quinta marca

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20 de agosto de 2023

Hugo sintió unos pellizcos en su brazo y se removió en la cama mientras despertaba

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Hugo sintió unos pellizcos en su brazo y se removió en la cama mientras despertaba. Gruñó y se dio vuelta, pero los pellizcos no paraban. Le dio un suave manotazo a la mano de Alexandria mientras se alejaba.

—Dale, Hugo, despierta —le susurraba, apoyando ambas manos al costado de su cuerpo, donde su marca de nacimiento se situaba, y lo meció con brusquedad—. Si Padre se entera que pasaste la noche conmigo, me va a desheredar.

—No hicimos nada aparte de dormir —farfulló, acomodándose boca abajo para seguir durmiendo. No sabía qué hora era, pero su reloj natural le decía que era demasiado temprano para levantarse de la cama.

Su novia bufó y los pellizcos continuaron, Hugo se lamentó de que ella tuviera las uñas largas y afiladas (más de una vez Nathan la había comparado con una Banshee). Él no tuvo más remedio que levantarse de la cama, dirigiéndole una mala mirada, a lo que Alexandria le respondió con una sonrisa divertida. Se arrodilló en la cama y se estiró para darle un beso en los labios.

—El desayuno es en una hora, ya todos empezarán a levantarse. Ve con Nathan —Le dio otro beso—. Nos veremos en el comedor.

Hugo asintió, aún adormecido, y se marchó de la habitación, teniendo cuidado de no ser visto por los padres o el hermano mayor de Alexandria. Igual las habitaciones de ellos no quedaban en aquel pasillo y pudo llegar al dormitorio de Nathan sin problemas, quien ya estaba despierto y buscaba lo necesario para bañarse. Rodó los ojos al verlo entrar.

—Uno te ofrece su amistad, te abre las puertas de su mansión, te la bienvenida a su familia, ¿y qué le das tú a cambio? Deshonras a su hermana.

Hugo contuvo una risa, se acercó al closet que los señores Rosier le facilitaron para cuando se encontraba con ellos y sacó ropa para ponerse aquel día.

—No deshonré a tu hermana, y, Merlín, ¿debes hablar como un anticuado? —le preguntó, consiguiendo una mirada ofendida de su amigo, los dos acordándose de la vez que Nathan mencionó el cortejo que Hugo debía tener con Alexandria antes de empezar a salir—. Ustedes son tan extraños, no se supone que deba llegar virgen al casamiento, pero sí al precompromiso, ¿qué ocurre con ustedes?

—¡Bueno, disculpa por tener normas que evitan que seamos cavernícolas! —le espetó, alzando la barbilla. Con eso, se fue al baño con aires de ofendido, dejando a Hugo riéndose entre dientes.

Los Rosier eran personas bastante formales, con costumbres, hábitos e ideologías antiguas; era una verdadera suerte que el patriarca no fuera un purista que despreciara a los nacidos de muggles. Uno de sus hábitos era ir impecables al desayuno, así que los días que Hugo se quedaba en la Mansión Rosier, debía bañarse antes de presentarse en el comedor con los demás. A sabiendas que Nathan tardaría casi una hora en el baño, tomó su ropa y salió de la habitación para ir al baño que estaba en el pasillo.

Recuerdos en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora