Astrid temerosa me dejó pasar, me indicó que tomase asiento, tomó mis manos con fuerza y me miró a los ojos, le sonreí; seguramente si me ayudará a buscar a John.
- Paul querido, dulce, dulce, Paul.- Dijo ella con nervio.- Sé valiente a lo que verás a continuación, no me odies y no te enojes con la vida. Todo pasa por algo ¿esta bien?.
No entendí ni media palabra suya, solo la miré y asentí confundido.
Ella se levantó y caminó hacia una puerta color crema, la abrió y le dijo algo a alguien que seguramente estaba adentro. Astrid pronunciaba palabras nerviosa, con miedo; como si no quisiera ver lo que se venía.
Se alejó de la puerta para dejar pasar a la persona y casi me desmayo ahí mismo...¡Eran John y la zorra de la niñera! John la tenía abrazada fuertemente y ella escondía su cabeza entre sus cabellos castaños y el pecho de John.
- ¡No puede ser!.- Exclame.- ¿En serio, John? ¿Tanto amas a esta que fuiste capaz de dejarnos?.
- Lo siento, Paul entré en pánico.- Dijo Lennon seco.
- ¿Pánico? ¿De qué hablas? No sabes lo que dices, joder.
- Lo que pasa es que si me quedaba allí, en Londres y no escapaba seguramente las fans serían malas con Tn y la lastimarían física y psicológicamente, no quiero eso.
- ¡Pues que la lastimen! ¡A las putas las lastiman!.
- Eres un sinvergüenza, Paul.- irrumpió Astrid.- Llevo días conociendo a Tn y es una niña de lo más dulce, consumida en el dolor por la pérdida de su madre, entiéndela, aunque sea un poquito.
- Paul.- John habló y lo miré.- Tú también perdiste a tu madre muy pequeño, comparte tu dolor, sabes lo que se siente y aún así tienes el puto descaro de ser malo con ella, te desconozco.
Eso me hirió; que John prefiriera a una desconocida que a mí, su mejor amigo, su mano derecha, vaya, costaba.
Me acerqué a Tn despacio mirándola a los ojos, ella temblaba a mi presencia.
- Tú nunca serás importante para John, solo eres un rato de pasión ¿me escuchas? ¡un puto rato de pasión!...
- ¡Paul yo no te he hecho nada! ¡Ni lo haría! ¡Ya déjanos en paz! ¡Compráte una vida ya!.
John pareció apoyar a la zorra y ofendido me di media vuelta y abandoné el lugar.
Si John la prefería, bien; que se divierta, seguir de perro faldero con él ya no tiene sentido.