En la mañana del siguiente día el cielo lucía densamente nublado y una capa de niebla cubría la tierra dificultando la visibilidad.
Snape imaginó que en la Colina de El Dragón el panorama sería casi el mismo, aunque más frío. Seguramente Lily aún no salía de la cama para no tener que enfrentarse a las inclemencias del tiempo.
Por su parte Lupin había partido hacia dicha colina y Severus prometió pasarse por allí en cuanto saliera del trabajo.
- ¿Has visto mi varita? no la encuentro por ningún lado y ya se me está haciendo muy tarde.... si la ves tráemela, por favor.-le pidió Lupin a Snape antes de marcharse.
Snape se percató de que algo extraño le ocurría al reloj. Aunque éste empezó a resplandecer como lo había hecho en otras ocasiones, esta vez tenía algo inusual; por primera vez tenía manecillas.
Las agujas eran plateadas y aparentemente tan normales como las manecillas de cualquier reloj, lo único raro era que antes no estaban ahí. El reloj marcaba las 5 y 59.
Snape le echó un vistazo a la hora que marcaba reloj que colgaba de la pared; eran las 7 y 45 am.
No tenía idea de lo que aquello podía significar, así que la única opción que tenía estar atento y esperar.
Salió de la casa dejando dormida a Amelia, gracias a un poderoso tónico, de esa forma Snape se aseguraba que no se hiciera daño en su ausencia.
Snape llegó a la oficina con una decisión inapelable en mente, estaba dispuesto a renunciar a su puesto, pues era claro para él que ya no pertenecía a ese lugar y que su sitio era en la Orden protegiendo a Lily y al niño que ésta tendría.
Se lo debía a Lily, se lo debía a sí mismo.
Aunque estaba de humor para oír los chillidos, súplicas y hasta amenazas del ministro de magia, por lo tanto redactó la carta de renuncia y la pasó debajo de la puerta de Fillier Bering, no sin antes de haber dejado todo en orden y de retirar todas sus cosas personales, si olvidarse de las pocas pertenecías de Amelia.
Eso le recordó su parte de culpabilidad en lo que le había ocurrido a la joven. Aunque Amelia le dijo que aquello tarde o temprano le sucedería. Que era tan inevitable como el cumplimiento de una profecía y cuando él intentaba averiguar más ella se enmudecía.
Antes de regresar a la cabaña del hombre lobo, Snape quiso pasarse por el callejón Diagon para sustraer oro de su bóveda en Gringotts.
Lo suficiente para que sobrevivan tres personas y media, esto debe bastar para unos diez años de encierro- pensó Snape que empezaba a sentirse extrañamente paternalista.
Guardó los galeones en una bolsa que estaba hechizada con un encantamiento de extensión indetectable.
De pronto Severus se sintió, por primera vez en su vida, a pesar de que su matrimonio había resultado ser un completo desastre, responsable de una familia.
Sabía que nunca más podría volver ser pobre gracias a la autoría de 11 pociones inventadas y 56 pociones mejoradas.
Cuando pasaba por una tienda de ropa y no pudo evitar ver la ropa bebé que exhibían en el mostrador.
- Necesito comprar algo para mi hijo que esta por nacer. Seguro se parecerá más a la madre, así que por favor busque un pequeño atuendo oscuro.
Salió de allí con una ropita que hacía juego con los diminutos guantes negros que había obtenido semanas atrás. Obligaría a Lupin a entregarle la vestimenta a Lily diciendo que él se la había comprado, de lo contrario ella acabaría tirándola a la basura.
Snape estaba seguro que ella nunca lo perdonaría por haber dudado de su fidelidad, pero ya no era momento de vivir en el pasado, lo que le importaba en ese momento era que Lily viviera y también cuidaría del niño que aunque no lo sintiera suyo, definitivamente si lo era y debía hacerse responsable.
Regresó a la caba a las 5 pm. Solo pasaría por el cuarto de Amelia para comprobar que estaba bien y después buscaría los tontos guantecitos negros para reunirse con Lupin, ya que habían quedado en reunirse media hora después de que volviera del trabajo.
En seguida recordó que los guantes seguía en el maletín. Los encontró y colocó junto al resto del atuendo; un jersey, el abrigo, unos pantalones, unas diminutas botitas algodonosas y unos pañales que Snape lamentaba no haberlos encontrado en color negro, al menos tenían pintados unos sombreros negros que combinaban con el resto de la ropa.
La encargada de la tienda le había asegurado que todo, excepto los pañales, tenían un encantamiento de crecimiento que se ajustaba a las medidas de quien lo usaba.
Por unos segundos, solo por un breve momento, Snape se imaginó al niño vestido con aquella ropa. Rápidamente sacudió la cabeza espantando aquel pensamiento.
No, no lo amaría, no podría hacerlo, no estaba en su naturaleza amar, a la única persona que había querido era a Lily y aun así no lo había hecho bien.
Antes de cerrar su maletín pudo notar que algo faltaba; era un frasco de poción multijugos. Trató de restarle importancia pensando que Lupin lo había tomado.
Guardó la ropa en la bolsa hechizada que le cabía a la perfección en el bolsillo interno de su cazadora, donde también guardaba el reloj, al cual le echó un vistazo para comprobar que aún permanecía brillante y con las manecillas estancadas.
Aquello le causo angustia por no saber que lo significaba. A lo mejor el cacharro se estropeó, pensó.
Camino hacia la habitación donde estaba Amelia y golpeó la puerta tres veces.
- Amelia soy Snape ¿Puedo pasar?-nadie respondió.
Snape apoyó su oreja sobre la puerta y escuchó el ruido del viento que entraba por la ventana, él recordaba haberla dejado cerrada.
-¡Amelia!- esta vez golpeo con mayor fuerza. Giró la manija, pero esta no cedió.
- Alohomora- tampoco funcionó. No tuvo otra opción que derribar la puerta estampando una silla contra ella con ayuda de su varita.
Entró a la habitación y la encontró vacía.
Snape se maldijo por haber dejado sola a la chica demasiado tiempo.
El sitio no mostraba indicios de pelea. La comida permanecía intacta en la mesa. Lo más probable era que se hubiera escapado por la ventana.
Debía encontrar a Amelia y no tenía tiempo para avisarle a Lupin el motivo de su retraso.
Se colocó la capa de viaje y salió de la cabaña para internarse en la penumbra del bosque.
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La Cuarta Reliquia, Una Oportunidad Para El Príncipe. TERMINADA.
FanfictionSeverus Snape esta a punto de concluir su misión en la historia de Harry Potter, pero heredar un antiguo reloj le complicará la vida. Un giro inesperado que le ofrece la Muerte, una segunda oportunidad para enmendar sus errores pasados.