8. La Marca Tenebrosa

491 44 10
                                    

Empezó  a  llover  copiosamente  y  Snape  no  hizo  el  menor  esfuerzo  por  cubrirse de  la lluvia que  lo  empapaba.   

Detuvo su andar cuando ya  había  perdió  de  vista  la  casa.  Sacó  el  reloj y  lo  sostuvo frente a sus ojos  por  un momento.

-Dime ¿Qué tengo que hacer? ,  dame  solo  una  señal  y  yo  ahí  estaré.-  las  manos  le  temblaban  por  el frio y  su ropa estaba empapada.

-¿Quieres  que  vaya  con  Dumbledore?-  el  reloj  permaneció  oscilante  frente  a  su mirada,  pero  nada  especial  pasó.

-  Está  bien  ¿Y  si  voy  con  Lily? -  hizo  una    breve  pausa, nada ocurrió- Snape  soltó  el  maletín  y  se  postró  de  rodillas  en  medio  de  la  calle  despoblada la cual  empezaba  a inundarse por la intensidad de la lluvia.

El  cabello  se  le pegó  a  la  cara  y empezó a respirar con  dificultad,  tratando ahogar  los  hipidos.  Se  desconocía,  y  a  la  vez,  sentía  muy  suya  aquella    desesperación.

Dejó que la cadena del reloj se deslizara a través sus dedos hasta desprenderse de ellos, cayendo al  agua  que  corría cuesta  abajo,  más  aún,  el reloj no  fue  arrastrado  por  la  corriente.

Había  algo  quemando  la garganta  de  Snape,  como  un  tragó  de  ron  que  se  niega  a  avanzar,  llenándole  de  fuego  el pecho.  Con  los  puños  cerrados  y  mirando  al  oscuro  cielo  gritó  tan  fuerte  que  los  oídos le  quedaron  zumbando  por  varios  segundos. 

Gritó  como  nunca  lo  había  hecho  en  toda su  vida.

Extraña  forma  de  explotar,  tardó  un  poco  en  comprender  lo  que  había  desencadenado   su  furia  y  frustración;  era  todo  y  nada  a  la  vez. 

Jacobo  Iverllands  había  sido  el detonante;  esa  era  su  función, ser insoportable a la máxima potencia.  Pero  aquel  grito  provenía  de  su  eterna  desolación porque extrañaba  a  Lily, no  a  la  Lily que había estado casado con él y que lo había dejado sin mas,  sino  a  la  de  su  anterior vida,  porque  la  del  presente  era solo  un  espejismo  para  él  que  solo  se  convertiría  en  realidad  cuando  supiera  la  verdad, solo  así    podría  abrazarla y  decirle  que  lamentaba  ser  un  maldito  cobarde,  que  él también    había  muerto  el  día  en  que  ella  murió.  Necesitaba tanto  oírla  decir  que  lo perdonaba. 

Snape  deseaba  contarle  lo  mal  que  lo  había  hecho,  aun  cuando  intentaba hacer el  bien.

Después  de gritar  el  dolor  fue  convirtiéndose  en  adormecimiento dejándolo sin fuerzas para levantarse, mientras tanto el  reloj  seguía dentro del  agua. 

A  lo  lejos  se  escuchó  el  aullido  de  un  lobo haciendo que algo despertara en sus recuerdos.

- Remus  Lupin,  hombre  lobo  y…  guardián de El Elegido-  el  reloj  destelló traspasando  el agua y Snape en seguida lo  tomó. 

- Al fin entiendes que solo no puedes. Pero si quieres  su  ayuda  deberás  ayudarlo,  solo  de  esa  forma   se  cumplirá  la  profecía.  –  la voz  que provenía  de  la reliquia era  la de la Muerte.

-Dime ¿Qué debo hacer? ¿De  qué forma  puedo ayudarlo¿-  dijo  Snape condescendiente.

-Sálvalo  de  su  miseria,  haz  que  su  condena  se  vuelva  a  tu  favor,  tienes  el  poder  solo debes  aprender a  usarlo.-  la  luz  dorada desapareció-

La Cuarta Reliquia, Una Oportunidad Para El Príncipe. TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora