27 (SPANISH)

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Mientras Arthit se despedía de Knott y de su querida hija, una joven salía al pasillo de un edificio de lujo intentando hacer el menor ruido posible...

Namtarn cerró la puerta del loft con mucho cuidado, intentando no hacer ningún ruido que pudiera despertar al joven que seguía durmiendo sobre las suaves sábanas de su cama. Y, con rapidez, se encaminó al ascensor que la llevaría hasta el aparcamiento del edificio.

"Tengo que darme prisa...", pensó la muchacha mientras presionaba una y otra vez el botón de llamada.

Su mente, sin embargo, seguía recordando las palabras de la compañera de trabajo de Arthit. 

- "Lo siento, pero Arthit no ha venido a trabajar... tiene el día libre"

- "Pero...¿está enfermo? ¿le ha ocurrido algo a su hija?" - preguntó la joven que, con cada minuto que pasaba, más segura estaba de que la reacción de Kongpob mientras dormía no había sido un sueño sino... sino un recuerdo.

Y, sin duda, su mayor pesadilla.

- "Pues... tengo entendido que estaba enfermo" - comentó la joven con un deje de curiosidad en su voz - "y supongo que aún sigue estándolo cuando el propio jefe ha ordenado que se le prorrogue la baja un día más".

Nam había colgado sin siquiera despedirse.

Y es que, con la última frase de la joven, sus últimas esperanzas de que todo fuera un mal pensamiento suyo habían acabado en el suelo.

No. 

Era tal y como lo había imaginado hacía unas horas, tras ver por primera vez las marcas en el cuello del joven.

Habían pasado la noche juntos... mientras ella soñaba con sus labios y sus caricias él.. él estaba en la cama del joven que tanto daño les había hecho.

"Espero que lo disfrutaras, Arthit", pensó la joven mientras entraba en el ascensor y presionaba el botón del aparcamiento, "porque, te prometo, que será la última vez... no permitiré que vuelvas a acercarte a Kong. Él es mío...¡MÍO!"




Mientras tanto, y sin imaginarse nada de lo que estaba pasando, un joven colocaba plásticos sobre los restos del desayuno mientras tarareaba una canción.

Un joven que,  por primera vez en varios años, sentía que el sol volvía a brillar en su vida.

"O mejor dicho la luna...", se dijo Arthit mientras dejaba escapar una leve risilla.

Y es que, sin duda, estaba feliz.

¡Feliz!
 
Una leve sonrisa asomó a sus labios. Una sonrisa que, a diferencia de muchas de las anteriores, ahora se reflejaba en sus ojos negros, llenándolos de luz.

Y todo porque...tal vez, finalmente podría ser feliz con la única persona a la que había amado verdaderamente a lo largo de su vida.

Con su Kongpob.

"Si es que me atrevo a hablarle...", pensó Arthit mientras terminaba de recoger la cafetera y la llevaba a la cocina.

Al fin y al cabo, no era la primera vez que había pensado en contarle todo... en decirle la verdad pero, al final, no se había atrevido a dar el paso. A.. a decirle su mayor secreto.

A correr el riesgo de.. de perderlo todo.

Sólo una vez lo había intentado y, al final, había vuelto a su casa con el corazón destrozado y un sobre marrón entre sus manos. Un sobre sin abrir y  que, por lo que había visto en aquella ceremonia de boda, jamás lo sería... al menos no por la persona a la que iba dirigido.

AN ETERNAL LONGINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora