Capítulo 24

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Mariana's POV

El nacimiento de los cachorros nos implicó estar en guardia por cualquier situación. Desde el entierro de nuestras hijas y esa misma noche en la que descansamos como familia; Diane no permitió más acercamientos al cachorro de parte de ningún ser vivo. Las lobitas y yo estamos absolutamente marginadas.

Fuera, vigilaba cada movimiento en el bioma, si caía un rocío o una hoja, el sonido de mapaches o pájaros y cada diminuta fibra de olor animal, humano, licántropo o del ecosistema.

En todo momento mientras hacia guardia, pensaba en el futuro y en como ganaremos una guerra con dos países, mientras me persigue una organización maniática de poder mundial.

La tranquilidad en el ambiente relajaba lo necesario para agudizar cada sentido y el aroma del café era agradable durante la guardia... Si, el aroma a café ciertamente muy agradable... A café... ¡Un fuerte aroma...!

~ ¡DIANE! ¡Esconde los cachorros! ~ Grité desesperadamente mientras corría a la cueva.

Sin alcanzar a entrar, fui recibida con un fuerte gruñido de advertencia. Mi postura se doblegó ante Diane con la mayor sumisión que pude demostrar, pues necesitaba ser escuchada para advertir sobre uno o más enemigos.

~ Alguien se acerca ~ Pronuncié lo más claro que pude mientras boca arriba dejaba el cuello ha descubierto.

Fui literalmente agarrada y halada desde la cola antes de poder saberlo siquiera.

- Buena noche su majestad Reina Mariana del antiguo reino Dellatore, espero se encuentre bien porque es usted indispensable para el avance de nuestras investigaciones. Ruego que por favor sea tan amable de acompañarme junto sus hijos y pareja, de manera que la violencia no sea necesaria en absoluto. Cuenta usted de diez minutos, recuerde que incluso los cuerpos muertos nos son de utilidad - Aquélla señora de edad avanzada soltó mi cola para dejarme ir, tenia claramente una sonrisa burlona y su ropa gritaba Silvers. Boina blanca, traje y zapatos negros incluso para las mujeres y esa horrible medalla plateada de un lobo de ojos verdes. Su horrendo Signo de capuchinas que extendía desde nariz hasta quién sabe bajo el uniforme en su cuerpo, atraía la mala suerte desde augurios a aquella flor.

Entré corriendo instintivamente con la cola entre las patas, gritando Silvers para no ser atacada por mi propia pareja y zampándome directo a los bordes de la cueva.

Solo una maldita salida necesitaba, de esas que oportunamente se creaban desde la parte trasera de la cueva por la que los buenos en una película escapaban desapercibidos del villano. Pero desde luego la suerte oportuna no era mi fuerte y mi vida tampoco era una película. Inmediatamente que me detuve desesperanzada de una escapatoria rápida, fui atacada por Diane quien gruñía enojada desde que invadí la cueva.

~ Más te vale sacar al cachorro y el resto de malditos perros de aquí ~ Amenazó hecha una furia ~ Para cuando acabe con ese maldito metido no te quiero ver por aquí ~ A orejas gachas asentí y agarré desde el lomo a Ryu, esperé a que Diane saliera para también salir y ladrar a convocar el resto de la manada.

- ¡Oh, por Nox! Que esplendido cachorro, una cría perfecta de linaje premium. Oh... Oh... Seré por fin recompensada por mi Señor Franco. Por favor, por favor, siganme hasta el transporte - La anciana de aspecto demacrado señaló hacia una dirección en el bosque.

Ignorando completamente la inesperada reacción de la mujer, reuní todos los lobos y volvimos a escapar.

No pasó mucho antes de que una voz nos detuviera.

- Que curioso Steven - Se escuchó desde una parte del bosque.

- ¿Qué podría ser tan curioso Mario? - Se preguntó ahora desde el lado contrario a la primera voz.

- Que una vieja de oficina cace mejor que nosotros - Los hombres de la vez pasada.

Yo de verdad no tengo suerte oportuna...

~ Lárguense ahora. No respondo por sus vidas ~ advertí a los dos hombres.

Sonrisas socarronas se formaron entre ellos.

- Una lastima, a nosotros si nos toca responder por ustedes - Sin algún otro preámbulo arremetieron hacía mi.

La manada iba a morir, después de todo no son más que lobos contra licántropos.

Yo iba a caer inconsciente por proteger a Ryu y el pequeño tampoco aguantaría mucho en la fría nieve dónde reposaba.

Aullé por ayuda, llamando ya desesperada a Diane.

Que inútil soy, que inútil me siento, ni por mi sangre real tendré una ventaja. Ni por mi molesto entrenamiento como protectora de Elizabeth.

De ninguna manera seré suficiente, la impotencia de mi inutilidad me carcomerá y acabaré tan sola como viví.

Realeza o no, la vida hace que te sientas solitaria, que mires al techo o al cielo y pienses que estás solo. Por más amigos que tengas, por más compañía que te divierta. La vida solo necesita un segundo para volverte patético.

Once ✩Al Fin En Corrección y Revivición✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora