Capítulo 22.

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-¿Y bien?

Alice se alisó el ceñido vestido verde esmeralda mientras caminaba fuera del probador insegura y yo miraba distraída el móvil. Levanté la mirada.

-Creo que me gustaba más el otro.

-¡Pero si has dicho que con el otro parecía un chorizo embutido!-espetó indignada y yo me reí entre dientes.

-Con este pareces un pepino andante.

Alice bufó exasperada y se desplomó sobre una silla frente a mí, con la cara hundida entre sus manos.

Me había dicho que necesitaba encontrar un vestido urgentemente para aquella noche tan “especial”. La noche de fin de año. Yo le había dicho que podía escoger uno de sus cientos de vestidos, pero ella se había negado rotundamente diciendo que la noche de fin de año siempre era más especial que cualquier otra fiesta.

En ese momento, la dueña de la tienda, que había desaparecido diciendo que tenía que tenía que ir al almacén, apareció sonriente con dos prendas colgando del antebrazo; una color púrpura y otra color dorado.

Se acercó a mi y me las tendió. Las cogí confundida y tras lanzarme una mirada por encima de sus gafas y sonreírme de nuevo, se dio la vuelta y desapareció.

Antes de que pudiera pronunciar alguna palabra, Alice brincó de su asiento y me arrebató las prendas.

-¡Holly!-casi chilló y le hice un gesto para que bajase la voz.-¿No lo entiendes? Esto es lo que necesitamos.-desplegó la prenda púrpura, que se extendió hacia abajo dejando ver un precioso vestido largo, con un corte lateral hasta el muslo y la espalda abierta por detrás. Extendió también la prenda dorada, que se basaba en un brillante vestido ceñido hasta la cintura y falda con vuelo hasta los pies. Alice me entregó la prenda púrpura y me empujó hasta el probador.-Vamos. No tenemos mucho tiempo.

Bajé las escaleras con sumo cuidado de no pisarme el vestido o tropezarme sobre mis propios pies y deslicé mi mirada hacia todos los presentes.

El salón no estaba lo que se dice precisamente vacío; la tía Carol sentada en un extremo del sofá sonriente mientras me miraba; el abuelo, de pie y con su copa en mano, con los ojos abiertos y expectantes; mi madre, al lado de la ventana susurrando algo parecido a “¡esa es mi chica”; mi prima Charlotte, quien se había dado la vuelta al notar mi presencia y había caminado hasta mí sonriente...

Todos allí reunidos. Le sonreí a Charlotte y la abracé con fuerza.

-Estás espectacular.-me susurró al oído mientras la seguía abrazando y vi que tenía los ojos llorosos.

-¿Lloras de envidia?-bromeé y ella soltó una carcajada mientras pestañeaba varias veces.

-Más quisieras, Woods.

Uno a uno, fui saludando a toda mi familia.

Recibía siempre comentarios como “¡Qué guapa, Holly!” o “Ya ha llegado la estrella de la noche” y yo sólo asentía y agradecía que me lo dijeran, pues sabía que sólo sería una vez al año que me dijeran cosas bonitas.

Me acerqué a mi abuelo y antes de que pudiera decir nada, se le saltaron las lágrimas y me sujetó por los hombros, sonriente, con los ojos llenos de ilusión.

-Te pareces tanto a tu abuela...-susurró y yo lo abracé intentando no llorar.-Aquel día en el que nos conocimos llevaba un vestido parecido al tuyo. Su forma de moverse, de sonreír... eres tú.

Quise no llorar pero mis ojos no respondieron a mis súplicas y lágrimas ardientes comenzaron a deslizarse por mis mejillas.

-Oh, vamos papá, no hay razón para hacer llorar a la niña.-intervino mi madre y en parte le estuve agradecida pues tenía miedo de ir al baño y ver que el maquillaje me habría convertido en un mapache.

Recibí varios mensajes de Alice, diciendo que después de medianoche había una fiesta en su casa, y que casi todo el mundo del instituto iba.

Tragué saliva, sabiendo que en las fiestas siempre me habían surgidos problemas, algo que no me detuvo cuando tecleé “Allí estaré” y pulsé el botón de enviar.

Después de cenar, nos levantamos para sentarnos de nuevo en el sofá, donde podríamos ver las doce campanadas y comer las uvas. -nota de la autora: la tradición en mi país (españa) es comer doce uvas al ritmo de unas campanadas antes de las doce de la noche, lo que significará que ha llegado un nuevo año. No sé si en los demás países se hará lo mismo, por eso quería explicarlo. Perdón si no se entiende.-

Mi madre me entregó un cuenco con doce uvas y me removí en el sillón intentando respirar pues toda la familia se había repartido entre los dos sillones y casi que no cabíamos todos.

-¡Sh!-mandó callar mi tía con los ojos fijos en la pantalla de la televisión, dónde unos presentadores hablaban emocionados sobre no se qué tema y Charlotte comenzó a quejarse diciendo que empezaran de una vez.

“-¡Atención porque ha llegado la cuenta atrás, amigos!-decía el presentador mientras la mujer de su lado sonreía y asentía.-¡AQUÍ VIENEN LAS CAMPANADAS!

Charlotte se removió a mi lado y una uva estuvo a punto de caerse del cuenco, pero la cogí con la otra mano.

“¡BONG!”- sonó la primera y sin pensármelo dos veces me metí la uva en la boca.

“BONG... BONG... BONG...”

Charlotte dijo algo, pero al tener la boca llena de uvas y no oírle le resté importancia. Entonces me tocó el hombro y la volví a mirar.

-Holmphy.-dijo y supuse que era mi nombre.-Fmide um mdeso.

-¿Qué? Trágate las uvas, Charlotte, que no me entero de nada.

Mi prima echó la cabeza hacia detrás y se tragó todas las uvas que llevaba.

-Pide un deseo. Mi madre dice que si lo pides antes de las doce se cumplirá el año que viene.

Le miré con los ojos entrecerrados.

Nunca había creído en ese tipo de supersticiones, pues aunque me hubiera puesto ropa interior de color rojo todos mis años habían sido igual de malos.

Pero una chispa en mi interior me dijo que lo hiciera, por que por probar, no perdías nada, ¿no?

Pensé entonces mientras me llevaba la penúltima uva a la boca en mi deseo. ¿Qué es lo que deseaba? A lo largo de mi vida siempre deseé muchas cosas; un pony rosa con cinco años; que volviera mi padre a los seis; aprobar las matemáticas a los trece... Y la vida siempre me había dado una lección.

Me había hecho aprender que no puedes pedir un deseo sin más, y esperar a que el universo te lo conceda. Tienes que luchar por él, y entonces lo obtendrás. No hay ninguna otra manera de que tus sueños se cumplan.

Y, mientras me llevaba la última uva a la boca y cerraba los ojos con fuerza, imaginándome entonces las cosas que me traería el nuevo año, lo hice.

Lo deseé a él.

«Innocent» luke hemmings fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora