Capítulo 34

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Hay lugares que inspiran miedo, lugares que para algunos significa un comienzo y para otros un final, lugares donde se respira la vida, la tristeza, la alegría y lo más aterrador de todo, la muerte. Son lugares que nunca querrías visitar, pero a los que alguna vez tenemos que ir.

Jack me agarró la mano con más fuerza cuando salimos del ascensor, dejando atrás a todas esas otras personas que iban a otras plantas, quizás a ver a algún pariente enfermo, a esa persona que quieren, a felicitar a alguien que ha salido de una operación, a alegrarle el día a alguien con su visita, o al igual que yo, a darle el último adiós a la persona que lo ha significado todo durante años.

No era muy tarde, pero en este lugar lúgubre casi parecía de noche. Respiré hondo antes de empezar a caminar por el pasillo, todo estaba demasiado tranquilo, aunque se podían oír algunas risas que resonaban sobre el llanto de los otros. Miré a través de las puertas abiertas a mi paso, había gente joven y anciana, gente feliz, personas tristes, algunos tenían una sonrisa que regalarle a los familiares o conocidos que habían venido a verlos, y muchos otros se mantenían solos, quizás esperando a alguien que nunca iba a llegar. Era triste, probablemente ninguna de estas personas mereciese estar aquí, en un lugar tan repugnante y deprimente, pero por alguna razón u otra, todos nos encontrábamos atrapados en este lugar que parecía sacado de una pesadilla.

- 108. - Dijo Jack avisándome de que ya habíamos llegado. Una sonrisa triste apareció en mis labios ante la mención del número, porque si le daba la vuelta se convertía en 801, y sé muy bien que la abuela relacionaba ese número con el yaoi. - ¿Estás bien? - Negué con la cabeza incapaz de hablar, todo esto me parecía irreal, me negaba a creer que todo esto estaba pasando y era real, aunque sabía que eso solo era una forma de intentar protegerme. No, no estaba bien. - Pregunta estúpida, lo siento. - Jack me giró para mirarme a la cara y me dio una pequeña sonrisa. - Recuerda que no estás solo.

- Tengo miedo de verla, no quiero decirle adiós, yo solo... - Jack me envolvió en un abrazo cuando escuchó cómo se me quebraba la voz, no quería llorar más, pero todo esto era demasiado y me sobrepasaba. - Vamos.

Entramos a la habitación, y pasando por delante de la cama de otro paciente, conseguí ver a mi madre y mi padre. La abuela estaba en la cama, parecía estar como siempre, y me engañé a mi mismo pensando en que se pondría bien. A su lado estaba Diana que tenía los ojos hinchados, y Mad que tenía cara de estar cansada. Nadie se había percatado de mí hasta que empecé a llorar, quería correr lejos de aquí a un lugar donde todo estuviese bien, volver quizás a aquella noche tan solo unos años atrás, donde solo estuviésemos Jack y yo y el único sollozo que pudiese escuchar fuese el del mar. A aquella noche perfecta en lo que parecía el paraíso bajo una luna de papel.

- Alex, ven cielo, no llores. - Me dijo la abuela cuando posó sus ojos sobre mí, y no necesité que me lo dijera dos veces para acercarme y abrazarle por lo que podía ser la última vez.

- Te quiero. - Le repetí una y otra vez.

- Yo también te quiero, pero no llores, ¿vale? Nunca me ha gustado verte triste. - Me aferré a mi prima mientras Jack también le decía unas últimas palabras a la abuela. Él nunca llegó a conocer a sus abuelos, era muy pequeño cuando tres de ellos murieron, y todo  lo que le  quedaba era una abuela que no le quería y nunca le tuvo aprecio, yo era incapaz de entender eso, Jack era como un regalo caído directamente del cielo, ¿cómo podría alguien odiarlo? Mi abuela había sido como la abuela que él nunca tuvo, y fue la primera persona que nos apoyó, la que nos demostró que estaba bien el amor que sentíamos el uno por el otro y no un simple error, ella fue la única que confió en un principio en que lo nuestro no era solo “una fase” de la adolescencia, sino algo de verdad.

- Mad, ¿puedes venir conmigo? Necesito que hablemos de algo. - Dijo Jack saliendo de la habitación seguido por una Mad que parecía tan confundida como yo. Mis padres no dijeron nada, tampoco es que hubiese nada que decir, a si que lo único que hicimos Diana y yo fue tomarnos de la mano dándonos fuerza el uno al otro, y unos minutos después Jack y Mad volvían con una cara completamente distinta. - Alex, nos vamos. - Dijo muy serio, ¿en qué demonios estaba pensando? No iba a dejar a la abuela sola. - No te preocupes, vamos a volver, solo necesito que me acompañes a un sitio. - Se explicó al ver mi cara de confusión, cada vez entendía menos.

Under a paper moon (Jalex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora