undécima marca

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28 de febrero de 2041

—Y miss Dumont dice que estoy listo para presentarme solo —dijo Lex, con un deje de arrogancia—

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—Y miss Dumont dice que estoy listo para presentarme solo —dijo Lex, con un deje de arrogancia—. Dice que en la próxima función podré hacerlo.

Hugo, sonriendo orgulloso, le sacudió a su hijo el cabello. Lex había heredado el talento de su madre para tocar el piano y desde el año anterior se encontraba en la Orchestre Magique (¹). Conseguir un solo había sido un sueño para Lex y por fin lo obtenía, Hugo estaba feliz por su hijo.

Alexandria le dedicó una sonrisa a su hijo y siguió tirando del carrito de bebé doble, en donde iban sus hijas, Callíope sentada y mirando a su alrededor, y Talía durmiendo, abrazada al osito de peluche que su tía Rose le había regalado. Las dos niñas, sabía Hugo, serían físicamente igual a su madre de grande, con sus ojos celestes y el cabello oscuro. Incluso tenían la nariz tan pequeña que apenas se notaba, como Alexandria la tenía de bebé.

La familia Weasley se encontraba en el Jardín de las Tollerías, a petición de Alexandria, quien había protestado que hacía tiempo que no salían como familia, principalmente por el trabajo de Hugo, ya que dos años atrás había sido ascendido como Jefe del Departamento de Leyes Mágicas. Hugo aún no podía creerlo teniendo en cuenta como era la comunidad mágica de Francia, aunque algunos magos franceses ponían mala cara cuando se mencionaba el título de Hugo.

—Por cierto, el siguiente viernes vendrá madame Maxine a cenar —comentó Alexandria, mirándolo sobre su hombro—. Se tomará un descanso de Beauxbatons por algunas horas.

—Quiero ir a la Academia —se quejó Lex.

—Por el momento, seguirás recibiendo educación en casa —le dijo Hugo—. Cuando cumplas los diez años, asistirás a Beauxbatons —Él miró hacia el carrito y una sonrisa se le formó por ver a Talía dormir, le parecía adorable. Se giró hacia Alexandria—. No dormirá a la noche si sigue durmiendo.

—Déjala unos minutos más —contestó su esposa—. La pobrecita se pasó la noche con tos, apenas pudo dormir. Y Callie tampoco. Me sorprende que siga despierta.

—¿Ya vamos a comer?

Hugo rio entre dientes y acercó a su hijo a él, mientras caminaban hacia el Bassin octogonal, buscando un lugar para sentarse y así almorzar. El Jardín de las Tollerías era uno de los pocos sitios muggles franceses que Alexandria apreciaba, Hugo recordó con una sonrisa que en ese mismo lugar tuvieron su primera cita como esposos. Lex corrió hacia la primera silla desocupada que vio.

La comida no era nada de otro mundo. Hugo había cocinado aquella mañana dedos de queso para llevar y Alexandria se había ocupado de traer una jarra con jugo de calabaza y vasos para ellos. Hugo se encargó de despertar a Talía mientras Alexandria iba sacando las cosas para comer; sin que ningún muggle se diera cuenta, ella le dio un golpe con su varita a la bandeja donde estaban los dedos de queso para que se calentaran. Lex se apresuró a tomar uno.

Recuerdos en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora