusión para desquitarse la frustración con el cuerpo de su amante de turno. En un inicio se decía que era por venganza intentando  acallar su conciencia, luego, que sería la última vez que lo haría y por último las excusas y el remordimiento hicieron las paces y Bruno siguió con ese habito hasta la tarde que conoció a otro chico con quien sólo se veía para tener sexo una vez a la semana. Había pasado de tener múltiples amantes ocasionales a tener un solo amante de planta.

Una semana antes del viaje a París...

--¡Mírame!! --le gritaba aquel chico delgado y de ojos claros que se encontraba acostado y desnudo en la cama del pequeño hotel al que solían ir --¡¿Qué tiene el que no tenga yo? A parte de su nula disposición a tener sexo contigo! --soltó con tanto veneno que Bruno se giró para responderle de la misma manera pero al hacerlo no sabía que responderle.

--¿Qué es lo que quieres? --preguntó, sin apartar la vista del cuerpo tatuado del pelinegro, poniendo especial atención en las pequeñas y respingonas nalgas que tanto placer le habían brindado esa tarde.

--¡Que dejes a ese mojigato, cerrado! --respondió --estoy harto de solo verte en este hotelucho para que me folles cuantas veces te de la gana y luego regreses a dormir junto a él como el novio abnegado que finges ser --le reprochó --¡¡no sólo soy un agujero para que llenes de leche, maldito!!

--¡Puff! ¡Para mi sólo eres eso! Un hueco donde saciar mis ganas Zyan. ¿De verdad crees que iniciaría una relación seria con un chico que me la mamó en los baños de un bar, sin conocerme? --escupió mientras se terminaba de vestir --nos vemos cuando regrese de Francia --se despidió con un beso que el pelinegro no pudo rechazar.

--¡Te odio! --dijo en medio de un gemido al sentir uno de los dedos de su amante acariciar su entrada algo irritada tras las dos horas de sexo furtivo. 

Actualmente...

--¿De verdad Diego no sospecha nada? --le preguntó Bruno con algo de duda a Ramiro antes de que entraran a la lujosa joyería.

--¡Qué no! Digo, ya me hubiera hecho algún comentario sobre lo cursi que soy al venir desde lejos para pedirle matrimonio en Paris --contesto por quinta vez la misma pregunta. Se habían separado de sus respectivas parejas con la excusa de comprarles una sorpresa a cada uno, tal como lo había planeado, Ramiro, Aristóteles se llevo lejos a Diego aduciendo que también le quería regalar algo a Bruno --No insistas y camina --le ordenó Aristóteles a su amigo --que van por el dichoso anillo.

--Me arrepiento de haber descubierto todo --se quejó --de verdad que se está esmerando por sorprenderme --decía un poco triste.

--Por lo menos eres mejor actor que él --se burló Aristóteles --otro ya se hubiera delatado.

En la joyería, los otros dos se maravillaban observando las hermosas joyas finamente trabajadas que eran exhibidas en las vitrinas bien iluminadas del local. --¿Ves a ese chico? El que está al lado de la pelirroja --le dijo al oído Ramiro, señalando disimuladamente en que dirección tenía que mirar ¿No se te hace un poco familiar?

--¡Vaya! --dijo al observarlo con atención por unos segundos --me recuerda  alguien pero no sé a quién.

El resto de la tarde se limitaron a seguir caminando, conocer un poco la ciudad, al detenerse a descansar un poco en un pequeño café cuyas mesas se tomaban hasta la acera, le pareció ver sentado en una de las mesas al chico que le había vendido el anillo que planeaba entregarle a Aristóteles como muestra de su "amor incondicional."

--Nos sigue como un fantasma --bromeó al salir y no verlo de nuevo.

A la noche, luego de recorrer los distintos bares que habían en los alrededores del hotel y beber cerveza de barril hasta que sintieron que sus vejigas reventarían por tanta cebada y levadura, terminaron en el más pequeño de todos, pero el más concurrido al ser completamente friendly, en las pocas mesas que habían se podían ver parejas de chicas, así como de chicos mezclados junto a parejas heterosexuales que disfrutaban cómodamente del ambiente que se respiraba en el lugar.

Una pequeña banda cantaba covers de distintos artistas y algunas canciones de su propias.

--Deberías ser un poco sangrón e ir a detenerlos --sugirió Bruno cuando escucharon que la banda se disponía a tocar una de las canciones de Ramiro --aún no he escuchado una versión que le haga justicia a la original --continuó bromeando.

--Creo que haré algo mejor dijo Ramiro -- dejando lo que bebía sobre la mesa y se encaminó a la pequeña tarima donde tocaba la banda, sus amigos lo siguieron con la mirada, expectantes a lo que m planeaba hacer. Esa noche no sólo cantó esa canción, sino, que acompañó a la banda a cantar dos covers más y finalizó con la canción que le escribiera a Diego cuando se reencontraron.

A pesar de lo que se habían imaginado que ocurriría cuando Ramiro se bajara del escenario, nadie los acosó, ni tuvieron que escapar al hotel, en cambio, los dejaron disfrutar de la noche, salvo alguno que otro que, o le pidió su autógrafo o una simple foto.

Era pasada la media noche cuando decidieron regresar al hotel, luego que Aristóteles por poco se va a madrazos con un chico un poco más alto que él.

--¡¿Qué te ocurre?! --le reclamó Diego cuando iban camino al hotel --¡nunca has sido así de violento!

--¡¿Qué? yo no pensaba pelear, era ese tipo que me estaba buscando el Córcega! --se defendió.

--Pero por que querría pegarte.

--A ver, me dirigía al baño --comenzó a relatarles --cuando justo en la entrada del mismo me tropecé con otro chico, tengo que admitir que mi reacción no fue la más amable y le dije un par de groserías pero les juro que mi actitud cambió en cuanto me di cuenta que el chico usaba bastón. Lo intente ayudar a levantarse pero no se dejaba y fue entonces que apareció  el otro sujeto con cara de no estar bien de la cabeza y me intentó golpear pesé a que el chico con el que me había tropezado le decía que se detuviera.

--Tranquilo cariño --le dijo Bruno, tomándolo de una de sus manos --veámoslo de este modo, por lo menos no te madrearon, hubiera sido una pena que pasaras las vacaciones en los separos franceses --opinó en broma --ahora caminen rápido que me meo.

En cuanto entraron a la habitación, corrió a encerrarse en el baño, su vejiga estallaría si no se apuraba y dejó a su pareja solo en medio de tan enorme habitación, seguro estaría pensando que él hubiera elegido un hotel con menos excesos que en el que se encontraban. Lo más probable era que terminaría por salir al balcón a ver las estrellas cómo lo suele hacer todas las noches en su hogar.

Cuando salió aliviado luego de algunos minutos en el baño, tal como lo había supuesto, Aristóteles había salido al balcón para tratar de ver las estrellas, lo abrazo por la cintura y apoyó su cabeza en la espalda del chico de rizos --¿La encontraste? --le pregunto quedito al oído, causando que Aristóteles se estremeciera, tal vez, debido a los nervios que comenzaba a sentir.

--No --respondió --la ciudad está demasiado iluminada --dijo con algo de decepción en su voz, antes de separarse un poco de Bruno para girar y quedar mirándolo a los ojos --bésame --le pidió en un suave susurro.

Así lo hizo, unió sus labios a los de Aristóteles en un beso casto, conocía el temperamento de su pareja y prefería ir a tientas, probar el terreno antes de lanzarse a un beso más atrevido, pero Aristóteles no se lo permitió, el chico abrió su boca para darle paso a su lengua y con eso lograr que la temperatura de aquel beso se elevara a niveles que nunca antes había podido llegar con el rizado.

--Sabes a alcohol y cigarrillos --bromeó Bruno sin apartar su boca de la de Aristóteles.

--Y tú a alcohol, cigarrillos y menta --le contesto de igual manera. Rodeo su cuello con sus brazos e intensificó el beso un poco más, Bruno sólo se limitaba a jadear, sorprendido por la manera tan interesante en la que Aristóteles pensaba terminar su primer día en Paris. Con apremio le fue desvistiendo hasta dejarlo con su bien trabajado torso desnudo, si había algo que Aristóteles no podía negar era que su pareja era condenadamente sexy. Sintió como lamió con lascivia su oído, provocando que un ronco gemido escapara de sus labios entreabiertos, y algo enrojecidos por la acción que habían tenido momentos antes.

Aristóteles siguió descendiendo, dejando un pequeño rastro de húmedos besos en el cuello y hombros de Bruno --¡No sé que te ocurre pero me gusta! --dijo con un gruñido al sentir los dientes de Aristóteles hundirse suavemente en la piel de su hombro derecho.

--¡Que pendejo eres! --dijo hundiendo sus dientes un poco más como castigo.

--¡Ok, ok, ya entendí, no diré nada más! --jadeo y entrelazó sus dedos en los suaves rizos de Aristóteles --¡Joder, tío! --soltó cuando sintió los labios del chico asaltar su tetilla izquierda --si continuas por ese rumbo no me podré contener --dijo ronco por la excitación que sentía.

--¡Eso es lo que quiero! --le respondió con los labios hinchados y las pupilas dilatadas por la adrenalina que en ese momento inundaba su cuerpo.

--¡Espera! ¿Me estas diciendo qué quieres que tu y que yo, que a y que i? --preguntó con sorpresa, tomando a Aristóteles por el rostro para hacer que lo volviera a ver a los ojos y como única respuesta su novio tomo su miembro sobre su pantalón de mezclilla con firmeza antes de acariciarlo lentamente --¡Ohhh! --intento contener un gemido en vano.

Esta vez fue Bruno quien asalto los labios de Aristóteles que gimió debido a la sorpresa y la intensidad con la que lo hacía su pareja.  Le mordió la barbilla con delicadeza, provocando que Aris volviera a gemir por el extraño placer que la caricia en esa zona la proporcionaba. Hizo que girara un poco su cabeza y en esta ocasión mordió el cuello de Aristóteles, lo que causo que sintiera que sus piernas le fallaban --¡Ahh! --jadeo tras cada mordida, cada vez más fuera de sí.
--Se siente bien --confeso sin querer.

Tal vez las cosas hubieran acabado de una manera placentera para ambos si Bruno no hubiese creído que ese era el momento indicado para hacer lo que tenía planeado desde la mañana, luego de salir junto a Ramiro de la joyería.

--No abras los ojos bebé, sólo dame un momento, no te muevas. ¿Ok? --le pidió.

--¡¿Es en serio Bruno?! --Preguntó confundido Aristóteles.

--¡Ey! No abras los ojos --le advirtió, mientras rebusca a en su maleta la pequeña caja con el anillo. Cuando por fin la localizó, regresó donde se mantenía Aristóteles aún con los ojos cerrados; se colocó de rodillas y le pidió que abriera los ojos lentamente.

--Se que no he sido un novio perfecto, amor, pero hoy estoy más seguro que este es el paso que debemos dar, Aristóteles Córcega Castañeda, ¿me permitirías seguir intentando hacerte el hombre más feliz del mundo y te casarías conmigo? --dijo con la voz entrecortada por los nervios que en ese momento lo ahogaban.

Nota 01
Como única nota tengo que recalcar que la idea de hacer a Bruno tan intenso es gracias a mi primer ex, que como Bruno me insistió tanto en que fuéramos pareja que termine por decirle que sí, sólo para que dejara de jorobar. Por lo que es la primera vez que plasmó una parte de mi vida en una historia.

P.d. Dentro de unas horas otra actualización. 

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