The End

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Ten estaba sobre una rama de árbol  que no se veía nada segura, Kun estaba seguro que en cualquier momento se podía quebrar y dejarlo caer a casi dos metros de altura. Pero él sabía lo que hacía, cientos de veces lo había hecho antes y sólo un par de veces se había caído, pero no le había pasado nada grave.

Su cámara fotográfica estaba lista para disparar y obtener la foto que necesitaba para que los “chismosos” no tuvieran la atención en su hermano y Johnny. Se iba a sentir mal por hacer
pública esa noticia sin que aquellos chicos pudieran anunciarlo formalmente. Pero todo era para
salvar a su hermano, si pensaba en él entonces se sentía mejor.

Dos jóvenes de no más de 18 años estaban charlando en una terraza mientras tomaban algún tipo de bebida verde que parecía ser un té. Ten los había estado vigilando desde que
llegaron a la ciudad, unas semanas atrás, para dar unos conciertos y había notado un comportamiento extraño en dos integrantes del grupo. Pasaban demasiado tiempo juntos.

Después de un par de días de observarlos se dio cuenta de sus preferencias sexuales, había querido tomarles fotografías desde antes pero no se había atrevido. Pero ahora lo necesitaba.

Uno de los chicos se puso de pie y sacudió sus brazos para después frotar sus manos intentando calentarlas.

Hacía un frio que congelaba hasta los huesos.

El otro chico que era más alto lo siguió y después lo abrazó, como se abraza a alguien de quien se está enamorado.

Ten hizo una toma perfecta.

Después se sonrieron, se besaron y entraron dentro de cuarto de hotel.

Todos y cada uno de sus movimientos él los había capturado. Se sintió orgullosi de las fotografías. Cuando por fin logró bajar del árbol su pantalón estaba rasgado de una de las rodillas
y bastante mugriento en casi todos lados, su chamarra no se había salvado tampoco, hizo una mueca a su ropa y negó antes de salir, sin ser descubierto, en busca del auto de Kun que estaba
escondido al otro lado de la carretera detrás de unos arbustos.

Ten jamás había entendido el hecho de que cerca de los hoteles en donde se hospedaban los más grandes famosos hubiera árboles y arbustos y cientos de cosas en donde cualquier paparazi se podía esconder con toda la comodidad del mundo.

Cuando llegó al auto y entró sus dientes castañeaban y sus manos se habían puesto completamente heladas, por suerte Kun tenía encendida la calefacción.

—¿Todo bien? —le preguntó el muchacho viendo raspones en las manos de el chico.

—Vámonos antes de que alguien venga —sugirió el muchacho mientras frotaba sus manos.

El viento empezaba a soplar más fuerte lo que anunciaba que la tormenta de nieve estaba más cerca, Kun sabía que no alcanzaría a dejar a Ten en su casa, apenas si lograría llegar a su casa pero al parecer el castaño parecía perdido en otro mundo observando las fotografías que había tomado y ni siquiera prestaba atención a las palabras que el moreno le decía.

Kun metió el auto en la chochera y fue entonces cuando Ten levantó la mirada para notar que no estaba en la entrada de su casa.

—Esta no es mi casa —dijo el castaño apoyando la cámara en su regazo.

—No. Es mi casa. Si me hubieras escuchado habrías notado que no alcanzaríamos a llegar a tu casa por la tormenta que ya empezó —el muchacho asintió y tomó la cámara en sus manos para salir del auto.

—¿Por qué una cochera tan grande si antes tenías una motocicleta? —preguntó observando todo a su alrededor, era una cochera bastante espaciosa, podrían caber 3 autos. Era una cochera normal, para su mala suerte.

Johnmark • Be My Boyfriend Donde viven las historias. Descúbrelo ahora