sexta marca

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13 de octubre de 2026

Hugo rodó los ojos y apoyó su mentón en su mano, mirando con ironía a su hermana

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Hugo rodó los ojos y apoyó su mentón en su mano, mirando con ironía a su hermana.

—¿Crees, realmente, que hablando mal de mi prometida, querré retomar la relación de hermanos contigo?

Las mejillas de Rose adquirieron un tono rosado y Hugo tomó su taza de café para llevársela a los labios. Era la primera vez que hablaba con ella en dos años. Antes, tras finalizar un curso en Hogwarts, pasaba una temporada tensa e incómoda en casa de sus padres, y un mes antes de volver a Hogwarts de nuevo, se quedaba en la Mansión Rosier. Pero cuando se precomprometió con Alexandria, se mudó a la Mansión Rosier y desde entonces no había cruzado palabras con sus familiares, exceptuando comentarios ofensivos e insultos, claro.

Sin embargo, con Rose sí que no había hablado. De hecho, estaba casi seguro que era la tercera o cuarta vez que la veía en dos años, ya que cuando él inició su sexto curso, ella ya se había graduado, y le parecía que alguna vez coincidieron en el Callejón Diagon o Hogsmeade. Recibir una carta de Rose pidiéndole -suplicándole- por una charla había sido totalmente una sorpresa y la primera reacción de Hugo había sido tirar la carta al fuego e ignorarla. Pero llegaron más cartas, lechuzas insistentes que no se iban hasta que él tomara las cartas y Rose no dejaba de escribir, incluso cuando le envió una para decirle que no le molestara.

—Solo ve a ver qué quiere —le dijo Alexandria, cuando la décima lechuza llegó a la Mansión Rosier—. Nos casaremos y nos mudaremos a Francia, allá no molestará.

—Y si alguna estúpida lechuza vuelve a interrumpir mi siesta, iré a Azkaban por matar a tu hermana —había dicho Nathan.

La situación de las lechuzas también fastidiaba a los señores Rosier, por lo que Hugo se vio obligado a escribirle una carta a Rose para encontrarse en una cafetería muggle, lo último que quería era que la reunión llegara a los oídos de la prensa mágica, y los periodistas habían estado el último mes detrás de él por haberse comprometido con Alexandria Rosier. Luego de diez minutos con Rose, todavía no había signos de la prensa, lo que Hugo agradecía.

Los primeros minutos habían sido los más incómodos que Hugo había pasado. No tenía nada para decirle y tampoco quería estar ahí como para iniciar una conversación, Rose se veía ansiosa, había abierto la boca más de una vez, pero siempre callaba. Al final, hablaron, pero solo para pedirle al chico del personal que se acercó dos tazas de café. Se mantuvieron en silencio hasta que obtuvieron su pedido. Y lo primero que dijo Rose, le hizo querer marcharse sin excusarse.

—He sido una mala hermana, Hugo. Lo admito. Te deje de lado y tuviste que ir por tu cuenta. No estuve ahí para ayudarte, este repentino compromiso es señal de que me he portado mal.

Recuerdos en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora