tercera marca

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2 de septiembre de 2019

Hugo no durmió bien la noche anterior

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Hugo no durmió bien la noche anterior. La cena de por sí fue tensa (todos los habitantes de Hogwarts parecieron ponerse de acuerdo para quedarse mirándolo mientras comía), pero el trayecto a la Sala Común de Slytherin y ocupar su dormitorio fue peor. Principalmente porque Rose le había dirigido una mirada decepcionada mientras se alejaba con su grupo y sus primos lo miraron como si fuera la deshonra de su familia. Tal vez lo era...

Estar alejado de los mil pares de ojos del Gran Comedor en su habitación no mejoró la situación. Al principio, tres niños lo molestaron hasta que otro los paró, con voz fría y un resoplido molesto, luego sus cuatro compañeros de habitación se dedicaron a ignoraron. Hugo hubiera preferido los insultos, tenerlos a todos actuando como si no existiera lo estaba volviendo loco.

Sin embargo, lo peor llegó durante el desayuno. Había sido el primero en levantarse, se bañó y vistió lo más rápido posible, sin querer estar cuando sus compañeros se despertaran. Su plan era ir a hablar con su hermana, hacerle entender que la decisión de estar en Slytherin no había sido suya, sino del Sombrero Selección. Además, era solo una Casa, Slytherin y Gryffindor eran solo Casas, Hugo quería creer que no era tan importante.

Aun así su corazón golpeaba fuerte cuando buscaba a Rose para hablarle.

Sí, era un niño malhumorado, de comentarios cortantes y un poco manipulador, demasiado despierto y muy inteligente. Pero al fin y al cabo era un niño, un niño pequeño de once años que necesitaba a su hermana mayor cuando sentía que el mundo se había vuelto en su contra.

Y la marca en su espalda era un claro recordatorio de eso.

El problema era que Rose también estaba en su contra.

—¡Eres de Slytherin, Merlín! —Fue lo primero que dijo cuando Hugo la encontró en un pasillo. Los ojos azules de su hermana resplandecían de decepción y Hugo bajó la cabeza, sin soportarlo, y se encontró mirando su corbata esmeralda y plata—. ¡Todos los Magos Tenebrosos han estado en esa Casa! ¡Voldemort fue a esa Casa!

—No soy malo —respondió, con un hilo de voz. Hugo sentía que se estaba comportando de forma ridícula, pero no podía evitarlo. Sentía una opresión en el pecho que le impedía hablar bien. Él sabía que no era el mejor de los niños, tal vez era demasiado sarcástico, horrible dando consejos, despiadadamente sincero, pero no era malo, no era como Voldemort.

—Papá estará muy enojado contigo —afirmó Rose, como si no fuera algo que Hugo hubiera estado pensando desde la noche anterior. Ella suspiró y él tuvo una ligera esperanza de que las cosas pudieran estar bien, pero seguía habiendo decepción en sus ojos—. Solo... solo no me hables, Hugo.

Recuerdos en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora